El cuarto año de Jade había sido un tanto complejo, en todos los sentidos.
Si bien habían cosas las cuales le alegraban que hayan pasado... habían otras las cuales... habían sido algo enredosas.
Sin embargo no se compararía con este año.
¿Su mejor a...
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—Dígame, ¿cuánto tiempo hace que enseña en Hogwarts? —le preguntó Umbridge a Snape con la pluma apoyada en el pergamino.
—Catorce años —respondió Snape. La expresión de su rostro era insondable.
—Tengo entendido que primero solicitó el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿no es así? —inquirió la profesora Umbridge.
—Sí —contestó Snape con serenidad.
—Pero ¿no lo consiguió?
Snape torció el gesto y respondió:
—Es obvio.
Ron ahogó una carcajada.
—Y desde que entró en el colegio ha solicitado con regularidad el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿verdad?
—Sí —contestó Snape, imperturbable, sin mover apenas los labios. Parecía muy enfadado.
—¿Tiene usted idea de por qué Dumbledore ha rechazado por sistema su solicitud? —inquirió la profesora Umbridge.
—Eso debería preguntárselo a él —dijo Snape entrecortadamente.
Y entonces se dio la vuelta, fue hacia Parkinson y empezó a interrogarla sobre las clases. Snape aprovechó el momento y le dio un golpe a Ron con el libro, quien no se lo esperaba.
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—Nada de entrenamientos de quidditch —murmuró Angelina con voz apagada aquella noche cuando los cuatro entraron en la sala común después de cenar.
—Pero ¡si he controlado mi genio! —exclamó JJ, horrorizada—. No le he dicho nada, Angelina, te lo juro...
—Ya lo sé, ya lo sé —dijo Angelina con tristeza—. Me ha dicho que necesita un poco de tiempo para pensarlo.
—Para pensar ¿qué? —preguntó Ron muy enojado—. A los de Slytherin les ha dado permiso. ¿Por qué no va a dárnoslo a nosotros?
—Bueno —comentó Hermione—, miren la parte positiva del asunto. ¡Al menos ahora tendrán tiempo para escribir la redacción para Snape!
—¿Ésa es la parte positiva? —le espetó Harry mientras Ron y Jade miraban con incredulidad a Hermione—. ¿Una redacción de Pociones en lugar de un entrenamiento de quidditch?
Con tan solo ver los trabajos que tenía que hacer, JJ se cansó.
—¡Papá! —exclamó ella. Horas después estaba sentada al revés en el sillón cerca de la chimenea.
