4: hyung, noona y jungwon.

198 24 3
                                    



Sunghoon veía con nostalgia cómo las personas empezaban a pintar las paredes y a llevarse las cosas de lo que alguna vez fue el único hogar que conocía, una casi vacía maleta era todo lo que podía llevarse con él. La cama en la que dormía con Jaeyoon todas las noches, los libros que leían juntos, las paredes que alguna vez fueron testigos de todo lo que vivieron juntos hasta aquel triste día en el que se lo llevaron: todo se había ido.

El maestro Park palmeó su hombro un par de veces, acercándose con un pañuelo para ofrecérselo. Esa sería la última vez que Sunghoon vería a su cuidador, a quién se encargó de ver por él desde que tenía memoria, y aquella realidad le hizo llorar incluso más mientras lo abrazaba, agradeciéndole por todas esas hermosas enseñanzas que había compartido con él. Sunghoon lo vio desde el interior del vehículo que lo llevaría a su futura residencia temporal, vio cómo se despedía amistosamente del policía encargado de asegurarse del bienestar del único huérfano al que nunca adoptaron. Sabía que su cuidador volvería a Busan con su familia, como tanto lo había deseado todo ese tiempo que originalmente empezó como un voluntariado, pero finalmente se convirtió en una hermosa conexión entre él y sus dos menores: Sunghoon y Jaeyoon, a quienes había visto crecer y convertirse en personas de bien.

Si supiera lo que le deparaba a Sunghoon en ese hogar de "cuidado", nunca lo hubiese dejado ir.

Un oficial entonces novato fue el encargado de sacarlo de ahí, y su corazón se sintió pesado al ver a un pobre chico en estado de shock, con heridas en todo su cuerpo y claras señales de que no había estado comiendo bien. Le pidió un permiso especial a su coronel antes de volver a entrar en su patrulla, donde el niño estaba abrazado a sus piernas, temblando de frío. Tomó la chaqueta de cuero que reposaba en el asiento del copiloto y la colocó cuidadosamente sobre él, intentando reconfortarlo. 

— Hola... ¿puedes decirme tu nombre?— le preguntó con suavidad, entendiendo que probablemente él no querría hablar.

— P-P-Park Sunghoon— le contestó él, con la voz temblorosa y rota.

— Oye, Sunghoon, ¿tienes hambre? —le preguntó de nuevo con cuidado—. Conozco un lugar cerca de aquí donde hacen un muy buen tteokbokki.

— No vas a llevarme a otro lugar así, ¿o sí?— le preguntó, algo asustado.

Jungkook suspiró, y palmeó suavemente la cabeza de Sunghoon, como si de un pequeño perrito se tratara. Sintió la necesidad de protegerlo, y desde ese día, esa se convirtió en su más grande prioridad.

— No, Sunghoonie —le dijo, como una promesa—. No volverás a ningún lugar así, lo prometo.

Entonces, al ver la sinceridad en sus ojos, Sunghoon asintió. Y desde ese día, cuando Sunbyul le sirvió su primer plato de tteokbokki y él se lo comió en menos de diez minutos para luego pedir más, a pesar de que Sunbyul había olvidado condimentarlo bien, Jungkook y ella tomaron la decisión de que Sunghoon se quedaría con ellos. Y una semana después, Jungkook oficialmente firmó los papeles que lo convertirían en el representante legal de Sunghoon. 

Sunghoon finalmente encontró una familia.









Las alarmas de Sunghoon y Jake sonaron al mismo tiempo, y ambos por instinto estiraron los brazos para apagarlas, sólo para descubrir que nada de lo que había pasado la noche anterior había sido un sueño. Jake seguía en los brazos de Sunghoon, reposando su cabeza en su pecho. Con un solo toque, Sunghoon apagó ambas alarmas, para dedicarle una enorme sonrisa a su compañero, cuyos ojos apenas se abrían.

white day | jakehoon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora