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—¿Qué te tomó tanto tiempo, Sana? —preguntó TaeHyung con su voz áspera. —Sabías que tenía un invitado para tomar café a las seis.

Bueno. No era una novia. De ninguna manera un hombre le hablaría a su amante así. Por lo menos, no lo esperaba.

—Le pido disculpas, señor —dijo Sana. —Estaba haciendo la lavandería y perdí la noción del tiempo.

—No me gusta que me hagan esperar. Ya debes saberlo —espetó TaeHyung. —Consigue dos tazas de café antes de que realmente pierda la paciencia.

La pobre mujer se alejó con sus hombros caídos.

Era obvio que TaeHyung había arruinado todo su día. JiMin tenía momentos como ese en su antiguo trabajo. Su jefe, siempre le había dicho que era un desastre caminando sobre dos piernas. La parte irónica es que había usado la música de TaeHyung para darse la fuerza suficiente para salir de esa situación horrible. Un día se fue de la oficina y nunca miró hacia atrás.

Ahora TaeHyung estaba actuando del mismo modo vengativo que su antiguo jefe. Mientras la rabia aumentaba, JungKook puso una mano en su brazo. No sirvió de nada. JiMin se irritó y hasta su toque mágico estaba haciendo poco para calmarlo.

—Tú... —JiMin echaba humo.

—Yo, ¿qué? —TaeHyung lo miró con curiosidad en sus ojos.

Era obvio que el tipo no tenía ni idea de lo que había hecho mal.

—Mantente tranquilo, JiMin —murmuró JungKook en su oído, su propio entrenador personal.

—La mujer estaba lavando la ropa —dijo JiMin. —Debes ser más tolerante. No es que sabía que querías café.

—Es incompetente —dijo TaeHyung.

Las fosas nasales de JiMin se ensancharon mientras sus puños se apretaron en su regazo. No es una gran cosa, se dijo en su cabeza. Además, la mujer probablemente consigue un enorme pago. Sin embargo, eso no hacía más fácil mantener la calma.

Se miró las manos. Si no hablaba de otra cosa, entonces podría bofetear a TaeHyung.

—Todavía no me has dicho por qué me has traído aquí —dijo JiMin.

—Cierto. Estaba distraído —TaeHyung asintió, y luego lanzó una mirada de disgusto a la puerta por la que Sana había pasado. —Te he traído aquí para pedir disculpas.

JiMin se quedó helado.

¿Qué? ¿Pedir disculpas? ¿Este mocoso egoísta?

—Una disculpa es lo que querías, ¿no? —preguntó TaeHyung.

Escuchar las palabras de su boca era tan sorprendente que ni siquiera podía pensar en una respuesta. En un segundo era frío con su ayudante, al siguiente se disculpaba con él. No sabía cómo sentirse sobre el hombre sentado en el sofá junto a él.

—Es lo que quería —dijo JiMin, obligándose a ser agradable a pesar de su furia ardiente. —Gracias. Y lamento que se me cayera café sobre ti. Siempre he sido torpe.

—Fue un shock, pero no debería haber reaccionado como lo hice —TaeHyung se río entre dientes, y luego se puso serio. —Siempre me irrito un poco en los conciertos. Es por eso que perdí los estribos.

—Oh, no eres igual que en los conciertos —JiMin dejó escapar un resoplido burlón.

Ups. Nunca había sido bueno en mantener sus opiniones para sí mismo. Si sólo hubiera mantenido su gran boca cerrada...

—¿Qué quieres decir con eso? —los ojos de TaeHyung se estrecharon.

¿Debería decirle?

Vaciló. El chico se había disculpado con él, pero pensaba que necesitaba una gran lección sobre cómo tratar a las personas que trabajaban para él.

—No es sólo en los conciertos —JiMin trató de mantener la voz serena y firme.

—JiMin, no —JungKook le apretó el hombro. —Deja de hablar ahora. Lo estás arruinando.

—Él debe saber la verdad —murmuró JiMin con la comisura de la boca.

—¿La verdad sobre qué? —TaeHyung parecía molesto de nuevo. —¿Qué sucede contigo?

—Nada —JiMin se puso rígido. —Es sólo que, ugh, es posible que quieras trabajar en tus habilidades con tu gente sólo un poco.

—¿Habilidades con mi gente? —TaeHyung se puso en pie. —Soy un hombre que tiene millones de fans alrededor del mundo. Las mujeres y hombres adoran el suelo que piso. ¡¿Cómo te atreves a decirme que no tengo habilidades con la gente?!

El chico le estaba gritando en la cara.

De ninguna manera iba a dar marcha atrás ahora. Saltó sobre sus pies también y lo miró, su corazón latía con rabia. JungKook gruñó detrás de él.

—Yo era un fan desde hace muchos años, pero eso es porque no me di cuenta de que eres un niño mimado que trata a los demás como si valieran menos que tú —JiMin lo empujó en el pecho. —Déjame decirte una cosa. Merecías tener esa taza de café en tu cabeza.

—¿Qué? —farfulló TaeHyung. —Nadie me ha hablado así en toda mi vida.

—Porque nadie ha tenido el descaro. Algunas personas están dispuestas a ser degradados por el dinero, pero yo no —exclamó JiMin. —Me niego a aceptar tus disculpas hasta que empieces a tratar a los demás con respeto.

Se volvió para irse y casi tropezó con Sana que sostenía una bandeja de plata con café humeante en él. Los ojos marrones de la mujer eran redondos y su rostro estaba pálido.

—Tampoco puedo ser comprada con dinero —dijo Sana. —Ya no.

Al principio, JiMin, pensó que no escuchó bien a la mujer.

—¿Eh? —dijo.

Sana tiró la bandeja al suelo. Las tazas se rompieron y el café se derramó.

—Este chico tiene razón —dijo Sana. —Merezco ser tratada mejor que esto.

Mierda, pensó, viendo como Sana le fruncía el ceño a TaeHyung y se dirigía hacia la puerta. Vio el color drenándose del rostro de TaeHyung.

—Parece que no soy el único que piensa que tienes un problema de actitud —dijo JiMin.

Se dio la vuelta y se dirigió también hacia la puerta, sintiéndose más poderoso de lo que se había sentido en años.

INSOPORTABLE - KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora