CAPÍTULO 12. LAS PEORES SEIS HORAS DE MI VIDA

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- ¿Y luego qué? - Preguntó Alessia, ansiosa, con la cabeza apoyada sobre las manos, tumbada en la cama, mirando a su amigo, quien no pudo evitar echarse a reír al verla así.

- No te lo cuento.

- ¿Por? Ah, detalles guarros, ¿eh?

- ¡No! Tenía quince años, y acababa de dar mi primer beso.

- Bueno, mis amigas la perdieron una con catorce y otras dos con quince.

- Y tú con veinte, estúpida. ¿Qué tiene que ver?

- Ya sabes, a los quince se tienen las hormonas muy alteradas.

- Ah, ¿sí? ¿Y tú qué?

- Yo me mataba a pajas. - Reconoció la morena, mientras ambos empezaban a reírse. - Una vez descubrí lo que podía hacer con la mano derecha... Fue el fin de mi inocencia.

- Bueno, con quince años todos nos matábamos a pajas. - Reconoció el rubio, recordando, por primera vez en mucho tiempo, por qué Alessia le caía tan bien: su humor tan... Especial.

- Entonces, si no es nada de sexo, ¿por qué no me lo cuentas?

- Te lo contaré mañana... Si vas ahora a hablar con Ethan. - Alessia frunció el ceño, triste de nuevo. - No me pongas esa cara, vamos, no podéis iros a dormir enfadados el uno con el otro.

La chica suspiró. - Lo sé, pero confiaba en que este momento se retrasase un par de minutos más al menos. - La chica se puso sus zapatillas. - No sé ni qué decirle. "Hola, Ethan, cielo, ¿o no debería llamarte así? Es que no sé si hemos roto." Es la cosa más estúpida que podría preguntar, y, sin embargo, es la única que se me ocurre.

- Ve y dile lo que creas correcto, sin pensarlo mucho.

- Por no pensarlo mucho hemos acabado donde estamos. - La chica se levantó de la cama, dejando las mantas desordenadas, y cogiendo una chaqueta. - Anda, vámonos.

Ambos salieron al pasillo, y se dirigieron a la habitación del chico, sólo que Thomas caminó un par de pasos más, hasta su habitación. - Mucha suerte... Si va mal, estoy aquí.

- Vale. - Respondió ella, nerviosa, mientras comenzaba a llamar a la puerta, y Thomas se metía en su cuarto.

Tardó un poco, pero, por fin, Ethan abrió la puerta, con cara de estar realmente cansado. - Oh, hola.

- Hola. - Respondió él, mientras la miraba a los ojos. La chica reparó en que no se había molestado en peinarse ni arreglarse, sumado a que se había pasado media tarde deprimida en su cuarto medio llorando, no debía de tener mucho mejor aspecto que él.

- ¿Puedo pasar?

Ethan levantó los hombros. - Supongo. - El chico se apartó de la puerta, dejándola pasar.

La chica se sentó en la cama, apoyándose contra el cabecero, mientras abrazaba una almohada. - Yo... Lo siento mucho, Ethan.

- Yo también. - El chico se sentó en el borde de la cama, a su lado, pero algo alejado, mirando al suelo. - He sido un capullo, he estado pensándolo y debería haberte contado la verdad desde un principio.

- Sólo seguías consejos de las enfermeras.

- No. Osea, sí, pero me escudaba en ello, porque no quería contártelo, y eso me dio la excusa perfecta. - El chico la miró. - Siempre me ha sido muy difícil hablar de las cosas con la gente.

- Yo no debería haberte insisitido tan de golpe.

- No, pero estabas en tu derecho... Deberías haberte enterado por mí, y no por otra persona.

FEAR FOR NOBODY - MåneskinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora