28 | Tu es un lâche, Tom Ryddle

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.:. CHAPTER TWENTY EIGHT .:.
(ERES UN COBARDE, TOM RYDDLE)

Llegaba música de algún  lugar

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Llegaba música de algún  lugar. Emma miraba a su alrededor, pero no había nadie más que Ryddle, Harry y ella. Pero aquella música sonaba cada vez más y más fuerte. A Emma le parecía aterrador. Y entonces, cuando la música alcanzó tal fuerza que Emma la sentía vibrar en su interior, surgieron llamas de la columna más cercana a ella.

Apareció de repente un pájaro carmesí del tamaño de un cisne, que entonaba hacia el techo abovedado su rara música. Tenía una cola dorada y brillante, tan larga como la de un pavo real, y brillantes garras doradas, con las que sujetaba un fardo de harapos.

El pájaro se encaminó derecho a Harry, dejó caer el fardo a sus pies y se posó en el hombro de Emma.

El pájaro dejó de cantar y acercó su cuerpo cálido a la mejilla de la castaña, sin dejar de mirar fijamente a Ryddle.

Gracias a los cientos de libros que Emma había estado leyendo, se dio cuenta rápidamente que esa ave era un Fénix. Y se debía de ser sincera, hasta el momento era la criatura más hermosa que había visto nunca.

—Es un fénix —dijo Ryddle, devolviéndole una mirada perspicaz.

—¿Fawkes? —musitó Harry. Emma supuso que ese era el nombre del fénix.

—Y eso —dijo Ryddle, mirando el fardo que Fawkes había dejado caer—, eso no es más que el viejo Sombrero Seleccionador del colegio.

Así era. Remendado, deshilachado y sucio, el sombrero yacía inmóvil a los pies de Harry.

Ryddle volvió a reír. Rió tan fuerte que su risa se multiplicó en la oscura cámara, como si estuvieran riendo diez Ryddles al mismo tiempo.

—¡Eso es lo que Dumbledore envía a sus defensores: un pájaro cantor y un sombrero viejo! ¿Te sientes más seguro, Harry Potter? ¿Te sientes a salvo?

Emma pensaba que debía de haber una razón para que Fawkes y el sombrero estuvieran ahí. Debían de tener una utilidad.

—A lo que íbamos, Harry —dijo Ryddle, sonriendo todavía con ganas—. En dos ocasiones, en tu pasado, en mi futuro, nos hemos encontrado. Han sido dos ocasiones en que no he logrado matarte. ¿Cómo sobreviviste? Cuéntamelo todo. Cuánto más hables —añadió con voz suave—, más tardarás en morir.

Emma no quería que se pusieran a hablar en ese momento, había calculado, y Ginny ya llevaba varias horas en la cámara, tenían que sacarla de ahí. Pero por otro lado, no quería que Harry muriese.

—Nadie sabe por qué perdiste tus poderes al atacarme —dijo bruscamente Harry—. Yo tampoco. Pero sé por qué no pudiste matarme: porque mi madre murió para salvarme. Mi vulgar madre de origen muggle —añadió, temblando de rabia—; ella evitó que me mataras. Y yo te he visto de verdad, te vi el año pasado. Eres una ruina. Apenas estás vivo. A esto te ha llevado todo tu poder. Te ocultas. ¡Eres horrible, inmundo!

Emma y La Cámara de los SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora