Alessandro
Berlín, Alemania.
Presente.
Estamos buscando a una persona que no le tema pararse en medio de una balacera.
O es el líder que no le importa tomar riesgos.
O es uno o más de los subordinados que toma riesgos buscando ser notado por el líder.
Cualquiera sirve.
No sabemos cómo lucen.
La probabilidad de que estén presentes en un evento como este es baja.
—¿Qué hace el aquí? —inquiere Idara.
—Viene conmigo —responde Meg.
—Soy su esposo —dice Aaron.
Los tres han elegido el alemán como el idioma para comunicarse.
Becker rodea la cintura de la primera persona que odié, por invadir mi hogar y llevarse la atención de mi madre, tenía catorce y era un adolescente idiota y egoísta; la que me hizo sentir temor, ese horrible sentimiento por primera vez en mi vida cuando su bienestar e integridad se vieron afectadas y la que causo que me saliera de control cuando para mí no era más que un alma perdida perteneciente a los cielos que acabó en el infierno: mi hogar.
También fue la primera persona que me hizo sentir inferior, que no valía nada a pesar de que se entregó a mí y mató por mí.
No pude darle lo que quería cuando yo no tenía lo que merecía.
Pensé que lo que buscaba en mi era un grito de desesperación por ser amada.
Cuando ninguno de los dos sabíamos que significaba esa palabra.
Ella quería una probada.
Yo lo evitaba con todo mi ser.
Cuatro años después.
No creo poder tener la convicción para poder evitarlo.
—A pasado mucho tiempo desde que nos vimos por última vez, Eleonora —dice Becker, podemos escucharlo debido al micrófono que lleva escondido en su traje. Meg se negó a llevar uno. Había dicho: Ya es suficiente con el rastreador que llevo y no puedo quitármelo—. Guíanos —insta.
—Preferiría que te dirigieras a mi como Idara, Eleonora dejó de ser mi nombre hace mucho tiempo.
—Está bien —concede Becker.
Veo por las cámaras de seguridad como Idara los guía por una puerta, por la que desaparecen. Coloco la cámara que muestra un pasillo atestado de personas.
—¿No crees que fue demasiado violenta la forma de contactarte conmigo? —inquiere Meg.
—No considero que sea peligrosa una nota escrita a mano —responde Idara.
—La forma de ser entregada si lo fue.
—Podrías decirme como fue entregada.
Meg le relato los hechos sin saltarse nada y con lujo de detalles como fue interceptada por el periodista durante mi boda.
—Creo saber quién fue el responsable de todo —dice Becker—, Karsten Larschaid.
—Bueno, él fue el que me ayudó a que la nota llegara a ti, no supe que tenía en mente.
—Quería despistarnos —digo al mismo tiempo que Meg dice las mismas palabras.
En la sala de seguridad que los lleva Idara no hay tanto ruido, solo unas que otras voces de los encargados de seguridad comunicándose entre sí.
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Reyes Perversos ©
Aksiyon(No monarquía, es sobre mafias) En el día de su venta conoce a los futuros reyes. Perversos y atroces hombres que se rendirán a sus pies. Atraídos por su frialdad, sensualidad y malicia. Tres palabras que la describen y convierten en un peligro del...