V. Denki Kaminari.

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V. Denki Kaminari.

Narración omnisciente:

Caminaba con algo de dificultad por el desalado vecindario. No había ni un solo ser vivo, lo cual lo alegraba en cierta parte, puesto que no se encontraba de lo más presentable, estaba con mordidas, chupones y cojeando. Además, no estaba del mejor humor para soportar a alguien, su previa discusión con sus hermanos lo había dejado refunfuñando. Y el frío que sentía tampoco le hacía la persona más agradable. Aún tenía el frasco de pastillas en sus manos, a pesar de ser la razón por la cual salió de casa en primer lugar.

—Estúpido, piensa que porque es lindo puede hacerme doblegar, pues no maldito idiota, no puedes. — Y con esas palabras detuvo su andar para tirar el frasco con las pocas fuerzas que le quedaban, dándose la vuelta se dispuso a irse, sin notar que sin querer había apuntado a la cabeza de una persona.

—¿¡Pero qué mierda!? — Al escuchar el grito sintió un leve escalofrío. —¡Maldito idiota, si vas a tirar tu basura, hazlo bien! —

Se dio lentamente la vuelta y encontró la razón por la que se había mudado de casa. Katuski Bakugo estaba ahí. Con un suéter y dos bolsas blancas en sus manos. Ambos se miraron en completo silencio. Katsuki estaba sorprendido por lo que miraba, era su autodenominado mejor amigo con una apariencia mal cuidada. Toda su apariencia dejaba poco a la imaginación. No había dudas de lo que había estado haciendo. Denki, al contrario, solo estaba aún más sorprendido, tenía el conocimiento de que el cenizo vivía cerca de la casa de Izuku, más nunca pensó que se lo encontraría.

Lo único que a su mente le llegaba era actuar. Tendría que hacerlo si aún quería vivir cómodamente en la liga, ya no era un niño pequeño al que podrían castigar quitándole su juego favorito, ahora podrían acabar con su vida. Hizo una rápida lista mental de lo que pensó podría servir para salirse con la suya y de que luego no hubiera dudas de que él era una buena persona. Y si aún quedaba algún tipo de pizca de humanidad en el cuerpo podrido de Bakugo podría apelar a aquello.

—Yo...— Empezó a hablar mientras la idea llegaba a su cabeza de manera rápida. —Yo...— Repitió soltando algunas lágrimas y cayendo al piso.

Empezó a hipar y las lágrimas no pararon. Bakugo con su poca estima hacia su amigo, se le acercó para tratar de calmarlo, pero este no hacía más que tratar de alejarse. Y aquellas fueron las últimas acciones que hicieron que sus dudas sé disiparan. Sus pensamientos fueron de un lado a otro, nunca creyó que vería a la persona más optimista que conocía llorar y romperse frente a él, pero ya lo había vivido antes, ya no podría soportar perder a otro amigo por su egoísmo. Se sentó al lado suyo y lo abrazó aún con las resistencias.

—Por favor cálmate, yo estoy aquí. — Murmuro aún en ese abrazo medio extraño.

¿No han sentido alguna vez que no pertenecen a un lugar? Pues Denki lo había sufrido desde antes de estar en la liga. Cuando era solo un niño. Sus padres siempre habían sido los más amorosos con él. Solo eran tres, una pequeña familia de clase media-alta. Su padre trabajaba en una gran empresa y su mamá venía de una familia acomodada, por lo cual nunca trabajó dedicándose solo a mantener la casa y a su cuidado.

Pero en medio de todo eso siempre había infelicidad. Pues no se sentía perteneciente a su casa. Su padre siempre trabajaba y cuando llegaba a casa intentaba jugar con él, luego cenaban y le daban de cenar. Su mamá cocinaba y siempre, antes de entregarle sus comidas, le ponía un condimento especial, solía decir que era para que sepa mejor, pero nunca le ponía a su plato o al de su padre.

Así que una noche se dispuso para hacerlos feliz como él lo era cada que comía la comida. Sus padres acostumbraban hablar a solas antes de cenar y esa noche no era excepción. Por lo que, aprovechando la distracción, se acercó a la comida aun calentándose en el fogón. Ayudándose con un banquito que usaba para alcanzar el lavamanos del baño, dejó caer algo del condimento de su mami en la olla de comida, pero sintió que era poco, así que le echo todo lo del frasco y con el cucharón de madera que se encontraba cerca agito la olla. Sería una sorpresa para ellos.

Ya no es un ángel  - Dekubowl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora