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Después de tener su cabello recortado, y los músculos relajados, JiMin tuvo que admitir que se sentía sexy... y agotado. No sabía que era un trabajo tan duro ser atractivo.

Diablos, ni siquiera estaba seguro de que valiera la pena.

Cuando JungKook lo arrastró por la acera, lo único que quería hacer era correr a la cafetería más cercana para rellenar su boca con pasteles de chocolate. Nunca pensó que vería el día en que estuviera demasiado cansado para ir de compras.

—Estoy agotado —dijo JiMin. —¿No podemos ir otro día?.

—No —JungKook se paró justo fuera de una tienda de ropa. —Tenemos que encontrar la ropa para el concierto.

—¿Cómo me encontraste ese traje? —después de todo, JungKook sabía su talla. Lo que sea. Eso sí, no escojas cualquier cosa que muestre demasiada piel pensó JiMin.

Giró la cabeza en la dirección opuesta, pero JungKook tomó su brazo.

—Un momento —JungKook gruñó. —Estoy haciendo todo esto por ti. ¿Crees que me gusta ir de compras a tienda de ropa? Si estoy sufriendo con los dependientes y jeans caros, sufrirás junto a mí.

—Oh hombre... —se quejó JiMin.

—Un traje —JungKook levantó su dedo. —Eso es todo. Y un par de zapatos para ir a juego.

Encontrar un par de zapatos y un traje sonaba tan desalentador como un viaje hacia el Monte del Destino. Sólo quería unos jeans y unos cómodos tennis.

—Está bien —JiMin caminó hacia la puerta.

—Bien —JungKook siguió detrás de él. —Si te hace sentir mejor, prefiero matar una legión de demonios que enfrentarme a una de estas tiendas.

Bueno, al menos no sería miserable sólo, se dijo JiMin. Con un suspiro, se dirigió dentro de la tienda. Fue golpeado con un chorro de aire que olía a ambientador y perfume. Una mujer solitaria de pie en la esquina mirando a una camiseta. Una dependienta estaba detrás de la caja registradora, recogiendo el esmalte moteado de sus uñas. Cuando la dependienta vio a JungKook, sus ojos se agrandaron y se dirigieron directamente hacia él.

Hasta la mujer en la esquina lo miró. No era broma para un chico que pasaba la mitad del tiempo invisible. Las mujeres se sentían atraídas por JungKook como abejas a la miel. Si conocieran su personalidad, pensó JiMin con amargura, en dirección a un estante de camisas.

La dependienta batió sus pestañas a JungKook.

—¿Le puedo ayudar en algo hoy, señor? —preguntó la dependienta.

—No —dijo JungKook.

—Tenemos una gran colonia —persistió la mujer.

Por alguna razón los ojos de la otra mujer cubriendo a JungKook le asqueaba.

¿Por qué estoy tan irritado?

JungKook era un ángel o tenía disfunción eréctil. La vendedora podría parecerse a la super modelo más guapa del mundo y no pasaría nada. No es que sea asunto suyo si lo hiciera.

Arrugó la nariz.

—No estoy interesado en colonia, gracias —JungKook esbozó una sonrisa afable. —Huelo bastante bien ya. Creo que la mujer en la esquina podría querer tu ayuda con algo. ¿Por qué no vas a asistirla?

—Oh, está bien —la dependienta dio un paso atrás, luciendo decepcionada.

JungKook se dirigió a JiMin y le pasó un brazo por los hombros de nuevo.

—¿Ves algo bueno? —preguntó.

—Creo que me vería muy bien en esto —dijo JiMin con sarcasmo, sacando un disfraz de flamenco rosado con una enorme cantidad de lentejuelas.

Incluso JungKook resopló.

—Si compraras ese traje, me aseguraría de hacer que tuvieras un fatal accidente de camino a casa —dijo JungKook.

—¿Puedes hacer eso? —JiMin sintió que el color se le drenó de la cara.

—Soy un ángel, mejillas dulces —JungKook puso los ojos en blanco. —No puedo lastimar a los seres humanos, pero puedo hacer lo que quiera a las horribles piezas de ropa.

JiMin dejó escapar un suspiro de alivio, luego se dio cuenta que en realidad había creído por un momento que JungKook era un ángel capaz de hacerle daño, para empezar.

Absorto en sus pensamientos, JiMin miró a través del resto de los trajes, apenas viendo las opciones.

—¿Qué tal este? —JungKook le entregó un traje en tonos grises. —Puede parecer agradable con el color de tu cabello rojizo.

—No —JiMin negó, y luego comenzó a caminar distraídamente alrededor de la tienda.

Con el ceño fruncido, JungKook lo siguió, haciendo caso omiso de las miradas continuas tanto de la dependiente y la otra compradora.

—¿Crees que deberíamos pasar a otro lugar? —preguntó JungKook. —Creo que la dependienta me va a atacar.

JiMin abrió la boca para responder, pero ahí fue cuando un traje en un maniquí le llamó la atención. Era un traje casual en tono azul marino combinado con un sencillo suéter con cuello uve blanco con unas franjas rojas en el pecho, incluso no era necesario ponerse la chaqueta. No era muy fashionista, pero cuando vio aquel traje, se enamoró.

—¿Estás bien? —JungKook hizo un gesto con la mano delante de la cara para llamar su atención.

—Si quieres que me ponga un traje, entonces está bien —JiMin señaló el traje en el maniquí. —Pero tiene que ser ese.

Con un destello en sus ojos curiosos, JungKook miró en la dirección que JiMin señaló. Cuando vio el traje, silbó apreciativamente y asintió.

—Puedo verte en eso —dijo JungKook.

—¿Puedo probármelo? —preguntó JiMin.

—Naturalmente —JungKook revolvió su cabello. —Es bueno que estés mostrando tu lado estetico, por una vez. Estaba empezando a preguntarme si tenías uno.

—¡Idiota! —JiMin lo golpeó en la cabeza con su maletín de nuevo.

Las dos mujeres en la tienda miraron.

—Deja de golpearme con tu maletín —JungKook se frotó la parte superior de la cabeza.

—¿O qué? —preguntó JiMin. —Me dijiste que no podías herir a los seres humanos. Podría pasar todo el día golpeándote si quiero y no podrías hacer nada al respecto.

—Eres el hombre más difícil que jamás he conocido —JungKook negó.

—No eres mucho más fácil de manejar —JiMin le lanzó una mirada crujiente.

—Pruébate el traje —gruñó JungKook. —Si me paso más tiempo discutiendo contigo, voy a tener un ataque al corazón.

—¿Pueden los ángeles tener ataques al corazón? —eso era intrigante.

—No. ¿Ves cuan molesto eres? —dijo JungKook. —Haces posible lo imposible.

INSOPORTABLE - KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora