Audrey
No sé cuantas copas tomé anoche con Logan ni que hora era cuando me despertó el sonido de mi teléfono.
Me levanté y me desperecé gritándole al teléfono que ya iba como si pudiera oírme.
Cuando lo tuve en la mano no me molesté ni en mirar quien era, directamente conteste.
-¿Si?-pregunté.
-¿Audrey?- contestaron al otro lado de la línea.
-¿Mamá?¿Qué pasa?
-Es el abuelo, ha muerto hace unos minutos. ¿Por qué no has venido a verle? ¿No te lo dijo Logan? - dijo ella defraudad.
- Logan si me lo dijo, fui yo quien se negó a ir, en serio, mamá, después de todo lo que me hizo ¿Crees que iba a ir a verlo?.
-Era su último deseo, quería disculparse.
-Pues que se lo hubiese pensado mejor antes de venderme a una trata de blancas con solo dieciséis años.
-Cielo, todos cometemos errores.
-No, mamá, eso no fue un error, eso fue ambición, egoísmo e hipocresía. ¿O es que no lo ves?
-¿Vendrás por lo menos al funeral?- preguntó mi madre un poco desesperada.
-Eso no te lo crees ni tú, mamá y que te quede claro, no pienso volver a Los Ángeles nunca, estoy muy bien aquí.- concluí y colgué dejando a mi madre con la palabra en la boca.
Intenté volver a dormir pero la conversación con mi madre y este horrible dolor de cabeza me lo impidieron.
Me levanté y salí de la habitación con cara de muerta. Menos mal que hoy era sábado y no tenía que ir al trabajo.
Avance por el pasillo y llegue a la cocina donde estaba Sebastián.
-Hola.- le salude.
-Hola, Audrey.- se giró para mirarme y puso cara de horror.-¿Una mala noche?
-Mejor dicho un mal despertar ¿No habrá aspirinas?
-Espera un momento, ahora te traigo una, pero tomate un café, eso te ayudará a espabilarte.
-Gracias.-
Sebastián salió de la cocina y yo me serví una buena taza de café.
No tardó mucho en volver con una aspirina. Se acercó a mí y me la dio.
-Toma.
-Gracias, Sebastián.-
Él volvió a coger su taza que había dejado a medias y le dio un sorbo.
-Audrey, ¿Qué te pasa?-preguntó Sebastián con preocupación
-Nada de lo que preocuparse, en serio, es que hablar con mi madre no me sienta bien.
-¿Seguro que es solo eso?
-Te lo prometo.- dije con una sonrisa que me ayudara a convencerle.
-Pues te quería proponer una cosa.
-Soy todo oídos.
-Pues hoy es el cumpleaños de Kaden y Lexi le ha organizado una fiesta en su discoteca favorita.
-¡No me jodas! ¡Es su cumpleaños! ¿Cómo es que no me lo habías dicho antes? ¡Te voy a matar y a Lexi también!
Sebastián se rió en respuesta
-¿A qué hora es y dónde?- pregunté.
-Ahora te paso la ubicación y la hora.
-Genial, pero no os voy a perdonar que no me hubieseis dicho antes que es su cumpleaños, no tengo regalo y no sé qué regalarle.
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Más allá de lo racional
RomanceAudrey Hamilton es libre, rebelde e independiente. Nunca le han gustado los juegos de sus padres por eso ellos hartos de su comportamiento deciden mandarla a vivir a Nueva York, concretamente, a casa del hijo de unos amigos suyos, Logan Ross, un chi...