•CAPITULO 0•

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Italia

Siete años antes.

Aurora Ivera.

Sientos los ojos pesados, la cabeza me punza horrible y el dolor me recorre el cuerpo inclinandome hacia adelante soltando un grito

Estoy empapada, desnuda, con los brazos y las piernas atadas a la cama de metal dónde me encuentro. Mi mirada busca saber dónde carajos me tienen, pero no logro reconocer el lugar.

¿Dónde estoy?

La puerta rechina a mi espalda, inclino la cabeza hacia atrás buscando ver, pero el cuello me duele y espero hasta que la persona queda a mi vista. Es un hombre, alto, con el cabello largo atado en una coleta, trae un abrigo largo de felpa y sus ojos verdes me recorren el rostro detenidamente

Una de sus manos viaja a mi frente, dónde con uno de sus dedos presiona fuerte la herida arrebatandome un grito.

—¡Suéltame animal! ¿Que carajos es lo que quieres? —le grito moviendo la cabeza para que aleje sus dedos de ella.—¿Quién carajos eres?

Se ríe moviéndose hasta los pies de la camilla donde estoy. Su mano acaricia mis pies y me remuevo queriendo que no me toque.

—Yo soy el hombre que te va a convertir en la mejor, bella Aurora. —habla sin borrar la sonrisa. —Bueno, muy pronto tendré que ayudarte a recordar tu nombre.

Otro hombre que tiene una bata de doctor me coloca algo en la cabeza, lo cual trato de evitar, pero no puedo.

—¿Que me van hacer? ¡Suéltame hijo de puta! —me abarca el miedo a cada segundo que pasa.

El mismo hombre me pone algo entre los dientes, pero lo escupo, logrando que me den un golpe el cual me saca sangre y esta vez el palo de madera si se queda en mi boca.

—Despidete de todo lo que has vivido, bella Aurora, porque a partir de hoy te convertiras en mi arma perfecta para quitarme del camino a muchos. —el tipo del abrigo se acerca. —Tu amo y señor soy yo, Joseph Icarhov

Me guardo la mirada que me dedica prometiendome no olvidar nada.

No vas a olvidar nada

No vas a olvidar nada

No vas a olvidar nada.

Una descarga eléctrica me quema por dentro haciendome apretar los dientes y querer juntar las manos que siguen atadas

Cierro los ojos cuando el corazón amenaza con detenerse y a mi cabeza vienen dos cosas.

Ian

Mi bebé, mi pequeño de ojos azules.

Ian

Mi hijo

Jordan

El amor de mi vida.

No puedo olvidarlos, no puedo, no quiero.

Otra descarga me toma y en la tercera la mente me queda en blanco sumiendome a la oscuridad que no hace más que llevarme a buscar un respiro.

Cuento los días, hoy es el día 14. Solo bebo agua a pequeños sorbos y trato de mantener los ojos abiertos lo más que puedo, pero es difícil.

—¡No te los voy a dar! ¡No me vas a borrar mis recuerdos! —pataleo. —¡Pudrete imbécil!

El médico suelta a reír hirviendome la sangre por su burla.

—¿En serio? Ahora dime cuantos años tienes, Aurora. —comienza. —¿Sabes ahora cuál es tu color favorito?

Vamos, tu puedes, tu puedes.

Tentación Roja 2 ® Donde viven las historias. Descúbrelo ahora