XVIII

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— Ha sido genial, ¿cierto? – La voz de Grace me hizo chistar bajito

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— Ha sido genial, ¿cierto? – La voz de Grace me hizo chistar bajito. En serio, no podía soportarla, y lo peor es que estaba renuente a hacerlo, y el motivo es que estaba consumiéndome en mi bilis repleta de ácidos.

— Como tú. – La desfachatez de Carl me tomó desprevenida. Mirándolo incrédula al comprobar que estaba coqueteándole a la pareja de nuestro (su) cliente. Erwin parecía ajeno a esas acciones, ignorante del cazador que era Carl. Un hombre discreto a nivel personal que no dejaba que supieran cuantas mujeres habían calentado su cama, sin embargo, yo sí, y eran más que los dedos de mi cuerpo. Sin embargo, algo que nos había mantenido a flote desde el inicio de nuestra vida juntos era que, no teníamos intereses físicos el uno por el otro, algo que agradecía.

Carl era un hombre guapo, muy guapo, que nunca había entablado una relación amorosa que durará más de lo que podía durar una película de Marvel.

Empero, su honestidad era tajante, ninguna mujer, jamás fue a la oficina a exigir explicaciones o hacer espectáculos absurdos donde no ganaría nada. Carl siempre iba de frente, te gustara o no. Algo que admiraba y debí aprender antes, podía entenderlo ahora, viendo la mirada perdida de Erwin entre la multitud del restaurante donde íbamos a cenar y brindar por el éxito de la feria.

— Es momento de brindar, - agregó Carl. Las copas fueron elevadas, solo nosotros 4 en un restaurante aleatorio del centro de Nueva York, con la noche acunándonos en sus brazos que nunca descansaban. Derroté todos los impedimentos metales que frenaban mi cabeza, volteando con certeza hasta él. Clavándome en su mirada que ya estaba enfocada en mí. — por Erwin y su maravillosa obra. – Sentenció. La felicidad escapa por cada uno de sus poros. No podía evitar sentirme de la misma forma. Habíamos pensado no participar en la feria anual este año, por motivos que redundarían mi mente cíclica, pero ahora, después de tantas extrañas causalidades, todo había sido un éxito rotundo.

Un libro que atraparía a las personas, mostrándoles un mundo diferente que, ¡mierda! No podía opinar sobre todo el libro, no había sido lo suficientemente valiente para terminarlo.

— Unas palabras, cariño. – Pidió melosamente Grace. La fulminé con la mirada, queriendo decir algo que destruyera su sonrisa blandengue. Erwin le sonrió con honestidad, iluminando su mirada al tiempo que negaba con gracia.

— Pues bien, gracias por tu insistencia, Grace... - comenzó. — no me gusta mucho hacer esta clase de actos, pero teniendo en cuenta que es algo importante, - su sonrisa iluminó mi existencia por un momento. — me gustaría agradecer la receptividad de esta obra, forma parte de mi vida, una promesa que había olvidado tenía que cumplir.

"Y ahora, después de haber hecho lo que tenía que hacer, solo me queda afrontar las consecuencias de mis actos, seguro de que el final será lo que un día se juró." – Su mirada aprenso la mía, un segundo que pareció una eternidad dolorosa. Lo veía con claridad, la decisión de dejarme libre, sin la necesidad de otra palabra.

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