24/04/2022
Siempre he creído, al igual que todos, que mi hogar estaba con mi familia, en mi casa con mis padres y mi mascota, pero con el paso del tiempo esa perspectiva ha ido cambiando. Me he dado cuenta de que mi hogar esta con la gente que ha pesar de todo no me ha abandonado, la gente que cada vez que estoy mal hace lo imposible para verme sonreír aunque sea por la más mínima tontería, pero lo que nunca llegué a imaginar es que ese lugar llamado hogar iba a estar a kilómetros de donde estoy yo y aun menos que fuese una persona.
Es jodido como quieres verla todo el tiempo a todas horas pero por esos kilómetros lo único que puedes hacer es esperar hasta el fin de semana para poder verla, besarla, acariciarla, sentirla...
Aunque ya sabíais las consecuencias desde el principio, duele igual.
Pero acabas acostumbrándote aunque tengas recaídas. Al hablar todo el día con ella y estar en videollamada es como si estuvieses junto a ella, a su lado pero como un fantasma, al no poder tocarla. A veces, incluso, hay momentos en los cuales literalmente sientes que esta al lado tuya, ya sea haciendo algo o simplemente fumarte un cigarro y acordarte de cuando estaba detrás tuya abrazándote esperando a que te lo terminaras, son momentos tan efímeros, tan volátiles, tanto que te gustaría parar el tiempo o que fuesen de verdad, pero vuelves a la realidad, deseando que llegue ese día que al verla sabrás que estas bien, que estas en casa, que todo va genial, la pillas con más ganas e intensidad que nunca. Disfrutas de una manera fuera de lo normal, como si al mirarle a los ojos todo vuestro al rededor y el tiempo se parase para admiraros, ese momento es el que te hace aguantar esos kilómetros porque sabes que merecen la pena, porque esa persona merece que recorras esos kilómetros y más.
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En mil pedazos
Short StoryRelatos de una chica, tratando de deshacerse de su ahogo interior.