Desa
El día estaba pasando lento. La noche anterior no había dormido bien y solo quería que llegara cuanto antes la hora de cierre para poder irme a mi casa, poner música y desconectar.
Lo que había ocurrido ayer en el hospital no me había dejado descansar. Ese cretino no salía de mi cabeza. La actitud de ese cretino más bien.
¿Cómo se cree que voy a darle algo malo a su abuela? Mira que tirar la galleta... La señora Selen me había agradado. Se veía que a pesar de ser una mujer que irradia ternura, tiene su carácter. Y me alegró comprobar que también disfrutaba jugando con los niños del hospital.
Lo que no entiendo es cómo una mujer tan educada y maravillosa, tiene a un nieto tan cretino.
Si el día estaba siendo lento, siempre puede mejorar. En mi caso, en cambio es más probable que empeore.
- Ethan, solo puedo comprar una porción, entiéndelo - pide una mujer castaña a uno de los tres niños que la acompaña.
- Pero hoy es mi día, mamá - responde el niño cruzándose de brazos.
- Lo sé, cariño y siento no poder comprarte una tarta, pero...- quien deduzco es su hijo, no la deja terminar.
- Me lo prometiste y dices que las promesas siempre hay que cumplirlas - le reprocha.
Por mucho que la mujer intente explicárselo y negociar con él, el niño al que ha llamado Ethan, termina llorando. La madre, aunque intenta calmarle, solo consigue que sus tres hijos den una serenata gratuita en el establecimiento.
Entiéndase el sarcarmo. Lo siento, no he dormido bien y cuando eso ocurre, se activa en mi el modo intolerante. No es excusa, pero es lo que hay y los lloros no ayudan a calmar a mi intolerante interna reprimida.
No pudiendo prometer suficientes reservas de paciencia, pongo mi mejor sonrisa y decido intervenir.
- Buenos días - saludo saliendo del mostrador y poniéndome a la altura del mayor - un pajarito me ha dicho que hoy es tu día.
Aunque sus lágrimas sigan cayendo, sus sollozos han cesado, al igual que los de sus hermanos, cosa que agradezco. Ethan me mira sonrojado y simplemente asiente con su cabeza.
- Bueno, pues no sé si saben - digo ahora mirando a la madre y giñándole un ojo - pero aquí tenemos un regalo especial para las personas que celebran su día.
- ¿Qué regalo? - pregunta el pequeño de los tres mirándome fijamente.
- No sé si les puedo decir - les digo ganándome su total atención - solo los niños alegres pueden saberlo - continúo con una sonrisa.
- Estamos contentos - afirma el mayor dando un codazo a sus dos hermanos. Consiguiendo que estos, imiten su acción y sonrían como melones.
- Está bien, entonces sentaros en aquella mesa y ahora les llevo el regalo.
Sin rechistar y a paso firme, se dirigen a la mesa seguidos de la madre, quien me susurra un "gracias" al pasar por mi lado.
Suspiro. Por fin un poco de paz.
Les sirvo cuatro porciones de tarta y un té para la mujer, explicándoles que corre a cuenta de la casa.
- Des, un té turco y el dulce que la casa crea conveniente - me dice Camille.
- Marchando - le contesto mientras comienzo a prepararlo.
Quince minutos después tengo preparada la bandeja para que mi compañera Camille la lleve. Una bandeja de bronce con decoraciones que imitan ramas que van a juego con las de la taza de café, acompañada de un vaso de agua y el dulce tradicional turco de diversos sabores frutales.
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Dulce y sin azúcar añadido
ChickLitDesa Wilkinson, ahora conocida como Desa Wilson, es una joven impulsiva y llena de sueños, cuya vida personal se limita a su establecimiento "El rincón de Des" y sus dos amigos y única familia, Jael y Chris. Tiene sólo dos objetivos: mantener su vid...