20/01/2022
Ese sentimiento que te inunda la cabeza, haciendo que toques fondo, sabiendo que no volverás a ver la luz, ni respirar aire en un tiempo, los pulmones poco a poco se llenan de agua hasta colapsar, sin poder dar más de sí. Ese acúmulo de dolor sentimental que te encoje el pecho creando así un dolor leve que va aumentando libremente, se va extendiendo, haciendo que te preguntes porque estás ahí y que has hecho para llegar a ese fondo que tanto temes...
Una vez que empiezas no puedes pararlo, se vuelve como una droga, una adicción. Tu cuerpo te pide más cada vez que estás en la misma situación aunque a veces ni siquiera hace falta, simplemente piensas en ello y caes en la tentación. Al principio piensas que solo será una vez, pero vuelves ha hacerlo hasta el punto de que te acaba gustando y dando placer aunque sea a través del dolor.
La gente no lo entiende, piensan que es una cosa en la cual tienes opción, cuando no es así.
Es tal la liberación que se siente, el darte cuenta y recordarte a ti mismo que no estás muerto, que la sangre sigue fluyendo por tus venas, ver cómo se derrama delicadamente por tu brazo y ver como gotea en el blanco suelo de la bañera...
Las cicatrices siempre se han visto de una manera despectiva, como si fuese algo malo, cuando no dejan de ser marcas que indican una etapa de tu vida en momentos diferentes y únicos, ya sea por haberlo pasado mal o bien, mirarlas y pensar "no quiero volver a pasar por eso" o "ese día fue el mejor de mi vida". Las cicatrices son marcas que te ayudan a recordar lo que en algún momento intentaste bloquear y borrar.
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En mil pedazos
Short StoryRelatos de una chica, tratando de deshacerse de su ahogo interior.