39.- 𝐃𝐄𝐒𝐕𝐄𝐋𝐎

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Papá todavía está vivo. Salgo ahora para San Mungo. Quédense donde están. Les enviaré noticias en cuanto pueda.
Mamá.

—Todavía está vivo... Pero eso suena como si...

—¡Kreacher, trae cerveza de mantequilla para todos! —interrumpió Jade a George, para que no terminara aquel pensamiento—. ¡¿Kreacher, dónde estas?!

Habían salido del despacho de Dumbledore al confirmar que lo que Harry había dicho era verdad. Usaron un traslador para llegar a Grimmauld Place, donde fueron recibidos por Sirius.

JJ no había parado de tratar de tranquilizar a los Weasley.

Horas después ella se había sentado en el suelo de la sala, a su lado derecho Fred y al otro George, ambos casi acostados, recargando su cabeza en los hombros de la pelinegra. En sus piernas Ron y Ginny, cada uno aferrándose a una pierna de JJ. Todos los Weasley parecían estar cómodamente dormidos, al encontrar en la chica esa calidez que necesitaban.

Sin embargo, Jade también quería estar con Harry y su padre.

Sirius por no haber estado cerca de él en tres meses.

Y Harry por la gran incertidumbre que desprendía, se notaba en su rostro cuando se miraban, sus ojos le rogaban por un abrazo.

A las cinco y diez de la mañana, se abrió la puerta de la cocina y por ella entró la señora Weasley. Estaba extremadamente pálida, Jade despertó con cuidado a los Weasley, ella forzó una frágil sonrisa.

—Se pondrá bien —afirmó con una débil voz que denotaba cansancio—. Sigan durmiendo. Más tarde podremos ir a verlo. Bill se ha tomado la mañana libre y está haciéndole compañía.

Fred se desplomó en una silla y se tapó la cara con las manos. George y Ginny fueron corriendo hacia su madre y la abrazaron. Ron soltó una risotada temblorosa y se terminó la cerveza de mantequilla de un solo trago.

—¡A desayunar! —dijo Sirius en voz alta y con regocijo mientras se levantaba—. ¿Dónde está ese maldito elfo doméstico? ¡KREACHER! —Pero Kreacher no acudió a la llamada—. Bueno, da lo mismo —murmuró, y se puso a contar a las personas que tenía delante—. A ver, desayuno para... ocho... Huevos con beicon, supongo, un poco de té, tostadas...

—Déjame ayudarte... —susurró Jade, acercándose a su padre.

—No quiero ni pensar qué habría pasado si no llega a ser por ti, Harry —dijo la señora Weasley con voz apagada, abrazándolo—. Quizá hubieran tardado horas en encontrar a Arthur, y entonces habría sido demasiado tarde, pero gracias a ti él está vivo y Dumbledore ha podido inventarse un buen pretexto para explicar que estuviera donde estaba; no te puedes imaginar los problemas que habría tenido de no ser así; mira lo que le ha ocurrido al pobre Sturgis...

𝐉𝐀𝐃𝐄 𝐘 𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐃𝐄𝐍 𝐃𝐄𝐋 𝐅É𝐍𝐈𝐗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora