~ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅɪᴇᴄɪꜱᴇɪꜱ~

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A la mañana siguiente los cálidos rayos del sol junto al son del canto de las aves te saludaron al despertar.

Es otro día...

Piensas. No pierdes más el tiempo por lo que te levantas preparándote para volver a encontrarte con Raiden.

Caminas por los pasillos en busca de alguna voz familiar, doblas una esquina dirigiéndote al salón, sin embargo, no hubo ni una presencia en el lugar.

Mhm ¿acaso dormí demasiado? pensé que me encontraría con los chicos.

Ves un cesto de manzanas sobre la mesa por lo que te acercas para tomar una, das una rápida mordida siguiendo en busca de Raiden.

Sales al patio delantero, a lo lejos veías a Liu Kang de pie manejando el fuego de sus manos y a unos cuantos metros a Kung Lao lanzando su sombrero al aire, lo más normal hasta ahora. Esta vez no te acercaste a ellos para no interrumpirlos.

Deambulaste por el jardin, pasando por la cúpula, seguido de la fuente, aquel lugar donde Raiden te comentó sobre las estrellas.

Rodeas la fuente mirándola con más detalle mientras mordías la manzana, sin embargo, tu atención fue captada por la buena vista hacia el bosque debajo de la montaña con arroyos que lo rodeaban.

En ese instante, pasos ligeros se oyeron a tus espaldas, bajas un poco la mirada hasta notar la sombra de alguien con sombrero acercarse, te das la vuelta para ver la distintiva figura de Raiden, sólo que ésta vez usa sus túnicas completamente blancas sin el chaleco azul con el que acostumbra vestirse.

—Estaba esperándote.

Dices mirándolo por encima de tus hombros regresando la vista hacia las montañas.

—Mil perdones si te hice esperar demasiado, he estado ocupándome de unas cosas.

Dice Raiden con una ligera sonrisa plasmada en su rostro.

—Oh, no te preocupes por ello, no estoy molesta ni nada por el estilo...—Continúas.—Por cierto... ¿iremos al mismo lugar de ayer? ¡porque estoy ansiosa por empezar!

Dices entusiasmada como dirigiéndote a la azotea del Templo donde Raiden te llevó ayer.

—De hecho, hoy no entrenaremos aquí, S/n.

Te detienes en seco.

—¿Ah no?—Preguntas inclinando levemente la cabeza.

—Viendo que todavía no tienes un control adecuado de tus poderes puede que llegue a ser riesgoso practicar en lugares cerrados.

Automáticamente pensaste en aquel monje con quien chocaste por accidente.

—Oh... entiendo.—Dices un poco avergonzada llevando tus manos atrás mientras bajas levemente la mirada.—¿Y... a dónde iremos?

—Esperaba que me lo preguntaras.

Con una sonrisa plasmada en su rostro él respondió haciendo una señal con su mano para que lo siguieras.

Tras bajar las escaleras del Templo lo seguiste por un camino de piedras disparejas adentrándose en el bosque, en el camino viste los postes con faroles, sin embargo se encuentran apagados, es lógico puesto que es de día y la luz del sol ilumina el camino a través de las hojas de los árboles.

Cabe resaltar que ya habías contemplado maravillas de la naturaleza puesto que Edenia estaba lleno de ello, hermosos paisajes que siempre finalizaban en cataratas, sin duda un verdadero paraíso.

Oyes el sonido del agua a lo lejos, entrecierras los ojos mientras llevas tu mano a la altura de la frente pudiendo visualizar el riachuelo que habías visto antes en el Templo.

《Mundos Opuestos》[Raiden x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora