16: haneul.

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— ¡Park Haneul!

El último grito sólo fue captado por los oídos de la menor cuando su maestra de ballet le sacó los audífonos de la cabeza bruscamente, logrando finalmente captar su atención luego de una serie de llamados no respondidos. Sólo en ese momento, Haneul se dio cuenta de que no estaba sola, como había creído. La sala de ensayos que ocupaba estaba llena de personas, algunos la miraban embelesados, otras la miraban con envidia, pero ciertamente ninguno se comparaba a la rabia presente en la mirada de su maestra. Con un sólo movimiento de la vara de madera que siempre mantenía con ella, un fuerte golpe le fue propinado a las piernas de Haneul, haciéndola caer al suelo.

— Sabe muy bien que tienes terminantemente prohibido usar las salas de ensayo sin permiso, ¡ha dispuesto del tiempo de todo el equipo de competencias por más de treinta minutos! ¿Quién se cree usted, miserable huérfana bastarda-?

— ¡Haneul!

Todo ese regaño se detuvo con el llamado preocupado de Park Jimin, quien había visto lo suficiente para decidir que sería bueno intervenir. Se acercó a la pequeña, quien en ese entonces tenía diez años, y miró con preocupación la herida que había abierto el golpe de la señora Han, quien en ese momento deseaba que se la tragara la tierra.

— Oh, señor Park, c-creí que estaba—

— ¿Qué cree que está haciendo?

Haneul se sorprendió un poco al ver a Jimin tan molesto, nunca lo había visto alzar la voz de esa forma, nunca había visto ese fuego en sus ojos. Todo el equipo de competencias bajó la mirada mientras la señora Han recibía el regaño que merecía, sin embargo, no se iría sin dar batalla.

— Haneul sabe que no puede usar las salas sin permiso.

— ¡Haneul puede usar lo que ella quiera! —le gritó, molesto—. ¿Miserable huérfana bastarda? ¡¿Así se dirige a todos sus alumnos?! ¡Ella no es ninguna huérfana bastarda, es mi hija! ¡Acaba de lastimar a mi hija por una sala de ensayos cuando hay tres iguales completamente disponibles para el equipo de competencias!

— Señor Park, con todo respeto, se está dirigiendo a una dama.

— ¡Y usted se estaba dirigiendo a una niña, señora Han! ¡Y no voy a permitir que vuelva a ponerle un solo dedo encima, ni a ella ni a nadie!

Con cuidado, Jimin tomó a Haneul entre sus brazos luego de arrancar sus audífonos de las manos de la señora Han, quien más que obviamente estaba despedida de su estudio de baile. Llevó a Haneul a la enfermería, y se dispuso a tratar sus heridas mientras la pequeña lloraba en silencio. A Jimin le rompía el corazón ver a su pequeña llorar, casi tanto como verla lastimada y frágil. Por lo que luego de vendar su herida, le extendió una de las paletitas que la enfermera mantenía en su despacho, intentando hacerla sonreír un poco, pero la pequeña seguía triste.

— Papá, ¿por qué me siguen tratando como a una huérfana?— le preguntó, sollozando.

Jimin suspiró, tomándola en sus brazos para luego sentarla en su regazo, acariciando su cabello mientras la abrazaba, y dejó un pequeño beso en su coronilla antes de suspirar.

— Park Haneul, ese no siempre fue tu nombre, ¿recuerdas?— le preguntó.

Haneul asintió.

— Antes te llamaban Kazuha, porque ese era el nombre de tu personaje favorito —dijo, riendo, logrando que ella riera un poco también—. Pero, ¿sabes qué? Cuando vi a una pequeña traviesa, haciendo piruetas por los pasillos al ritmo de la música que ponías sin permiso en el tocadiscos, supe que había encontrado a la niña más hermosa de todo el mundo. ¿Y sabes por qué te llamé así?

white day | jakehoon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora