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Estaban ambas hermanas con su padre en el carruaje de camino a un baile de alcurnia. Ayelin estaba emocionada, llevaba meses esperando con conocer a el hombre que su padre le había entregado su mano, tenía dieciséis años y esperaba ya servir a su marido como toda doncella de su edad, tanto lo deseaba que mandó a que le pusieran las mejores prendas, el mejor vestido, las mejores zapatillas y el mejor peinado; todo debía ser perfecto, mientras que Mónica fue obligada a ir, le decían que tenía que apoyar a su hermana y tratar de ser lo más normal; cuando Ayelin tenía sus clases, Mónica le asignaron un doctor para curar lo que sea que le esté pasando, su padre perdiendo la esperanza de que se cure. Ella estaba desaliñada a comparación con su hermana, tenía un vestido azul sencillo de corsé, zapatos bajos y negros, y no tenía joyas; fue idea de su padre para que no opacara a Ayelin.

-- Recuerda preciosa es tu noche, enorgullece a tu madre en el cielo como mejor lo sabes hacer -- contestó su padre a su hija favorita con una mirada de orgullo -- y tú -- ahora miraba a la hija loca -- comportate como una señorita de apellido, no salgas con tonterías que dices que pasarán -- amenazó a Mónica con su mirada de ojalá Ayelin fuera hija única.

-- Padre, no trates así a Mónica -- discutió, la verdad se creería por lo que dijo Emely que ella era una ogra, pero no, hasta era de las únicas personas que quería a Mónica (tal vez por eso nunca la pudo odiar ni nada) --, tal vez también sea su día -- la miró con ternura y Mónica se lo agradeció.

Al llegar era notable, era algo nuevo para Mónica, no sabría que hacer si querían hablarle o hablar con ella, por eso en todas las fiestas hacía lo mismo: ignorar a todos e irse al jardín a ver que de nuevo le tenía Loil.

Solamente tuvieron que entrar para Ayelin deslumbrara con su llegada, más cuando la anunciación en la entrada, y su padre la condujo directo al señor dueño de la fiesta.

-- Buenas noches Señor D'Lion -- expresó con gentileza y una reverencia -- le presento a mi hija Angela Tsvetok, ella es quien acordamos será la prometida de su hijo.

-- Perfecto -- contestó sin más, ya lo habían planeado tantas veces hasta la boda y demás que únicamente faltaba que se conociera. Aquella era la fiesta de compromiso -- mi hijo debe de estar conversando, le diré a los empleados que lo busquen para que anuncien su compromiso.

-- ¿No crees que es perfecto Mónica? -- canturreaba Ayelin a su hermana caminando hacía ella, pues su padre no le permitió que se acercara a el señor -- pronto lo veré y nos comprometeremos para ser felices por siempre. ¿Qué crees que dice Loil de mi?

-- Él dice que trates de conocerlo bien, estás siendo precipitada -- aseguró a su hermana -- ve entra y disfruta la fiesta -- le sugirió sintiéndose deprimida.

-- Está bien, ¿segura que no quieres disfrutar conmigo? -- le pregunta segura de su respuesta.

-- Si segura -- confirmó alejándose al jardín.

La meditación esta vez sería breve, porque Loil le mostraba una escena de ella siendo torturada que no estaba dispuesta a ver, no le gustaba ver escenas de ella porque quería que su vida fuera una aventura donde nada estuviera destinado a pasar igual. Muchas veces no creía en esas cosas porque cada imagen que veía de ella se veía sufriendo y no quería que fuera así su vida.

-- Disculpe, ¿qué hace aquí? -- dijo una persona a su espalda asustándola.

-- Perdone mi atrevimiento; meditaba -- se excusó.

-- Su acento señorita, no es de por aquí ¿Cierto? ¿Cuál es su nombre? -- preguntó ese joven, ella esperaba un jardinero, no a aparentemente uno de los invitados de la fiesta.

Historia después de la historia -(Epílogo)- Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora