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En el viaje a carruaje se fijaron si la cabaña de Hagrid tenía luz pero tuvieron una respuesta negativa, lo cual comenzaba a preocuparles.
—Ahí tampoco está.
Recorrieron la mesa de profesores con la mirada, aunque en realidad no hacía falta: por su estatura, Hagrid destacaba enseguida en cualquier lugar.
—No puede haberse marchado —comentó Ron, que parecía un tanto angustiado.
—Claro que no —dijo Harry firmemente.
—No le habrá... pasado nada, ¿verdad? —sugirió Hermione con inquietud.
—No —respondió Jade de inmediato.
—Pero entonces, ¿dónde está?
Se produjo una pausa, y luego Harry dijo en voz baja para que no lo oyeran Neville, Parvati y Lavender:
—A lo mejor todavía no ha vuelto. Ya saben... de su misión, de eso que ha estado haciendo este verano para Dumbledore.
—Sí... Sí, debe de ser eso —coincidió Ron, más tranquilo. Pero Hermione se mordió el labio inferior y siguió recorriendo la mesa de los profesores con la mirada, como si allí fuera a encontrar alguna explicación convincente a la ausencia de Hagrid.
—¿Quién es ésa? —preguntó Jade, señalando hacia la mitad de la mesa.
Dumbledore tenía la cabeza inclinada hacia la mujer que estaba sentada a su lado, que le decía algo al oído. Era rechoncha y bajita, y tenía el cabello pardusco, corto y rizado. Se había puesto una espantosa diadema de color rosa que hacía juego con la esponjosa chaqueta de punto del mismo tono que llevaba sobre la túnica. Entonces la mujer giró un poco la cabeza para beber un sorbo de su copa, vieron un pálido rostro que les recordaba al de un sapo y dos ojos saltones y con bolsas.
—¡Es Umbridge! —dijo Harry.
—¿Quién?
—¡Estaba en la vista! ¡Trabaja para Fudge!
—Bonita chaqueta —comentó Ron con una sonrisa irónica.
—¡Trabaja para Fudge! —repitió Hermione frunciendo el entrecejo—. Entonces, ¿qué demonios hace aquí?
—No lo sé...
Hermione volvió a recorrer la mesa de los profesores con los ojos entornados.
—No —murmuró—, no, seguro que no...
La profesora Grubbly-Plank, acababa de aparecer detrás de la mesa de los profesores; fue hasta el extremo de la mesa y se sentó en el lugar que debería haber ocupado Hagrid. Eso significaba que los de primer año ya habían cruzado el lago y habían llegado al castillo; y en efecto, unos segundos más tarde se abrieron las puertas del Gran Comedor. Por ellas entró una larga fila de alumnos de primero, con pinta de asustados, guiados por la profesora McGonagall, que llevaba en las manos un taburete sobre el que reposaba un viejo sombrero de mago, muy remendado y zurcido, con una ancha rasgadura cerca del raído borde.
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𝐉𝐀𝐃𝐄 𝐘 𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐃𝐄𝐍 𝐃𝐄𝐋 𝐅É𝐍𝐈𝐗
FanfictionEl cuarto año de Jade había sido un tanto complejo, en todos los sentidos. Si bien habían cosas las cuales le alegraban que hayan pasado... habían otras las cuales... habían sido algo enredosas. Sin embargo no se compararía con este año. ¿Su mejor a...