white day | jakehoon.

6: en el despacho de papá.

Cuando Jaeyoon fue adoptado por los Shim, tenía una pequeña maleta en sus manos cuando su madre le abrió la puerta de su casa por primera vez.

Sus ojos acostumbrados a las grises paredes y a la vieja madera del orfanato brillaron al encontrarse con tantos nuevos hallazgos: el candelabro del recibidor lo distrajo por un rato, mientras su madre cambiaba sus zapatos por un par de pantuflas para estar en casa. Lo cierto es que ver a su esposa agacharse para cambiar un par de zapatos viejos y gastados con una sonrisa en el rostro fue suficiente para enternecer a Shim Jaehyun, quien miraba toda la escena desde una distancia respetable.

— Okay, cariño —le dijo, tomando su mano—. Este es tu nuevo hogar.

A pesar de la dulzura de su madre, Jaeyoon lloró todo el camino pensando en que había dejado a Sunghoon solo en el orfanato. Le rompía el corazón pensar que probablemente no volvería a verlo, que la posibilidad de que llegara a olvidarlo paseara por su cabeza. No, Sunghoon no lo olvidaría. Lo prometió. Sunghoon siempre cumple con sus promesas. No lo olvidaría, no iba a olvidarlo.

¿Y cómo podría Jaeyoon olvidarlo, si era el único nombre que su corazón repetía?

— Mira, esta es la cocina, puedes comer todo lo que quieras —le dijo, tomándolo de los hombros mientras le mostraba el banquete que había mandado a preparar para él—. Allá está el patio donde puedes jugar, y si quieres, podemos adoptar un perrito, ¿okay?

Su nueva madre lo trataba con todo el amor que tenía para ofrecer, y él en serio lo apreciaba. Sin embargo, la tristeza en su corazón no le permitía mostrarle la enorme sonrisa que sus padres esperaban, y su madre lo entendió tan pronto lo vio abrazar a ese otro niño en el orfanato. Pues notó las flores que el chico soltó, y vio como ambos se abrazaban como si no quisieran soltarse.

El amor entre ellos era palpable, y su madre era completamente consciente de eso.

Sin embargo, ella intentó hacerlo sentir bien, a pesar de todo. Yoon Sol era una muy buena actriz, más era demasiado obvio que el amor que le demostraba a Jaeyoon era completamente auténtico. Su esposo supo que debía adoptar a ese niño tan pronto vio el brillo en los ojos de su esposa cuando el chico le empezó a hablar sobre temas triviales como lo mucho que le gustaba leer historias de fantasía y cómo podía resolver todos los ejercicios de matemáticas de sus clases en minutos.

Además, veía potencial en el niño: era carismático, le gustaba expresar sus opiniones y defender sus creencias. A sus ojos, cumplía todos los requisitos para ser el heredero perfecto para su puesto en la compañía. Quizás, eventualmente, incluso para heredar la compañía.

Sin embargo, esa nube de pensamientos de Shim Jaehyun se vio afectada cuando Jaeyoon escuchó a su madre llamarlo de esa forma que viniendo de otros labios, sólo le recordó la ausencia de la única persona que hacía que le gustara el apodo.

— Vamos a tu cuarto, ¿okay, Jaeyoonie?

El pobre niño entró en pánico, sintiendo como si el aire no entrara en sus pulmones y desesperadamente intentando recuperarlo. La reacción de Jaeyoon alarmó a todos, incluyendo a su padre tan pronto, en un intento de escapar de ese sentimiento, corrió a esconderse tras la puerta de roble en la habitación de vidrios tintados. Y en un intento de ayudar a su confundida esposa, Shim Jaehyun tomó la iniciativa de ir a ayudarlo.

— Yo iré, tranquila —le dijo, tomando sus hombros suavemente—. Recuerda de dónde viene, quizás sólo esté un poco abrumado.

Ella asintió, recibiendo el suave beso de Jaehyun en sus labios antes de verlo desaparecer a través de la puerta, sabiendo exactamente lo que había causado el ataque de pánico de su hijo, y sintiéndose como una escoria por haber sido tan descuidada. Posteriormente, Shim Jaehyun aprendería que su esposa cuidaría a su hijo mayor como si de un muñeco de porcelana se tratase, lo cual le motivó a ser un poco más duro con él para que no se convirtiera en otro niño malcriado como los hijos de la mayoría de sus jefes.