Aurora Ivera.
Manarola, Italia.
El taxi me deja frente a la dirección que le dí y me subo la capucha de la chaqueta cuando veo un hombre en la puerta de la casa. No hay más vigilancia o al menos no a la vista
Rodeo el terreno encontrando un barandal que no dudo en escalar. Lo cruzo tratando de hacer el menor ruido posible y me deslizo por el lado izquierdo recordando la única vez que vine aquí con Joseph hace cuatro años
La casa es pequeña, no cuenta más que con dos entradas y una puerta trasera, es de dos pisos y pintada de un color amarillo. Ante todos puede parecer una vivienda normal, pero no tienen idea que el capo de la mafia italiana se esconde ahí.
La puerta de servicio está medio abierta, la empujo poco a poco hasta que estoy dentro. Los pasillos siguen siendo los mismos y no pierdo el tiempo, voy al segundo piso hasta la habitación en dónde se que está.
Me detengo al oír voces.
—Escuché que abrirán un restaurante dos calles más abajo. —murmura una chica. —¿Y si vamos un rato?
—Está bien, pero solo un rato…
Abro la puerta encontrando a una mujer asiática a un lado de Joseph. El pelinegro me mira y no parece sorprendido, en cambio la chica no tarda en sacar el arma con la que me apunta.
—Nadia, baja eso. —le pedí él. —Ella es una vieja amiga.
La mujer obedece.
—¿Quién eres?
Dejo de verla.
—Eso no te importa, déjeme a solas con Joseph.
Se gira dándole un beso y susurrándole que estará afuera, él asiente y la observa salir en lo que yo lo observo a él. Ya no es el mismo Joseph Icarhov que conocí años atrás. Tiene la piel pálida, bolsas debajo de los ojos y está muy delgado.
Era obvio.
—¿Cuánto tiempo? —inquiero caminando hacia la silla que está frente a él. —Te ves fatal.
Apoya los codos sobre el escritorio soltando un suspiro.
—Me sorprende que siga vivo, estoy en estado terminal desde hace más de un año. —cuenta. —No hay una sola parte de mi cuerpo que no tenga cáncer.
—Creí que a estás alturas ya estarías averiguando cómo salvar tu vida.
Niega.
—Es irónico cómo es que tengo dinero para comprar todo lo que quiera, pero no para salvarme la vida. —forma una mueca. —En fin, dejemos de hablar de mi y pasemos a lo importante.
—Azael tiene a Nils, se lo ha llevado con ayuda de la perra de Celine y su marido. —le informo. —Y tú me debes mucho, sin embargo solo quiero una cosa.
Me mira con una ceja en alto.
—Si es lo que estoy pensando, necesitas apurarte, no sé si podré sobrevivir más tiempo. —confiesa. —Cuando yo muera, cuando muera mi hermano, tendrás eso que tanto quieres, la libertad absoluta, porque aunque yo ahora te pida nada, sabes muy en el fondo, que tienes un grillete atado a tu cuello y que solo se romperá con mi muerte y la de Azael.
Por más que me duela aceptarlo, tiene razón.
—Esto ya no solo se trata de mi. —le digo. —Yo no sé si aparecerá un bastardo de Azael en unos años o uno de Thiago Ivanovich que quiera hacerle daño a mi hijo y es por eso que necesito dejarlo con la mayor protección posible, con todo el poder.
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Tentación Roja 2 ®
ActionLibro 2 Aurora Ivera no recuerda nada, no recuerda que tiene un hijo, no recuerda que tuvo una familia, no recuerda que se enamoró del hombre más peligroso de Rusia. Luego de una noche fría por las calles de Nueva York, ella ya no volvió a ser la m...