15.- ¿𝐀𝐋𝐆𝐎 𝐃𝐄 𝐏𝐀𝐑𝐄𝐉𝐀𝐒?

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El tren avanzaba traqueteando a través del campo. Hacía un día extraño, un tanto inestable; tan pronto el sol inundaba el vagón como pasaban por debajo de unas amenazadoras nubes grises.

—¿Saben qué me regalaron por mi cumpleaños? —preguntó de repente Neville.

—¿Otra recordadora? —aventuró Harry, jugando delicadamente con el cabello de JJ.

—No. Aunque no me vendría mal una, porque perdí la vieja hace mucho tiempo... No, miren...

Metió la mano con la que no sujetaba con firmeza a Trevor en su mochila y, tras hurgar un rato, sacó una cosa que parecía un pequeño cactus gris en un tiesto, aunque estaba cubierto de forúnculos en lugar de espinas.

—Una Mimbulus mimbletonia —dijo con orgullo, y se quedaron mirando aquella cosa que latía débilmente y tenía el siniestro aspecto de un órgano enfermo—. Es muy, muy rara —afirmó Neville, radiante—. No sé si hay alguna en el invernadero de Hogwarts. Me muero de ganas de enseñársela a la profesora Sprout. Mi tío abuelo Algie me la trajo de Asiria. Voy a ver si puedo conseguir más ejemplares a partir de éste.

—¿Hace... algo? —preguntó Jade. No era muy fan de la botánica.

—¡Ya lo creo! ¡Un montón de cosas! —exclamó Neville con orgullo—. Tiene un mecanismo de defensa asombroso. Mira, sujétame a Trevor...

Entonces puso el sapo en las piernas de Jade, quien las tenía arriba de las de Harry. Sacó una pluma de su mochila. Los saltones ojos de Luna volvieron a asomar por el borde de su revista para ver qué hacía Neville.

Éste, con la lengua entre los dientes, colocó la Mimbulus mimbletonia a la altura de sus ojos, eligió un punto y le dio un pinchazo con la punta de su pluma. Inmediatamente empezó a salir líquido por todos los forúnculos de la planta, unos chorros densos y pegajosos de color verde oscuro. El líquido salpicó el techo y las ventanas y manchó la revista de Luna; Ginny, que se había tapado la cara con los brazos, quedó como si llevara un viscoso sombrero verde, Jade fue cubierta por el cuerpo de Harry, y este recibió un chorro sólo en la mitad de su cara.

El líquido olía a estiércol seco. Neville, que también se había manchado la cara y el pecho, sacudió la cabeza para quitarse el líquido de los ojos.

—Perdón por no usar... —balbuceó JJ.

—Está bien, no importa —la interrumpió Harry.

—Lo... lo siento —dijo Neville entrecortadamente—. Todavía no lo había probado... No me imaginaba que pudiera ser tan... Pero no se preocupen, su jugo fétido no es venenoso —añadió, nervioso.

𝐉𝐀𝐃𝐄 𝐘 𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐃𝐄𝐍 𝐃𝐄𝐋 𝐅É𝐍𝐈𝐗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora