XXI

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Me explicó la diferencia entre un sueño y una pesadilla

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Me explicó la diferencia entre un sueño y una pesadilla. El como el subconsciente te decía de formas diferentes las cosas que no estaban funcionando de forma adecuada en tu vida, eso lo hacia mediante pesadillas.

Los sueños en cambio eran ese otro mundo que no lográbamos racionalizar. El viento que no vemos, pero que existe.

Así que las lecciones comenzaron, acompañada de su voz guía, de la confianza de caminar por lugares inexplorados siempre de su mano, de la paciencia que lo definía ante mis preguntas curiosas para intentar entender que el mundo era más de lo que siempre había pensado.

3 meses pasaron con rapidez, 90 días que me hacían entender que el tiempo no es real. Incluso cuando nos anclamos a él.

Y llegó esa noche, donde ante la mirada optimista que me regaló decidí sumergirme en el mundo onírico independientemente. Consciente de sus peligros.

Frente a las montañas más altas, el cielo estrellado, el corazón bombeando tanta sangre como podía. Mis labios morados por el frío descomunal que se colaba entre las ropas gruesas.

Respiré, concentrándome como había aprendido en mi respiración. Comprobando que el frío ya no contraía mi epidermis.

Comencé la cuenta regresiva, volví a ver la farola sobre mi cabeza, el suelo de piedra sosteniendo mis pies cubiertos por unas sandalias gladiadoras que llegaban a mis rodillas desnudas. Un vestido blanco por mis muslos, con encaje en el escote sutil en forma de V que permitía vislumbrar el inicio de mis senos.

Comencé a caminar, decidida a encontrar los ojos mentolados que ocupaban el 90% de mis pensamientos.

El prado apareció ante mí, las personas charlando, los desconocidos haciendo conexiones que se borrarían al despertar, niños caminando con seguridad, adultos perdidos entre la multitud.

Yo caminando con una meta entre mis cejas.

En ese momento la succión comenzó a generarse en el centro de mi estómago, indicándome que era el momento de cambiar el paisaje que me rodeaba. Mis manos sudaron, mi corazón se detuvo por una fracción milimétrica, expectante por lo que vendría.

Exhalé todo el aire en mi interior, vaciándome del miedo que se había esparcido por mi espalda hasta querer paralizar mis piernas. Sin embargo, la decisión nublaba ese temor que anhelaba con frenar mis pasos.

Entonces me encontré en una vieja cabaña, las tinieblas espesas dificultaban mi visión, sin embargo, sentía su presencia.

Mi boca se secó, mi lengua humedeció mis labios. No se había percatado de mi presencia, un vago resplandor lunar iluminó el perfil de su rostro. Tan guapo como siempre, ausente como nunca lo había visto.

No había racionalizado cuan realmente lo extrañaba hasta que bajé mis ojos hasta sus labios y lo vi suspirar, escuché las palabras escondidas en ese suspiró, las mismas que se habían grabado en mi pecho.

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