El frío se coló por mi piel, percatándome que había estado bajo la intemperie del himalaya por más tiempo del racional. Sin embargo, el calor todavía no abandonaba mi cuerpo. Sonreí, el jubilo estaba a tope en mi cuerpo. Me levanté con cuidado, estirando mi cuerpo después de haber tenido el mejor sexo de mi vida, de nuevo junto a Erwin.
Me bastó poner un pie dentro de la cabaña para darme cuenta que el monje me esperaba.
—Me alegra saber que lo que un día se dijo, hoy se cumplió. – Era la primera vez que lo veía sonriendo. Mostrando un semblante relajado, quitándose la presión de unir a dos testarudos que ya se habían encontrado.
— Gracias. – Dije. Solemne. Le debía mucho.
— Ha sido un trueque, ustedes me instaron a aprender sobre los sueños para enseñarles como conseguirse de esa forma.
— Ha sido difícil.
— Ha sido necesario. ¿Leerás su libro? – Negué. Las palabras que le había dado a Erwin eran verdad. No quería leer sobre nosotros, quería escribirlo sin premoniciones, ansias o miedos.
— Hacerlo solo me mantendrá a la espera de algo, es mejor personalizar su libro, ahora somos los dos quienes escribimos. – El monje amplio su sonrisa. De pronto una duda azotó mi cerebro. — Nunca me has dicho tu nombre. – Solté. El monje se levantó, dirigiéndose a la habitación que ocupaba.
— Shuìmián, mi nombre es Shuìmián. – Contestó. Me pareció un nombre gracioso, no esperé ofenderlo, pero no pude retener la carcajada que escapó de mis labios.
— ¿Significa algo? – Pregunté entre risas. Intentando no burlarme más, aunque Shuìmián no parecía ofendido.
— Morfeo... - Soltó. Dejándome con una sonrisa sorpresiva en mis labios, jodida vida, quise decirle, tan tramposa y cínica. Ahora todo comenzaba a tener un sentido extraño, sin embargo, repleto de lógica. Podía volverme filosófica, incluso mística, pero no valía la pena.
A veces, solo a veces, quedarse con la incógnita es mejor que saber la verdad.
Me dirigí a la habitación que ocupada desde hacía ya más de 3 meses. Cogí la maleta y empaqué. Era el momento de partir, sonreí, contenta al saber que podría verlo otra vez, ahora de una forma diferente, dándonos la oportunidad de estar juntos físicamente.
Me recosté sobre la cama, pensando en lo extraña que era la vida, como todo cambia de forma increíble por un solo suceso. A veces una ventisca fuerte evita que vayas a un lugar.
La sonrisa de alguien alegra tu día.
La palabra de otra puede destruirlo.
Son sucesos, diminutos, efímeros que pueden cambiar la perspectiva de tu vida para siempre.
Mi vida había cambiado por un sueño, algo lejano que se volvió tangible.
Suspiré. Mirando el techo, tatuando una sonrisa en mis labios que sería imborrable a partir de ahora.
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ONIR
RomanceClaire Ellis comienza a experimentar unos extraños sueños húmedos, con un hombre desconocido que le demostrará que la vida es más amplia de lo que conocía. Ser asistente editorial nunca se había tornado tan increíble. La feria del libro se acerca...