El cuarto año de Jade había sido un tanto complejo, en todos los sentidos.
Si bien habían cosas las cuales le alegraban que hayan pasado... habían otras las cuales... habían sido algo enredosas.
Sin embargo no se compararía con este año.
¿Su mejor a...
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Ambos habían seguido viendo la película, o lo más que se podía porque de vez en cuando tenían una que otra sesión de besos. Una hora antes de que llegaran los Dursley, Jade había decidió regresar a casa y Harry la había acompañado hasta el transporte público.
Cuando se despidieron Jade le dijo al azabache que la próxima vez que se vieran seria en el cumpleaños de él. Aquello había emocionado a Harry, pues sería la primera vez que estaría acompañado en su cumpleaños. Y que mejor que su novia para ser parte del día.
—¿Ya quieres cenar? —le preguntó Sofía. Una hora después de que había llegado.
—Si claro —respondió lavando sus manos.
—¿Cómo te fue con tu amiga? —cuestionó Alexander, se encontraba escribiendo en un cuaderno.
—Pues creo que bien... si, así.
Mientras Sofía les colocaba los platos con comida se hizo un silencio incómodo.
—También pensé en ir a visitar a Ron —mencionó la adolescente comenzando a comer.
—¿En estos días o hasta que estés con Sirius?.
—Bueno, yo estaba pensando en la posibilidad de que...
Ella guardo silencio al escuchar un ruido en la sala.
Alexander frunció el entrecejo y lentamente se levantó. Les hizo una seña para que ellas no se movieran.
Sofía negó, no iba a dejar que sólo su esposo se expusiera a un posible peligro.
Y Jade no se quedó atrás porque tampoco hizo caso; agarro su varita, que se mantenía sujetando su cabello, y comenzó a caminar detrás de Alexander y Sofía.
Lentamente salieron de la cocina para dar paso a la sala.
—Tú debes ser la famosa... Jade —dijo la voz de un hombre. Se encontraba de espaldas y jugando con un artefacto en sus manos, JJ no tardó en comprender que se trataba de una varita.
Alexander y Sofía cubrieron a Jade.
—¿Quién eres? —musitó Alexander.
—Me impresiona —siguió hablando sin hacer caso omiso— que teniendo la oportunidad de vivir en una mansión, escojas... esto —parecía mirar la gran casa—. Es considerable, no lo negaré, pero sigue siendo pequeña a comparación de una mansión.
—¿Quién eres? —repitió Sofía.
—Era de esperar, es hija del traidor de Sirius Black. Se conforma con poca cosa —otra voz sonó en la sala. Este hombre si los miraba. Aunque tenía una máscara puesta y la túnica con capucha cubría el resto del cuerpo. Lo pudo reconocer como mortifagos, si, ella recordaba como se veían.
