Audrey
Seis años antes
La alarma sonó a las nueve de la mañana pero yo llevaba despierta desde antes.
Estuve dando vueltas por la cama hasta que empezó a doler todo el cuerpo. Me desarrope y me incorpore. Al salir de la cama anduve hasta las ventanas y abrí las cortinas para que entrase el sol de buena mañana. Por un segundo me quedé observando el jardín, el agua de la piscina tranquila, el jardinero podando los arbustos y los pájaros revoloteando. Al ver esa imagen sentí paz y quise aprovechar esa estampa para coger mi libreta e ir al balcón y sentarme a escribir un rato.
Después de un rato y un par de páginas llenas de pensamientos y sentimientos me levanté y volví a la habitación.
Dejé la libreta sobre la mesa del escritorio e instantáneamente mis ojos miraron el reloj que colgaba de la pared. Eran las diez de la mañana.
Fui al baño y me di una ducha. Tras terminar, envuelta en un albornoz blanco me metí en el vestidor en busca del conjunto perfecto, al final me decante por unos leggins negros, un top verde militar con una sobre camisa y mis Converse favoritas. Me mire en el espejo y me encanto. Al look le añadí unos pendientes en forma de perla, unas pulseras y mi gargantilla en forma de estrella.
Luego me maquillé y mi melena la dejé suelta pero le añadí unas ondas desenfadadas que le daban un toque especial al look completo.
Cogí mi bolso y baje a desayunar.
No me moleste en ir al comedor porque era tardísimo, había tardado mucho en arreglarme y no me quedaba mucho tiempo así que fui a la cocina, me hice un café y me comí una manzana.
Estaba terminando la manzana cuando me llegó un mensaje, inmediatamente lo mire e inconscientemente sonreí.
En cinco minutos estoy en la entrada de tu casa.
Nunca un mensaje me había hecho tan feliz ni tampoco me había puesto tan nerviosa.
Apresure lo que quedaba de manzana y me bebí el café lo más rápido que pude y me fui corriendo a lavarme los dientes.
Acaba de terminar cuando otro mensaje llegó.
Ya estoy, sal cuando quieras.
No me lo pensé dos veces y salí disparada por la puerta gritando un simple 'Adiós, no me esperéis'. Cerré la puerta detrás de mí intentando no hacerlo con un portazo como solía hacerlo normalmente para no asustar a Logan pero no lo conseguí así que al oír el portazo, me giré dramáticamente y vi a Logan sonreír apoyado en la moto con dos cascos. Yo le dediqué otra sonrisa pero esta era más tímida y avergonzada que la suya que era sincera como si le hubiese hecho gracia.
Me acerque corriendo y me pare cuando estaba delante de él. Le mire a los ojos y esta vez mi sonrisa fue sincera y feliz.
-Hola.- le saludé mientras le mantenía la mirada.
-Hola.- dijo él y sentí un escalofrío al sentir como nuestros ojos se encontraban.- Estás muy guapa con ese conjunto pero el vestido gusta más.- añadió.
-Gracias.- conteste riéndome e intentando no sonrojarme.
Un silencio un poco incomodo invadió el ambiente pero Logan lo rompió.
-¿Lista?- pregunto y me tendió uno de los cascos.
-Nací preparada.- respondí y acepté el casco que me ofrecía.
Mire el casco un poco indecisa, no me había puesto nunca uno pero no tiene que ser difícil, es un simple casco.
-¿Quieres que te ayude?- preguntó él.
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Más allá de lo racional
RomanceAudrey Hamilton es libre, rebelde e independiente. Nunca le han gustado los juegos de sus padres por eso ellos hartos de su comportamiento deciden mandarla a vivir a Nueva York, concretamente, a casa del hijo de unos amigos suyos, Logan Ross, un chi...