CAPITULO 11

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Aurora Ivera 


Dai Nakamura fue y siempre será uno de los hombres más leales con los que puedo contar, es por eso que dude en contarle mis planes y tampoco dudo en decirme que contaba con todo su apoyo. Cuando lo conocí no fue en las mejores circunstancias, creo que fue en la peor etapa de vida, pero allí estaba él, listo para ponerme de pie y darme las armas necesarias que necesitaría para seguir adelante

Ni Joseph, ni mucho menos Azael se dieron cuenta de mi amistad con él, siempre supimos mantener todo en secreto y hasta que todo sea seguro para ambos, prefiero que sea así. No dudo en que Dai es poderoso, pero no más que la influencias de la Mafia Italiana y lo menos que quiero ahora es que le hagan daño

—¿Confías en este tipo? —la voz del Boss resuena detrás de mí. —¿Desde hace cuanto lo conoces?

—Tengo tiempo suficiente de conocerlo, así como para confiar en él.

Sus pasos rodean la mesa en donde estoy observando las armas y planta las manos sobre la madera con su porte imponente. Su perfume me llega y tengo que sacudir un poco la cabeza para evitar que su sola presencia me distraiga más de lo que ya lo hace.

—¿Por qué tanta insistencia en verlo? Creo que lo que tenga para decirte, lo puede hacer por teléfono. —murmura. —Los conoces ¿Ciertos? esos que se usan para evitar verte en persona con una personas cuando le tienes que decir eso.

Sonrío sin poder evitarlo e introduzco el cargador en la Glock antes de levantar la mirada.

—Si, claro que los conozco. Los utilizo cuando alguien como tu me colma la paciencia y piensa que puede tomar decisiones por mí.

Tomo las armas y le doy la espalda saliendo del cuarto sin decir nada más. No voy a negar que sus celos me encantan y me prenden de cierta forma, pero tengo que aprender a mantenerme a raya, ya que hay muchas cosas en las cuales pensar ahora y no puedo darme el lujo de distraerme. Dai llega esta noche a Rusia y lo menos que deseo es llegar tarde a nuestro encuentro.

Al conocer a mi hijo me di cuenta que le debo la verdad al hombre que cuidó de mí y creo que es momento de sacar todo lo que tengo atascado en el pecho antes de que sea demasiado tarde. Si él me ha apoyado y ha estado a mi lado, lo menos que debo hacer es ser honesta, por todos los años de amistad que llevábamos y que quiero continuar teniendo.

El atuendo que mandé a pedir me está esperando sobre la cama y sonrio al ver que encontraron exactamente el modelo que quería, asi que sin más vueltas me meto en la ducha para no andar a las carreras. Me relajo lo mas que puedo y cuando salgo me encargo de buscar los guantes negros que me llegan a hasta los codos.

Me recojo el cabello sin dejar una hebra suelta y al terminar con eso, paso al vestido extremadamente corto en color vino. tiene los tirantes muy finos y apenas me cubre los pechos. La espalda la tengo expuesta, pero me luce bastante bien. Abro el cajón de la mesita de noche y sacó la cadena en la cual introduzco mi pierna izquierda subiendo de a poco hasta dejar el colgante de serpiente adornar mi muslo.

A Dai siempre le ha gustado verme con este tipo de detalles, más de una vez recibí regalos de su parte y muchas veces los lucía para él sin arrepentimiento alguno. Me gustaba mucho, pero más me gustaba todo lo que tenía para enseñarme y todo lo que no me arrepiento de haber aprendido.

La puerta se abre dejando ver a Nils, quien poco a poco se ha estado recuperando y no dudo en que en un par de semanas más ya no necesite el bastón.

—Cada que luces esos detalles es porque vas a ver a Dai, ¿Cierto?

Tentación Roja 2 ® Donde viven las historias. Descúbrelo ahora