quinta

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Recién había despertado de un buen sueño; el mes anterior había sido mágico para Alejandra.

Solo había pasado un mes de haberse casado con su novio y la luna de miel había sido inolvidable: habían caminado por la playa, volado en un avión a Europa, visto hermosos monumentos que ella les urgía dibujar y más porque la arquitectura era su pasión, y ver todas esas edificaciones y cuadros en Louvre* (museo en paris de las más grandes pinturas y esculturas) le habían dado la suficiente inspiración en su trabajo para seguir adelante en lo que amaba. Aquel mes le garantizaba que todo era el cuento de hadas que pensó nunca vivir, pero sabía que tenía que estar alerta pues en buenos tiempos es que crecen las malas hierbas y había aprendido demasiado bien en el pasado que no todo era color de rosas y que hasta lo más perfecto podría tener sus cosas oscuras, aunque al menos agradecía ese pequeño descanso de todo lo malo que traía la rutina y lo cotidiano.

Giró en su cama y vio que su esposo no estaba en la habitación y suspiró.

--Demasiado bueno para ser verdad --se dijo así misma con desilusión sospechando lo peor.

Se paró de la cama y al instante entró su esposo con una bandeja con pan tostado y una tortilla que por la forma no deliciosa en que se veía, asumió que la hizo él.

--Feliz primera mañana en nuestra casa --le dijo Patrick colocando el desayuno en la mesita de noche y mirándola con ternura, cosa que impactó a Alejandra.

--¿A qué se debe todo esto? --preguntó atónita y feliz.

--Hacer algo lindo que se que no haré mucho --bromeó guiñándole el ojo.

--Lo tendrás que hacer o me retractaré de haberme casado contigo, tienes que mantenerme enamorada --dijo con tono de dureza y ternura juguetona.

--Eso será difícil con lo complicada que eres --dijo él colocando su mano en su frente y empujándola suavemente a la cama y riéndose a carcajadas.

Casi ningún hombre se atrevía a meterse con ella o provocarla pues tenía un tamaño que no todos los hombre superaban y una actitud imponente que nadie podía sobrepasar aunque habían excepciones; claro que las había o no se cumpliera la frase"sin bulling no hay amistad"* (dicha por Germán Garmendia), pero el único que románticamente se atrevía a molestarla era Patrick y para eso había que tener muchos cojones, lean a continuación.

--Hermosa ¿te puedo pedir algo? 

--¿Sí?

--Sé que tres son multitud y todo, pero... --Alejandra ya sabía que esto no terminaría bien por ese silencio-- ... ¿Emely puede vivir con nosotros?

Al decir eso Alejandra tomó la lámpara y se la lanzó a la cabeza, cayendo él con un chorrero de sangre al suelo. Y por eso niños es que no se pueden meter con Alejandra Martínez.
--Espero que no hables en serio --le gritó ayudándole a parar, pero él ya no escuchaba del todo porque estaba perdiendo la conciencia y supo ella que tenía que llamar al 911 o sería viuda antes de tiempo.

Cuando bajó las escaleras para buscar él teléfono tocaron la puerta y Alejandra decidió abrirla sin tener ganas. Quien estaba en la puerta era Emely con unas maletas.

--Hola Ali linda --dijo Emely con una gran sonrisa y al ver la mirada de muerte de Alejandra alegó:-- me quedaré en un hotel por unos días porque estas enojada y me matarás.

--¿Qué comes, que adivinas? --dijo Alejandra con su sonrisa cruel.

Ese recuerdo le llegó a la mente a la general Martínez. No podía dejar de llorar después de su encuentro con esa niña Carmen. Era como un golpe de realidad para ella, saber que era cierto lo que había pensado en ese día que era todo demasiado bueno para ser verdad y saber que la razón de que su esposo trajo a su mejor amiga a vivir con ellos era para que sea su amante.

Era tan odvio que se vio estupida por confiar en los dos y dejar que Emely cuide a su hijo si ella tenía una hija del mismo padre.

Pensaba que la canción llevaría a Leonardo a Patrick, aunque estaba muerto, quería tener esperanzas de que algo bueno podría pasarle, algo que traería sentido y dirección otra vez a su vida. No solo se trataba de seguir adelante, se trataba de encontrar porque no podía seguir adelante, qué en el pasado la atrapaba, qué en el pasado le seguía afectado aun después de enterrarlo todo hacía ya tiempo.

La llegada de Carmen desenterró toda esa vida pasada que había guardado y le dio nuevo sentido; ese sentido le despertaba odio hacía aquella niña igual a su madre y depresión por parte de si misma.

Sonó una voz en su cabeza que decía que algo no concordaban,  pero la calló; el dolor que ella sentía pudo más con su lógica (aun siendo la persona más lógica en el pasado).

--Señora --entró de improviso uno de sus secretarios-- le llegó esta carta y dice ser urgente.

Ella no dijo nada y él la dejó en su escritorio y se retiró. Ella tomó la carta y la abrió, dejado de lado cualquier cosa que le afecte.

"Todo emerge de las cenizas al final, nadie escapa de su pasado aunque este esté nebuloso y zarzado como lo tenías, hermosa".

Ella se asustó al leer esa carta e iba a tirarla, pero algo le decía que la necesitaría, además,  ya no tenía las agallas de deshacerse se ella hasta saber a ciencia cierta quién la escribió, no quería más falsas esperanzas.

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Lo siento no resistí no publicar :D

Historia después de la historia -(Epílogo)- Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora