La ley

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Como habían cambiado las cosas desde que la segunda guerra mágica había acabado. Los primeros tres años, los sobrevivientes se habían mantenido en una especie de limbo, habían salido adelante, habían reconstruido las casas y la preciada escuela y los negocios habían vuelto a abrirse, el callejón Diagón había recuperado su brillo de antaño, lo que no conseguían las personas era encontrar el incentivo para seguir sus vidas, al parecer los recuerdos de los días que siguieron a la gran batalla todavía seguía en la memoria de muchas personas o al menos eso creían, todavía los espectros de la recolección de cadáveres y de tantas pérdidas humanas perseguían a más de uno y no era para menos. Después de la batalla muchos abandonaron sus familias para perseguir sus sueños, dejando negocios familiares sin seguimiento y contratos matrimoniales rotos, y no conforme con eso los matrimonios no se daban ni por propia voluntad. Durante los primeros dos años los matrimonios habían bajado un setenta por ciento y en los próximos cuatro años el número había bajado hasta ser de solo una unidad: cero.

Esta realidad había impulsado al ministerio de magia a exhortar a la población mágica a intentar recuperar los valores de la unión familiar, pero sin resultados positivos, las personas simplemente seguía persiguiendo sus sueños y viajando por el mundo o lo que sea que hicieran, todo menos casarse y formar familias.-

-Esta es la única manera – le habían dicho al Ministro Kingsley los consejeros que le habían quitado el polvo a una vieja ley de matrimonio- hay que hacerlo antes de que sea demasiado tarde.-

-Lo sé, es solo que no creí que necesitaríamos llegar a esto- repuso el ministro frotándose la cara con la mano.-

-Todos lo creímos- admitió uno de los magos del consejo- pero ya pasaron seis meses del exhorto y no se ha registrado ni un pedido de nada y ni hablar de los nacimientos, ni siquiera uno en años. La gente esta decidida a extinguirnos al parecer.-

-No creo que nadie este planeando una extinción- exclamó riendo el ministro- pero tengo que admitir que no veo mucha intención de ayudar por la población en general- todos asintieron apesadumbrados- entonces no nos queda otra que estrechar los niveles de seguridad del mundo mágico, desde mañana empezarán las redadas buscando decomisar cualquier tipo de traslador, red flu y portal ilegal por el que las personas puedan escapar una vez sea promulgada la ley, a los que se encuentran fuera se les enviarán lechuzas advirtiendo sobre la inmediatez de sus regresos. Que las penas sean mínimas, pero severas.-

-¿Recurriremos a Azkaban? – Preguntó otro de los consejeros mientras tomaba notas.-

-De ser necesario- admitió el ministro suspirando hacia los que se le venía-muchos van a estar en desacuerdo, debemos estar preparados para eso también.-

-¿Cómo piensas que podremos hacerlo?

-Multas, sanciones, analicen posibilidades- propuso el moreno sonriendo- supongo que si los amenazas con multarlos con sus bóvedas en Gringotts por ejemplo, se mostrarán más colaborativos – los hombres en esa oficina se miraron entre ellos antes de asentir, se venían tiempos complicados, pero se habían enfrentado a cosas peores y habían salidos victoriosos. Después de esa reunión, el departamento de aurores reclutó un nuevo grupo de aspirantes que empezó su entrenamiento saliendo a redar con los aurores experimentados en busca que cada posible salida ilegal del país que pudieran intentar usar los posibles prófugos de la ley del matrimonio. Un mes y medio después se lanzó la ley, dando tres días para que todos los solteros menores de cuarenta años pudieran asimilar las buenas nuevas. Pasado el tercer día las cartas con la pareja dispuesta por el ministerio llegaron a la casa de cada ciudadano mágico disponible, todos fueron emparejados, la ley se ajustaba a todos, quien se atreviera a no cumplir sería severamente castigado.-

El grupo de magos que se había reunido en casa de los Weasley para recibir sus cartas estaban sumamente nerviosos, algunos de ellos se frotaban las manos mientras que la algunos solo intentaban ser apoyos para sus hermanos y parientes.-

-No puede ser tan malo- intentó hablar siendo la voz de la razón Sophia Weasley, la esposa de Bill- admitan que todos estaban muy ocupados con sus carreras como para pensar en tener una familia.-

-Te casaste con quien elegiste- recrimino Ron mirando a su cuñada.-

-Pero Bill y yo empezamos una relación después de la guerra, así como George y Karoma, Fred y Neferet, Ginny y Blaise, si nosotros pudimos también ustedes, es solo que no quisieron.-

-Catalina y Charlie tienen un matrimonio vinculante, así que también están libres de esto, solo quedan Hermione, Ronald y Harry en esta familia- Harry Potter dirigió la mirada hacia la castaña, quien le devolvió la mirada antes de suspirar. Cada uno de ellos tenía una carta en las manos, la oportunidad de declararse con Hermione y tener una vida juntos estaba prácticamente perdida.-

-Abran sus cartas- pidió la matriarca mientras rellenaba las tazas de té- lo que está escrito no cambiará si tardan en abrirlas- los tres asintieron antes de rasgar sus sobres, Hermione leyó antes de soltar el papel y salir de la sala llorando, Molly tomó la carta y suspiró.-

-Draco Malfoy- informó la mujer- ¿Ustedes?

-Daphne Greengrass – respondió Ronald sin levantar la mirada, una princesa Slytherin, lo único que le faltaba.-

-Harry?- la voz de Ginny se escuchó calmada, Blaise había corrido tras la castaña para intentar hablar con ella, la pelirroja permaneció al lado de su hermano por elección.-

-No sé quien es-admitió el azabache extendiendo la carta a sus amigos- no creo haberla visto nunca.-

-Maddison Malkin- leyó la pelirroja arrugando el entrecejo, era de su año, pero iba a otra casa, no recordaba a cual, la foto era favorecedora, de veía muy bonita con su cabellos color caoba, largo con flequillo hacia un costado y sus intensos ojos azules, más intensos que los de ellos – es bonita Harry- dijo la chica mostrando la foto- es de apellido Malkin, así que seguro es algo de Madame Malkin, la diseñadora.-

-No sabía que esa mujer tuviera una hija- acotó Molly- pero es posible.-

-Deberías buscarla, Harry- dijo Ginny viendo como el azabache se cerraba en sí mismo.-

-Lo haré en algún momento, de todas maneras debo hacerla una Potter- respondió sin dejar traslucir sentimientos en su voz antes de ponerse de pie y abandonar la casa, en la sala varios se miraron antes de suspirar.-

Los tresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora