12. Modo diosa vengativa: ON

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Desa

Los odio, los megaodio, los requeteodio.

¡Agh! Gracias a mis dos grandullones, a los que amo con locura - excepto ahora que solo obtengo pensamiento sicópatas cuando pienso en ellos - no he descansado nada desde que me sacaron de mi dulce y húmedo ¡mundo feliz! Un mundo lleno de placer, dioses y mis más candentes fantasías. Mmmm...

Los odio, los odio, los odio.

 Me siento frustrada, muy pero que muy frustrada. Entre mi escasa vida sexual de las últimas semanas y la tensión que esos tres dioses nórdicos provocan en mi cada vez que compartimos la misma estancia, juro que terminaré explotando. Sin olvidar la presión que me produce sus jodidos cambios de personalidad. 

Oh, pero esto no quedará así, por supuesto que no. El sol se apagará antes de que yo, Desa Wilkinson, deje cuentas pendientes. Si mis queridos grandullones creen que podrán pasar la resaca tranquilamente, es que todavía no me conocen.  

Misión venganza en marcha. Modo "diosa vengativa" on. (Imaginen risa maquiavélica)

Paso 1: programar y esconder el ordenador.

Me levanto de la cama con una sonrisa en mi cara que promete una dulce venganza y después de una rápida ducha, cojo mi portátil para encontrar la canción prohibida. Todas las personas tenemos alguna canción que en vez de amansarnos, como ocurre con las fieras, provoca que nazca en nosotras unas intensas ansias homicidas. En el caso de mis grandullones, aunque por diversos motivos, ambos comparten la misma. Lo peor de todo es que que se trata de una canción bastante popular que exprimieron hasta la saciedad. Está en nuestra lista prohibida de canciones. 

Río internamente como la mejor de las villanas imaginándome lo que ocurrirá cuando deje todo preparado. Una vez programada la reproducción de "Party in the USA", escondo el portátil en el falso techo de mi habitación. Tengo una hora para dejarlo todo preparado e irme antes de que empiece la función. Coloco cada uno de los altavoces, previamente vinculados al ordenador, en sitios estratégicos de casa, teniendo especial cuidado en la habitación de los chicos. Aunque para ser sincera, estoy convencida que si ahora el techo cayera ellos ni se inmutarían. Antes de salir de la habitación, echo un vistazo y tengo que hacer uso de todo mi autocontrol para no reírme. Dos enormes hombres en bóxer, abrazados como ositos amorosos y soltando baba. 

Creo que me están empezando a dar penita...¡Nah!  

Por si acaso saco un par de fotos, para futuros chantajes. 

Paso 2: Cambiar el tono de llamada de los móviles de los grandullones

Agradeciendo que dejarán sus teléfonos en la sala, cojo el de Cris y descargo la melodía que simula una sirena de bomberos, poniéndolo como tono de llamada. Hago lo mismo con el teléfono de Jael, pero en este caso lo que pongo como tono es una grabación mía gritando "¡Fuego!" y en vez configurarlo como tono de llamada, lo programo para que se reproduzca en bucle. Dejo el móvil de Jael en el pasillo, cerca de la puerta de la habitación y en el descansillo de la entrada dejo el de Cris. Ambos minuciosamente escondidos. Paso dos, terminado.

Paso 3: El ojo que todo lo ve.

¿Qué sería una venganza sin poder verla? Prácticamente como no hacerla, ¿no? 

Pongo las pequeñas cámaras que usamos para hacer vídeo conferencias en el ordenador: la primera, encima del armario de la habitación de los chicos; la segunda, en el marco de la puerta de la sala; y la última, en la lámpara que cuelga del techo de la sala. Tras comprobar que las imágenes llegan correctamente a mi teléfono móvil, me pongo el abrigo y cogiendo mi bolso me voy cerrando la puerta sin hacer ruido. Y con una gran sonrisa de victoria, me encamino a abrir la cafetería. 

Dulce y sin azúcar añadidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora