CAPITULO 4

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Aurora Ivera

La tela se me ciñe al cuerpo recalcando la figura de mis caderas, así como también los círculos de mis pechos los cuales dejan ver parte de su piel con el escote en una V que resalta también parte de mi tórax

Los tirantes son finos, la prenda es corta de una pierna y largo de otra, dejando así al descubierto parte de mis muslos. No me decepciona el resultado, ya que con el peinado sobre mi espalda, y con el collar resaltando mi cuello, le da el toque sexi a todo lo que cargo.

Me pongo un poco de perfume que Nils me insistió en comprar y tomo la bolsa de mano donde solo guardé un labial y el teléfono.

No puedo levantar sospechas.

El rubio me indica que es tiempo de salir, a lo que abandonamos el hotel subiendo al taxi que nos espera en la puerta. La noche está bastante fresca, pero como bien dicen, cuando el atuendo es bueno, el frío es mental.

Mi mano viaja a la cadena en forma de garra que porto, tocandola una y otra vez en todo el camino, hasta que se dejan ver los autos estacionados a los lados de la calle donde está el hotel.

El hacker es quien le paga al taxista y me preparo para ofrecer mi mejor sonrisa antes de tomar el brazo de él permitiendo que me saque del auto. El hotel tiene más de cuarenta pisos y a decir verdad, es demasiado bonito

—Manten una distancia prudente cuando entremos ¿De acuerdo? —le digo. —Ni muy cerca, ni muy lejos, no queremos levantar sospechas de personas equivocadas.

—No me agrada la idea de que entres sola. —protesta.

—Es lo mejor, solo no hay que perdernos de vista.

Le indico que pase primero mientras yo finjo retocarme los tirantes del vestido. No le hacen mucho revuelto al dejarlo entrar, solo lo revisan para comprobar que no tenga ningún arma encima.

El guardia solo me pide revisar la bolsa de mano y se la tiendo sin protestar, me la devuelve sin decirme nada y entro en el salón que me da el recibimiento.

Todo el living está decorado como una fiesta de la alta alcurnia. Los candelabros caen del techo en forma de gotas de lluvia y me tomo el atrevimiento de tomar una de las copas que me ofrece un camarero.

La bolsa la tengo en la mano derecha, mientras que en la izquierda cargo la copa de champagne, a la cual le doy un trago dejando el resto del labial rojo en el borde.

Hay demasiadas personas y me alegra que el espacio sea grande. Hay un segundo piso que deja ver parte del salón que hay encima, dónde hay más multitud. Me deslizo por el lado izquierdo ubicando a Nils cerca de una de las mesas pequeñas, apoyado en el banquillo mientras finge interes a su alrededor.

Le doy un leve asentimiento de cabeza continuando con el recorrido. Busco mi objetivo en la primera planta, pero no hay rastro de Rayen, solo de su esposa, la cual conozco solo por una fotografía que tenía Joseph dentro de una carpeta, pero está sola.

Paseo los ojos por la segunda planta, ya que más de uno sube con evidente prisa.

Sin soltar la copa miro sobre mi hombro antes de comenzar a caminar hacías las escaleras. Más de uno me mira y no evado la mirada de nadie. La mano donde tengo el bolso se desliza por el barandal hasta llegar a la segunda planta.

Tentación Roja 2 ® Donde viven las historias. Descúbrelo ahora