1. El Rincón de Des

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Desa

Como cada mañana, según sale el sol, abro las puertas de mi establecimiento para quien quiera disfrutar de un delicioso desayuno casero. La poca luz solar y el silencio de las calles de la ciudad, dan los buenos días a los pocos valientes que por trabajo o por placer, pasean por las mismas intentando protegerse del frío otoñal, típico de las calles de Nueva York.

Suspiro pesadamente y doy la vuelta al cartel de la puerta que saluda con un "Abierto" a aquellas personas que quieran disfrutar de un buen café, una gran variedad de té, o incluso de algunos de los dulces que me dispongo a colocar en la vitrina entre otros muchos productos.

Antes de que el primer cliente llegue, el familiar tintineo de la campanilla de la puerta de entrada hace que una sonrisa empiece a formarse en mis labios. Sin dejar que la persona que ha accedido al local hable, me adelanto aún sin levantar la cabeza del todo.

- Buenos días Jael - lo saludo fijando mis ojos verdes en él.

- ¡Maldita sea, Des! - me repocha dramatizando -eres como un sabueso-
algún día te sorprenderé y ese día, lo marcaré en el calendario - finaliza cruzándose de brazos y haciéndose el ofendido.

Jael Gadot, mi amigo, mi hermano, mi compañero de piso, mi todo. Conocí a Jael, el día que llegué a la ciudad. Estaba perdida, no conocía nada, ni tampoco a nadie. Desde el primer momento que Jael me encontró, dormida en un parque apunto de entrar en hipotermia. Supe que sería alguien muy importante en mi vida.

No me presionó para que le contara mi historia, se limitó a ayudarme sin ni siquiera conocerme. Me ayudó a poner una denuncia en comisaria, ya que el día que llegué me robaron el móvil, mis documentos, las maletas, todo... También a obtener una copia de mis documentos de identidad y me dejó quedarme en el apartamento que compartía con otros dos inquilinos.

Cuando conseguí mis documentos y mis tarjetas, le propuse irnos a vivir juntos. Tenía un apartamento rentado y ahora que disponía de mis documentos, podía ocuparlo. En el poco tiempo que había convivido con él, me había dado cuenta que él también guardaba un secreto que le causaba dolor. Aunque solo era dos años menor que yo, lo sentí como mi hermano pequeño y quería devolverle toda la ayuda que me había dado.

Se alegró mucho, y desde entonces, tenemos una fantástica convivencia. A la que en los últimos meses, se ha unido Chris, la pareja de Jael y un muy buen amigo mío. Ambos son como mis sobreprotectores hermanos-compañeros de casa- compañeros de trabajo. Porque sí, mis dos maravillosos ángeles, son eso, ángeles.

- Es muy temprano para el melodrama- le digo acercándome a él y besando su mejilla.

- ¿Me estás llamando melodram...? - no le dejo continuar con sus dramas, le meto un pequeño bombón de chocolate que no duda en saborear.

- ¿Qué te parece? - le pregunto imapciente.

Es un nuevo bombón, que quiero sacar al público, una mezcla de tres chocolates y un toque de caramelo líquido. Lo mejor de todo es que es libre de azúcar, por lo tanto, apto para aquellas personas que no puedan tomar azúcar. Lo que no significa que no puedan comer dulce...

- Mmmm...- ese gemido de Jael me saca de mis divagaciones, haciendo que lo mire expectante a su respuesta.

- ¿Y bien? - digo rodando los ojos, sé que lo está haciendo queriendo, es un maldito.

- Esto es...¿Tiene azúcar? - pregunta de repente abriendo los ojos y mirándome con el ceño fruncido.

Niego con una sonrisa, viendo como abre los ojos de par en par mientras se acerca a abrazarme y me levanta volteándome en el aire.

Dulce y sin azúcar añadidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora