quinceavo

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--¿Porqué hiciste eso? --le gritó Leonardo a Emely que por fin la había alcanzado.

--No tolero que de una persona tan dulce se haya vuelto tremenda piedra --dijo soltándose y dedicándole una mirada de muerte.

--¡Te dije que te calmaras! --grabó sin tomar en cuenta que estaba aflorando su ira.

--¿Y? Que me importa que me ordenaras. Permito que ella me trate como mierda, pero a Erika y a Verónica no, y más sabiendo que ellas llevan años sin verla-- respondió con más ira.

--Pierde esa mentalidad, eres Carmen ahora. Por un tonto capricho, arruinaste toda una presentación que, al fin y al cabo, era para ti, para que te luzcas; solo abriste la boca y destruirse cualquiera aceptación que te pudieran dar la general los demás militares.

En un momento sintió la culpa de sus palabras y todo ese rencor se volvió hacía si misma. Sin avisó ella sonrió; no estaba feliz, ni contenta, pero aun sonrió vacíamente y luego llegó la risa nerviosa.

--No hagas eso --le dijo Leonardo mirándola a la cara y más calmado-- no te guardes los sentimientos nocivos; sácalos, te hará sentir más tranquila.

Ella lo abrazó y se puso a llorar.

*****
Alejandra después se ese desastre no hallaba donde esconder la cara, así que entró en su oficina, necesitaba un momento de soledad.

La puerta sonó, no obstante no quería abrirle a quien quiera que fuese así que fingió que no había nadie en ese lugar.

--Alejandra, sé que estás ahí --dijo Verónica.

Esa voz hizo que su corazón saltara por el reconocimiento y se enojó consigo misma por sentir ese tipo de nostalgia a ese pasado que aún huía.

--Abre --dijo con una voz señorial que había perfeccionado.

Verónica entró calmada sentándose en frente de ella, dedicándole una mirada que Alejandra conocía bien lo que significaba: "estoy aquí para consolarte".

--Con la actitud que tenías, te queda bien el puesto de General --dijo con una sonrisa calmante.

--Gracias, pero aparetabas más; tenías una actitud y mano dura que mataba a cualquiera --dijo ocultando la nostalgia.

--Después de tu boda nunca volviste a escribir.

--Muchas cosas que hacer --cortó.

--¿Y tu familia?

--No sé que pasó con mi padre y mis hermanos.

--¿Tienes hijos?

--Uno.

--¿cómo se llama?

--¿viniste solo a hacer preguntas de mi vida? Ustedes vienen aquí por la guerra a seguir ordenes, no a ordenarme.

Su mirada se tornó oscura y llena de rabia. Se paró del asiento y se dirigió a la puerta.

--No te ordené --dijo cerrando la puerta bruscamente.

Alejandra se sintió más relajada pues no necesitaba una confrontación y mucho menos a Erika y a Verónica metiéndose en sus vidas, entonces recordó que ellas no se meterían en su vida. Verónica se acercaría para consolarla, pero no le exigiría que le diga, ella espera a que Alejandra hable sola y que le pida ayuda. Erika es más simple, cuando estás molesto se aleja hasta que se te calmes para luego pregunta que pasa.

Ellas era muy diferentes a lo que era Emely que insistiría e insistiría hasta saber. Tampoco de conformaba con saber una noción de lo que pasa; no, tenías que decirle todo (o gran parte) mas o menos se calme y te abraze para que tú también te calmes.

Por pequeños momentos le dolió la muerte de Emely así que decidió salir y hacer algo que despeje su mente de esos pensamientos.

*****
--Ya sé donde está exactamente --dijo Mónica que tuvo que canalizar todos sus sentidos por un mes para encontrar una ubicacion explícita.

--Bien, párate, vas a buscarla.

Se le abrieron los ojos como platos y se llenó de miedo, hace años que no salía del psiquiátrico. Para los humanos estaba loca, para los poseesores era sólo un instrumento. Ya se había creído todas esas cosas sobre ella misma y que nunca volvería a ver la luz del día.

--No puedo salir --dijo histéricas-- estoy ingresada aquí porque dicen que tengo esquizofrenia, y lo tengo, escucho voces y siento cosas que no están ahí y hago cosas raras y llevo años aquí y no he envejecido nada y...

--Mónica, fue el jefe que te ordenó que salieras a buscarla. También tenemos un plan para sacarte de este manicomio. Obedece o volverán los eletrochoques.

Un escalofrío recorrió su cuerpo haciéndola templar. El miedo era tan profundo que solamente asintió con la cabeza antes de desplomarse en el suelo.

--Buena chica --dijo con una sonrisa y retirándose. Él sabía que controlar a Mónica es tener un gran poder.

Miró su pared de nombres y sus tizas; había pasado años haciendo esa pared pero nadie debía manipular todas esas informaciones en esa pared, así que fue a su pequeño lavadero y mojó una camisa. Se censioró de que todo quede limpio para después esperar a que la sacarán.

--No estaré sola Dan, por fin me voy de aquí --dijo aún con miedo, como siempre, nadie respondió. Podía sentir la arena del tiempo, hasta podía escucharla hablar, pero aunque lo intente no podía escuchar otra vez la voz de Dan D'León-- ¿Me seguirás esperando? ¿cuántos años ha pasado?

Historia después de la historia -(Epílogo)- Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora