8: heeseung.

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— ¡Qué patético! —gritó uno de los niños, pateándolo de nuevo—. ¿Qué pasa? ¿No piensas levantarte y defenderte?

— ¡Cuidado, nos va a acusar con sus papis! —dijo otro de ellos, fingiendo tener miedo—. Eso fue lo que hiciste, ¿cierto, idiota? Le dijiste a tus padres sobre nuestra amistad y por eso despidió a nuestros padres, ¡eres un maldito debilucho!

Heeseung estaba tirado en el suelo, con todo el contenido de su bolso tirado en la calle húmeda por la lluvia, mientras esos niños seguían pateándolo y golpeándolo sin piedad. Esa se había vuelto una rutina para él, y a esas alturas, ya le parecía normal. Heeseung se había convertido en el saco de boxeo de esos chicos, que lo molestaban sin piedad. Pero no encontraba las anomalías en el comportamiento de la gente hacia él, no encontraba nada de raro en cómo esos chicos lo golpeaban con incesante rabia antes sin un motivo aparente.

Si su padre lo hacía en casa, ¿por qué ellos no lo harían?

Heeseung simplemente se quedó en el suelo, retorciéndose adolorido por los golpes de aquellos compañeros de su escuela a quienes no les importó dejarlo tirado en el suelo, sangrando y lleno de hematomas. Cuando pudo levantarse, tomó su bolso de nuevo y guardó sus cuadernos, mojados y llenos de tierra. De camino a casa, tenía tanto miedo de volver que simplemente se detuvo en un parque y se sentó a llorar. Era tan miserable, todo le dolía y ya no quería seguir viviendo esa tortura a la que le llamaba "vida". Ya no quería volver a ese interminable ciclo de tortura que lo perseguía.

Para su suerte, Shim Jaehyun iba camino a su compañía para mostrarle a su hijo mayor lo que pronto también sería suyo, cuando logró reconocer al hijo de su compañero de negocios llorando en la banca de ese parque, e hizo que el conductor parara, corriendo hacia afuera para ver qué pasaba.

— ¿Heeseungie? —le preguntó, acercándose a él—. Por Dios, ¿qué te pasó? ¿Estás bien?

Heeseung levantó la mirada, para luego simplemente abrazarse a su tío Jaehyun, sin darle muchos detalles sobre lo que había pasado, solamente queriendo encontrar ese consuelo que ninguno de sus padres le iba a dar.

— Tío, estoy harto de esto— lloró, dándose el lujo de hacerlo.

Jaehyun lo abrazó de vuelta, auténticamente preocupado por su sobrino. Jaehyun encontraba una debilidad con Heeseung, el pobre chico había pasado por tanto frente a sus ojos, le recordaba mucho a sí mismo cuando tenía su edad. Más de una vez había visto cómo Lee Dongmin peleaba con su madre, sin importarle que su hijo estuviera ahí. Por eso, la distancia entre Jaehyun y Dongmin había aumentado tanto durante los años, hasta el punto de convertirse en una relación casi completa y estrictamente laboral. Por eso, no quería que Heeseung heredara la compañía.

Porque sabía que Lee Dongmin haría con Heeseung exactamente lo que su padre había hecho con él.

— Oye, estoy aquí, ¿de acuerdo? —le dijo, acariciando su cabeza—. No sé qué esté pasando, y no voy a obligarte a contarme. Sólo quiero que sepas que siempre voy a estar aquí para ti, Heeseung.

El chico apreció tanto esas palabras que su corazón no encontró otra forma de expresarlo más que abrazándolo con más fuerza. Un par de ojos curiosos bajaron del auto de su padre, elegantemente arreglado en el uniforme de la escuela australiana a la que iba a asistir, un internado muy prestigioso que sus padres habían escogido para que desarrollara también su habilidad con los idiomas. Los ojos de Heeseung se abrieron poco a poco, encontrándose con esa mirada llena de comprensión y pureza que pronto se convertiría en su escape de todo ese mundo de sufrimiento.

white day | jakehoon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora