Yugyeom tenía un aspecto impresionante. Tao le observaba mientras se arrodillaba al lado de Baeckhyun, toda su atención parecía estar concentrado en el doncel que yacía inmóvil.
—¿Te has ocupado de las heridas de Tao?
—Esa pregunta sorprendió a Tao. Se dirigió a Kris, le preguntó al hombre, con su irritante estilo.
—Las heridas se están cerrando —le aseguró Kris.
-Rand despertó a Tal y lo atrajo hacia el bosque. Él es el traidor, sanador. Me aparté de él porque está vinculado a Tao. El podría sentir cualquier cosa que yo le hiciera. Es muy peligroso. No puedo ser yo quien aplique la justicia. Tao no me perdonaría jamás.
—No lo hagas, Kris —dijo Tao con voz ahogada. Estaba exasperado con él.
—Sé que estás hablando con Yugyeom. Si tienes algo que decir, dilo en voz alta para que yo pueda oírte. ¿Piensas que Rand es el vampiro verdad? El también lo pensaba y eso lo hacía sentirse desleal. Sabía que había algo raro en Rand, quizás la muerte de Maggie le había trastornado y vivía en el pasado. Pero algo de lo que Rand había dicho en el transcurso de su extraña conversación le daba vueltas en la cabeza. Algo por lo que no pondría las manos en el fuego. Yugyeom le pasó la mano por el estómago a Baeckhyun y sus dedos se abrieron. Su toque duró sólo un momento, un gesto sorprendentemente tierno y luego se dirigió a Tao.
—Kris conoce su deber respecto a ti Tao. Este hombre, Rand, tu padre biológico, nunca ha formado parte de tu vida. Quédate con lo real, no con tus fantasías de la infancia.
—En primer lugar tú no sabes nada de mi infancia, fantasías o no. Respondió Tao tajante, provocado a adoptar esa postura más allá de sus fuerzas debido a la actitud de superioridad y de calma imperturbable de Yugyeom. Sin duda, Yugyeom lo sacaba de sus casillas. Suponía que se debía a que siempre usaba la lógica. Era el quien se suponía que debía hacer eso.
—Tengo mi propia mente Yugyeom y estoy muy contento con ella. Quizás las dos primeras veces que nos vimos te causé una impresión errónea. No soy un histérico que huye ante el menor signo de peligro. No me desmayo cuando veo sangre y puedo tomar mis propias decisiones.
—Si te he dado la sensación de que pensaba eso de ti te pido disculpas —dijo Yugyeom con educación y gentileza.
—No pienso en absoluto eso de ti. Tienes mucho valor y eres un sanador nato, pero sabes muy poco de nuestra forma de vida. Conservar una buena salud requiere mucho esfuerzo. Sientes el rechazo humano a beber sangre, igual que Baeckhyun.
El levantó la barbilla.
—Sé muy bien que tengo un problema en lo que a eso se refiere. Ya me ocuparé de ello a su debido tiempo. Pero ahora hay cosas mucho más importantes de las que ocuparnos en este momento.
A su lado estaba Kris moviéndose como si fuera a protestar, pero se contuvo.
—En eso te equivocas, no hay nada más importante —respondió Yugyeom, con su aterciopelada y poderosa voz.
—Tu salud es esencial para todos los miembros de nuestra raza. Eres un doncel. Puedes crear vida dentro de ti. Representas la esperanza para todos los hombres que no tienen pareja. —No tengo intención de traer ningún hijo al mundo. Se hizo un silencio total. Yugyeom dirigió toda la fuerza de su mirada plateada hacia el rostro de Tao. Sus ojos atravesaron todas sus barreras hasta que el notó que él podía verle el alma. Él exhaló lentamente.
—Entiendo por qué sientes eso, Tao. Lo que te hicieron fue abominable. Veo el sufrimiento en tu decisión. Te aconsejo que esperes a que Kris se recupere del todo antes de renunciar a ese importante sueño. Creo que descubrirás que nuestra raza ama y cuida a los hijos, que es consciente de que son un tesoro. Lo mismo creemos de los donceles y mujeres.
—¿Esa es la razón por la que Rand abandonó a mi madre? ¿Es por eso que permitió que otra pareja cuidara de su hijo? ¿O vuestra raza sólo quiere a las hijas y donceles? Yugyeom dio un suspiro.
—Queremos a todos nuestros hijos o hijas, les protegemos y les cuidamos, Tao. No entiendo a Rand, jamás le he entendido. De momento pienso que es peligroso y que hemos de hacer algo al respecto. Colocó alambres en la pradera, peligrosos no sólo para nosotros sino para cualquier criatura humana o animal. He pasado un buen rato desmantelando sus trampas. No podemos permitir que continúe con esta conducta. Lo sabes, pero no quieres aceptarlo.
—¿Así de fácil? ¿Le juzgas y ni siquiera estás seguro? ¿Cómo sabes que ha sido él?
Tao se estaba retorciendo los dedos, intentando buscar una salida para su padre. Recordaba con toda nitidez su respiración en su cuello, pero alejó el pensamiento de su mente, volviendo a sentirse desleal.
—Porque ninguno de nosotros notó su presencia en el bosque —respondió Kris.
Notó una sombra en la mente de Tao, se dio cuenta de que había conflicto entre su cerebro y sus emociones.
—Sólo tú le sentiste, Tao. Pudo despertarte, a pesar de mi orden de que durmieras. Te atrajo deliberadamente hacia el bosque e intentó beber tu sangre para reforzar su poder sobre ti. —Quizás esté enfermo. Quizás esté confundido. Podía haberme forzado. ¿Por qué no lo hizo, Kris? No cabe duda de que podía haberlo hecho —insistió el.
—Es mucho más fuerte que yo y a mí me parecía estar como en un sueño. ¿Si realmente es el vampiro por qué no me obligó?
—Porque a un compañero no se le puede obligar a elegir. Ha de ser una verdadera decisión. De lo contrario no se forma un verdadero vínculo. Él lo sabe.
Kris se acercó a el.
—Está grabado en él antes de su nacimiento. Tao se apartó de él y se frotó las sienes que pulsaban con fuerza.
—¿Por qué es tan malditamente complicado todo lo relacionado con tu raza? Mientras fui humano nunca me pasó nada semejante.
—Eras sólo medio humano, Tao —le recordó Kris con delicadeza— y sabías que corrías peligro. Tu madre fue lo bastante consciente como para ocultarte de la sociedad fanática que te perseguía.
Tao tembló y se frotó los brazos para calentarse.
—Me gustaría que pudiéramos irnos a alguna otra parte para resolver todo esto Kris. He de hallar el modo de perdonarte por utilizarme para matar de ese modo a esos hombres.
La forma de Chanyeol se hizo sólida justo delante de los ojos de Tao y casi le da un síncope. Le sonrió.
—He de darte las gracias por devolverme a mi amor. Sin el, mi vida no valdría nada. Eres un gran valor para nuestra raza. Es una pena que hayas sido arrojado a nuestro mundo sin una preparación que te facilitara la transición. Son tiempos difíciles para nosotros. —le tocó suavemente el brazo.
—Te ruego que nos perdones por utilizarte para detener a Slovensky y a Wallace. No podíamos permitir que mataran a Baeckhyun o te secuestraran como era su intención. Baeckhyun no podía ayudarnos, por eso recurrimos a ti. No estuvo bien utilizarte sin tu consentimiento, pero el tiempo del que disponíamos no nos permitió ese lujo. Tu compañero no pudo hacer más que protegerte y desde esa distancia es imposible hacer cualquier cosa si no es a través de los ojos de otro. Chanyeol era elocuente y parecía sincero y Tao no pudo enfadarse con él. Suspiró y se mordió el labio inferior.
—Me gustaría que no hubiera pasado de ese modo, Chanyeol, pero estoy contento de que Baeckhyun esté vivo.
—No puedo entender cómo esos humanos pudieron disfrazar su presencia. Yo estuve controlando a Baeckhyun en todo momento
—dijo Mihail.
—Vosotros no debíais haber corrido ningún peligro. Inspeccioné los alrededores; Yugyeom y Kris también lo hicieron. Un vampiro podía habernos confundido, pero los humanos no.
—Yo también lo hice —dijo Baeckhyun débilmente, con un hilo de voz.
—No detecté ningún peligro, sin embargo, desde el principio Tao estuvo incómodo y seguro de que no estábamos solos. Yo traté de tranquilizarlo, pensando que se debía a la separación de Kris.
—Sólo Tao pudo detectar al vampiro en el bosque —dijo Kris.
Tao pasó a ser el centro de la atención. Kris le pasó una mano por la cintura y su cuerpo guardaba una actitud protectora respecto a el.
Sé que todos estáis pensando que es Rand.
No quiero que sea él.
Quiero tener una familia.
—Tienes una familia —dijo Chanyeol dulcemente—.
Yo soy tu familia.
Baeckhyun es tu familia.
Nuestro hijo también lo será y por supuesto, Kris.
Algún día tendréis hijos.
—Le lanzó una tenue sonrisa a Yugyeom—. Incluso puedes considerar al sanador como tu familia. Nosotros lo hacemos, aunque a él le disgusta mucho. Estamos juntos y somos amigos. Estos últimos días no han sido el mejor ejemplo de cómo es nuestra vida. Estamos siendo atacados y hemos de defendernos. En general, nuestra vida se parece mucho a la de los humanos. No nos juzgues por estos últimos días. Son excepcionales.
—Quizás Kai pueda decirnos quién nos traicionó —sugirió Tao desesperado—.
¿No podemos esperar a escuchar lo que tenga que decir antes de condenar a Rand?
—¿Qué le preocupaba tanto? ¿Y qué era lo que había dicho Rand? Kris se le acercó.
—Nadie quiere que sea Rand, mi pequeño pelirrojo y puedes estar seguro de que nadie actuará sin pruebas. Tao sabía que pretendía tranquilizarlo, aunque el supiera implícitamente que su padre era el traidor. En el fondo sabía que era cierto. Lejos de él podía ver las cosas con mayor claridad. No era sólo un hombre confundido y atormentado por la muerte de su amante. Podía ser un asesino frío y calculador. Tao cerró los ojos incapaz de afrontar sus pensamientos. Kris no podía ser el que le arrebatara la vida a Rand. Sencillamente no podía. Su mente se llenó de consuelo y el brazo de Kris lo rodeó con actitud protectora.
-No es necesario que sea yo quien dé caza a Rand si se demuestra que es el vampiro que está cazando a nuestra gente. Los otros pueden ocuparse de ello. Podemos alejarnos de este lugar si así lo deseas mi amor.
Si Rand era el vampiro, el traidor, Kris tendría más razones que nadie para destruirle sin piedad. Sin embargo, el no podía soportar esa idea.
-Gracias, Kris. No quiero que seas tú quien acabe con su vida si realmente es necesario.
-Vamos con Kai y haremos lo que te he prometido. Luego buscaremos un lugar para descansar.
Tao asintió, su cabeza se apoyó en el pecho de Kris. Podía oír el tranquilizador latido de su corazón, sentir que el calor de su cuerpo aumentaba y que se lo transmitía a el. Él era sólido y real y el les debía a los dos su capacidad de tomarse las cosas con calma y tomar decisiones racionales. En esos momentos, Tao no estaba seguro de ser capaz de hacer semejante cosa. Su brillante cerebro parecía no funcionar muy bien últimamente.
—Vamos con Kai sanador ¿nos sigues?
Preguntó Kris. Yugyeom dejó a Baeckhyun con Chanyeol, aunque no muy convencido. Un doncel no se podía reclamar antes de cumplir los dieciocho años. Cada día de la vida del sanador sería una prueba de resistencia, viviría en el infierno hasta que el niño o la niña fuera mayor de edad. Cazaría, se alimentaría y evitaría matar a menos que fuera reclamado para administrar justicia. Esa sería la fase más peligrosa, alejarse del poder que otorgaba arrebatar una vida. Y en alguna parte, no muy lejos, Rand estaba esperando. Cuando Yugyeom se giró para seguir a Kris y a Tao, Chanyeol le detuvo.
—¿Es posible que los humanos hayan descubierto algún tipo de droga capaz de ocultar su presencia? Si es así, todos estamos en grave peligro y hemos de movernos para hacer frente a esta nueva amenaza.
—Todo es posible, pero lo más probable es que sea el vampiro que está utilizando un sortilegio para encubrir su presencia. Es muy antiguo y casi olvidado. Lo descubrí en el libro perdido de Shallong. Este lo enterró con sus monedas malditas en la montaña de las ánimas. Pensaba que nadie más se atrevería a viajar hasta allí.
—Yugyeom miró a Tao para asegurarse de que no podía oírles.
—Es muy posible —prosiguió Yugyeom— incluso probable, que Rand se despertara hace más de siete años, encontrara muerta a la madre de Tao y se transformara. Su odio ciego os culpó a los dos. Pudo haber estudiado las artes antiguas y haber regresado para conducir a Slovensky y a su sobrino a matar a nuestra gente hace siete años. Ninguno de nosotros sabíamos que se había despertado, por lo que nunca sospechamos de él. Kris pensaba que conocía al traidor, una vez estuvo cerca de él. Rand formaba parte de su familia a través de Noelle.
—¿Crees que Rand habría consentido en que torturaran y asesinaran cruelmente a su hijo?
—El hijo de Noelle, Chanyeol. Si Rand está tan trastocado como sospecho, fue él quien ayudó a los humanos hace siete años. Todos corremos peligro, pero especialmente Kris. El único que podría escapar de la muerte sería Tao, pero sufriría horriblemente.
—Ahora sabe que le perseguiremos e intentará huir. Yugyeom movió la cabeza.
—No, ha trabajado mucho para elaborar su venganza. Esto es odio, Chanyeol. Ahora vive para matar y nosotros somos a quienes busca. Se quedará aquí y continuará intentando atraer a Tao.
—Avisa a Kris.
—No es necesario.
Kris lo sabe. Mantendrá a Tao a su lado. Kris es peligroso, Chanyeol. Sigues considerándole el hermano pequeño al que hay que proteger. Ha desarrollado un gran poder. Rand le subestimará, porque no se dará cuenta del monstruo que ha creado.
—No estoy muy seguro de que me guste que te refieras a mi hermano como el monstruo.
—Había cierto tono de humor en la voz de Chanyeol.
—Deberías saber lo que digo de ti a tus espaldas —dijo Yugyeom, mientras sus brazos se acomodaban para albergar las alas que empezaban a formarse. Podía oírse el eco de la risa de Chanyeol mientras el ave alzaba el vuelo. La cueva de la sanación era más pequeña que la mayoría de las otras cámaras del laberinto de túneles subterráneos. La tierra era rica, oscura y fértil. Olía bien, con el aroma a hierbas mezclado con la fragancia natural de la tierra. La mano de Tao encontró el bolsillo trasero de Kris y la introdujo creando un vínculo entre ellos mientras examinaban la magnitud de las heridas de Kai. Tao tuvo la tremenda sensación de déjavue. Smith y Wallace no habían tenido tanto tiempo para torturarle como tuvieron con Kris, pero aún así su cuerpo estaba oscurecido por las quemaduras y cubierto de cortes. Tao encontró la mano de Kris y se entrelazaron los dedos, sin apenas atreverse a mirarle. La visión del cuerpo torturado de Kai le traía tediosos recuerdos. Intentaba estar optimista.
—Bueno, al menos son coherentes en el tipo de daño que provocan. Ahora sabemos cómo ayudarle, basándonos en la experiencia. Kris no quería que Tao tocara al otro hombre. La emoción era intensa, desagradable e insoportable. Despreciándose a sí mismo, Kris respiró profundamente y sacó el aire, colocando instintivamente su cuerpo entre Kai y su compañero. Tao le acarició la cara con sus suaves dedos.
—¿Qué pasa?
—Su voz era tan hermosa, clara, refrescante y tranquilizadora que Kris sentía vergüenza de decir la verdad, pero no podía mentirle.
—No lo sé. Sólo sé que no puedo soportar que le toques. Dios mío, Tao me odio por esto, pero no puedes hacerlo.
—Tomó el rostro de Tao entre sus manos y sus negros ojos estaban cargados de tristeza—. No puedes hacer esto.
—¿Qué crees que va a pasar si toco a este hombre? ¿Crees ahora en las historias de Rand? ¿Crees que me has influido de algún modo y que nuestra química no es real?
—Sólo sé que si tocas a este hombre no podré controlarme. Surgirá el demonio que hay en mí, mi mente se hará pedazos y nunca podré recuperarme. Tao podía notar su propio desprecio por sus celos injustificados, su temor a que el no le hiciera caso y que sucediera algo terrible. Se dio cuenta de que todavía sabía pocas cosas sobre los carpatianos, que Kris estaba tenso y en esos momentos se parecía más a un animal que a un hombre. Tao le agarró el brazo y le sonrió.
—Esperaremos al sanador. Kris notó que la tensión desaparecía de su cuerpo.
—Creo que será lo mejor.
Tao levantó el brazo para colocarle los dedos en la nuca. Le dio un masaje sugerente y tranquilizador al mismo tiempo. Kris reaccionó arrimándosele con fuerza contra su cuerpo, su boca firme y dominadora capturó la de Tao. Lo besó posesivamente, su cuerpo daba muestras de la misma exigencia que su boca.
—Te necesito ahora, Tao. Mi cuerpo me abrasa y me duele como si estuviera en el infierno. Hemos de estar solos enseguida o creo que moriré. La risa de Tao quedó apagada al estar su cabeza contra su pecho.
—Nunca ha muerto nadie de deseo de hacer el amor.
—Pero tampoco estaba seguro. Su cuerpo también ardía y suplicaba el contacto con el de Kris.
Yugyeom se materializó de pronto, hizo un suave suspiro y les frunció el entrecejo. Al igual que niños que se sienten culpables se separaron. El sanador habló.
—Estará débil, Kris. Puede que hasta intente oponerte resistencia. Hace tiempo que está a punto de convertirse. Háblale de el hijo de Baeckhyun, de que crees que Tao quizás pueda engendrar un hijo.
—Yugyeom le dio el consejo con su habitual tono de voz calmado—. Has de controlarle. He notado su resistencia a nuestra intervención. Kris asintió. Él quería que Tao se alejara de Kai y se trasladó al final de la habitación, como le estaba indicando mentalmente. Le dio las gracias y trasladó su atención a su antiguo amigo. Tao le miraba sintiéndose orgulloso de él. Puede que todavía no fuera capaz de verlo tocar a otro hombre, pero no le gustaba ese aspecto suyo. Por otra parte el podía notar su determinación de salvar a Kai. Sabía que no podía mentirle para quedar bien ante el. No intentaba ocultarle su lado oscuro, sino que quería que el pudiera amarle a pesar del mismo. Y así era. No lo entendía, pero le gustaba todo de él. No huía de lo que tenía que hacer. Todos los días se enfrentaba al demonio que llevaba dentro. Todo había ocurrido muy deprisa, una cosa tras otra. A Tao le había costado mucho asimilar toda la información, pero lo importante era que Kris estaba con el. Era sincero en todo, incluso en su tremenda necesidad de el. Kai gimió, lo cual hizo que Tao pusiera su atención sobre los dos hombres que estaban junto a él. Yugyeom quieto como una estatua, totalmente concentrado sobre el cuerpo salvajemente agredido. Kris le estaba ofreciendo la muñeca a Kai. A Tao le dio un vuelco el estómago, pero no apartó la mirada. Kai se resistía, sus ojos imploraban.
—Has de tomar mi sangre. Las mujeres y donceles están a salvo; les ha fallado la trampa gracias a tu advertencia.
—El tono grave de la voz de Kris parecía una melodía que resonaba en el aire. Tao contactó con él para aumentar su fuerza. Podía notar la sorpresa de Kris al sentir que la voluntad de Tao se unía a la suya para obligar a Kai a alimentarse.
—El esposo se Chanyeol va a tener un hijo —le dijo Kris dulcemente—. Tao es humano y puede engendrar hijos. Ahora tenemos un futuro, Kai. Queremos que te unas a nosotros para hallar a esos donceles o mujeres humanos con facultades psíquicas que necesita nuestro pueblo. No puedes despreciar tu vida. ¿Y si a través de nuestro vínculo de amistad, alguno de mis hijos estuviera destinado a ser tu compañero? ¿Qué les pasaría? Toma lo que se te ofrece libremente viejo amigo y sálvate. Eres fuerte. Resistirás hasta que nuestra raza se renueve. Kai miró a Kris a los ojos durante bastante rato en busca de algo que sin duda encontró. Puso los labios sobre la muñeca que se le brindaba y bebió. Por primera vez, Tao no encontró ese acto repulsivo. Había algo hermoso en el modo en que Kris le ofrecía su sangre desinteresadamente a Kai. Sin duda era mucho más personal que el modo en que se donaba sangre. El cuerpo de Tao se estremeció con un ardiente deseo y sin pretenderlo inundó la mente de Kris con su furor. Vio cómo se encorvaba su cuerpo, como si alguien le hubiera golpeado físicamente. De pronto se sintió culpable, pero enseguida él le estaba acariciando el cuello mentalmente, su contacto mental era tan excitante en su estado de excitación como si fuera físico. Yugyeom se enderezó lentamente, inhaló con fuerza y miró a Kris.
-Toma a tu compañero y busca un lugar alejado de nosotros. Ya sabes lo peligrosos que somos los hombres carpatianos en estos momentos. Ve a satisfacer tus necesidades, Kris.
-No recuerdo mucho de este lugar. Te recuerdo que nuestra casa ha sido asaltada y que el vampiro sabe dónde está.
-Adéntrate en la tierra. La cueva prosigue hasta que encuentres su mismo centro, las aguas termales. Allí estaréis a salvo. Y solos.
-¿Y Kai?
-No puede hablar. Como te sucedió a ti, sus cuerdas vocales están paralizadas. Dudo que pueda recordar al traidor. Le pondré en el suelo para que se cure. Y saldré a buscar a Rand. Nuestro príncipe ya ha dictado sentencia para semejante traidor. No te equivoques, me aseguraré de que él sea el culpable antes de destruirle.
Kris se agachó y tocó a Kai en el hombro.
—Ve a dormir a la tierra, Kai. Regresaré cada día para asegurarme de que te alimentas y de que tus heridas se están cerrando. ¿Confías en mí? Kai asintió pesadamente con la cabeza y cerró los ojos. Agradeció el abrigo de la tierra sanadora. La sangre ya fluía por sus venas proporcionándole la fortaleza para curarse. Se sentía mejor al saber que de algún modo había podido avisar a los suyos de la trampa que había colocado el vampiro. Le habían utilizado para atraer a los hombres y apartarlos de las mujeres. El vampiro le había incluso susurrado el plan de sacrificar a Smith mientras Slovensky y su sobrino mataban a Baeckhyun y se llevaban a Tao. La tierra se abrió y su volátil cuerpo flotó para introducirse en la cuna natural. La rica tierra cubría todo su cuerpo y le daba la bienvenida. Kai se entregó al sueño y a la tierra. Kris hizo un gesto con la cabeza a Yugyeom despidiéndose y se dirigió a Tao. El momento en que sus dedos tocaron los de Tao, la electricidad corrió con fuerza y nitidez entre ambos. Lo sacó de la cámara y se metió con el por el túnel. Para su horror en lugar de regresar al bosque, Kris lo arrastraba hacia las entrañas de la tierra. El túnel era lo bastante amplio como para permitirles caminar juntos, pero el no se movía con suficiente rapidez como para seguirle. A cada paso el cuerpo de Kris se endurecía y le dolía. Su respiración era ya un jadeo. Lo cogió en brazos y corrió con el a través de los entresijos del túnel.
—¿Qué estás haciendo Kris?
—Le dijo Tao medio riendo, medio preocupado, mientras lo llevaba a cuestas y con sus finos brazos alrededor del cuello de Kris.
—Te llevo a un lugar donde podamos estar solos. —Respondió él con determinación. Hacía horas, días, toda una vida que la deseaba. Tenía que poseerlo en aquel instante. Tao enterró su rostro en el hueco de su hombro, su cuerpo estaba respondiendo con urgencia a su voz, a su respiración jadeante y al rápido latido de su corazón. Sus labios se pusieron en el cuello de Kris y su respiración calentaba su piel. Notó cómo temblaba él y suavemente saboreó la zona con la punta de su lengua.
—¡Um! Sabes muy bien.
—¡Maldita sea Tao! Te juro que si sigues así no llegaremos a las termas.
—Nunca he oído hablar de las termas murmuró el distraídamente, acariciando de nuevo su yugular y jugando con sus dientes. Su boca se desplazó un poco más arriba de su cuello hasta llegar a la oreja.
—Aguas termales. No queda mucho —dijo él gimiendo, pero agachando la cabeza respondiendo a sus atenciones. La mano de Tao se deslizó hasta los botones de su camisa, jugó con ellos, abriéndolos lentamente de modo que la palma de su mano quedara en contacto con la piel caliente de Kris.
—Creo que ya estás bastante caliente, Kris —le susurró el maliciosamente en el oído, acariciándole el lóbulo con la lengua—. Yo sé que sí lo estoy. Él se detuvo, se inclinó contra la curvada pared y lo depositó en el suelo. No había palabras para describir el deseo, la urgencia de su cuerpo, el caos de su mente. Se inclinó sobre el, llevando hacia atrás su esbelto cuerpo mientras se apoderaba de su boca. Su mano se colocó sobre la garganta de Tao, levantándole la barbilla para acceder mejor.
Tao experimentó un curioso movimiento de tierra bajo sus pies. Los colores daban vueltas en su cabeza y las llamas lamían su cuerpo. Apenas podía soportar el roce de la ropa en su piel. Tenía los labios hinchados y doloridos, los pezones empujaban la ropa que los envolvía. Kris estaba encendido, sus ceñidos téjanos le resultaban insoportables y ya no le dejaban ni respirar. Los rasgó y liberó su cuerpo de esa tela restrictiva y del algodón que lo cubría a el.
—He de poseerte ahora mismo, Tao —le dijo con voz ronca. Sus manos estaban por todas partes, acomodadas sobre su pecho firme, con los pulgares acariciando, excitando y llevando sus pezones a cumbres de vértigo. Los dientes de Kris mordisqueaban la vulnerable zona del cuello de Tao, descendiendo por el acolchado sendero que conducía a sus abultados labios. Celebró la rápida inhalación de Tao con un doloroso deseo. Sus manos pellizcaron la estrecha cintura de Tao mientras lo mantenía inmóvil. Su camiseta de algodón se abrió dejando al descubierto su estrecha caja torácica el emitía ruiditos salvajes y roncos que no hacían más que aumentar la excitación de Kris.
—Estás fuera de control, salvaje mío —susurró Tao suavemente, incitándole con sus manos. Eran una llama ardiente que calentaba el aire que les rodeaba. Kris le bajó los téjanos arrastrándolo hacia el suelo y cubriendo el cuerpo de Tao con el suyo mientras lo hacía.
—¿Eso es lo que crees? Colocó sus manos sobre sus caderas y lo levantó lo suficiente como para poder enterrarse en lo más profundo de el. El placer se encontraba entre la exquisitez y el dolor, el alivio y el gozo puro. El estaba muy caliente y a punto, su aterciopelado y ardiente ano le envolvía y apretaba. Sintió sus labios sobre los músculos de su pecho, su respiración, su tenue murmullo de éxtasis. El cuerpo de Kris se tensó todavía más respondiendo a todos esos impulsos y se movía más rápido y más profundo. Se produjo una calima de vapor a su alrededor y el dolor punzante se transformó el un dulce éxtasis en el momento en que los dientes de el descubrieron su yugular. Él fluía dentro de el, sensual y aromático, su cuerpo lo poseía al estilo dominante de los de su especie. Salvaje. Sediento. Con urgencia. Se movía más despacio, más deprisa, profundo y superficial. Estaban totalmente conectados, sus almas y corazones volaban en libertad. No quería abandonar su cuerpo jamás, un puerto de placer que duraría toda una eternidad. Su corazón latía, su cerebro estaba lleno de erotismo. Sus colmillos estallaron dentro de su boca reclamándolo todo de el. Incluso mientras el se alimentaba, él inclinó su cabeza y poseyó también su cuello. Tao gritó en el momento en que los dientes de Kris se introdujeron con fuerza y su cuerpo lo invadía, la fricción aumentaba y los colores danzaban. La lengua de Tao lamió el pecho de Kris y el se agarró a Kris como un áncora, mientras planeaban en la oscuridad de la noche. Los brazos de Kris lo envolvieron con fuerza, su cuerpo lo penetraba profundo, sus músculos se acoplaban perfectamente a los de el, sus mentes y corazones se fusionaron como mitades de una misma unidad. Era imposible saber dónde empezaba uno y dónde terminaba otro. Atrapó la boca de Tao con la suya, compartiendo su fuerza vital mientras llegaban a la cumbre y trascendían el tiempo y el espació. El yacía en sus brazos, consciente sólo de la belleza y de la paz del lugar. La tierra que tenía bajo sus pies era acogedora y suave, el curvado túnel que tenían encima era como un santuario para ellos. El cuerpo de Kris, musculoso y duro era un buen puntal en la turbulenta tormenta de su acto sexual. Por una vez, el hambre de Tao se había saciado. En el furor del momento se había alimentado bien, tomando lo que Kris le ofrecía gratuitamente. Se dio cuenta de que era eso a lo que él se refería cuando le dijo que había modos de camuflar su desagrado por los hábitos alimenticios. El le pasó la mano cariñosamente por los bien definidos músculos de su espalda, aspirando la combinación de aromas. Por primera vez en muchos días sentía verdadera paz. Kris lo estrechaba contra su cuerpo, agradecido de que la urgencia y el dolor hubieran desaparecido. Él levantó la cabeza y acarició tiernamente el pelo de Tao.
—No hemos llegado a las piscinas.
—¿Qué piscinas? La voz de Tao era somnolienta y sensual a raíz de haber hecho el amor. El corazón de Kris dio un vuelco y su cuerpo se tensó de nuevo ante la expectativa.
—El túnel conduce a las fuentes termales, un lugar muy hermoso donde podemos descansar un tiempo. Te llevaba allí cuando me incitaste. Tao se rió dulcemente.
—¿Yo he hecho eso? Si lo único que se necesita es desabrocharte la camisa, podemos prepararnos para una vida salvaje juntos.
Kris acarició la calidez de su cuello, y lentamente fue desplazando sus atenciones hacia la invitación de su trasero firme.
—¿Tienes idea de lo atractivo que eres?
—No, pero puedes decírmelo si quieres —le animó el, rodeándole el cuello con sus delgados brazos. El cerró los ojos, saboreando la sensación que él le provocaba con su lengua sobre su pezón.
—Te amo.
—Dijo él de repente, levantando la cabeza para encontrarse con sus ojos verdes.
—Lo digo de verdad, Tao. No sólo te necesito, sino que te quiero. Lo sé todo de ti, he estado en tu cabeza, compartido tus recuerdos, sueños e ideas. Sé que piensas que te necesito y que esta es la razón por la que estoy contigo, pero es mucho más que eso. Te quiero.
—Sonrió inesperadamente y le pasó la yema del dedo por el labio inferior—. Pero lo más importante es que tú me quieres a mí. Te lo has estado ocultando a ti mismo, pero lo he descubierto en un recóndito rinconcito de tu mente.
Tao contempló la sonrisa burlona en su rostro y le empujó por la sólida pared de su pecho.
—Te lo estás inventando. Kris se apartó de el y lo ayudó a levantarse. La ropa estaba esparcida por todas partes y él no hizo ningún gesto para recuperarla. La camisa de Tao todavía estaba abierta y los téjanos bajados a la altura de sus tobillos. Sonrojado, se los subió. Él le retuvo las manos para evitar que se los abrochara.
—No te preocupes, Tao. Las piscinas están aquí mismo.
—Caminó unos pocos metros y miró atrás por encima del hombro—. No me lo he inventado y sé que me estás mirando el trasero. Tao se tiró el cabello pelirrojo hacia atrás que voló en todas direcciones.
—Cualquier doncel en su sano juicio miraría tu bello trasero, aunque no es necesario que añadas eso a tu arrogante lista de virtudes. Y haz de favor de salir de mi mente si no te he invitado a entrar.
—El le miraba, no podía evitarlo. Era hermosamente masculino. Kris estiró la mano hacia atrás para tomar la de Tao y entrelazaron sus dedos.
—Pero en tu mente encuentro cosas muy interesantes cariño. Cosas que no tienes la menor intención de comunicarme. Ahora Tao podía oír un ruido. No el goteo del agua que filtraba por la tierra al túnel, sino un rugido que a cada paso se iba haciendo más intenso. Miró cuidadosamente a su alrededor temiendo que el techo se desplomara encima de ellos. Kris lo estiró de la mano para apresurarse a llegar. En el siguiente giro, se agachó para introducirse por una pequeña entrada y Tao le siguió muy a su pesar. En el momento en que se incorporó de nuevo, la visión casi le corta la respiración. El habitáculo era inmenso, las paredes eran de cristal de roca, que centelleaba en la vaporosa cámara. Las piscinas estaban escalonadas, separadas sólo por paredes de roca simétricas. Salía vapor de varias piscinas, dando al lugar un aspecto etéreo. Una gran cascada de agua espumosa caía paralela al muro más alejado de la piscina más profunda. Grandes rocas redondeadas y largas y rocas planas dividían las piscinas, formando remansos de agua naturales idóneos para sentarse o estirarse. Tao contemplaba el paraíso subterráneo maravillada.
—Esto es increíble. ¿Cómo es que nadie lo conoce? Kris se rió con dulzura.
—¿Quieres decir ningún humano? —Se giró hacia el, le puso la mano en la nuca y se dispuso a poseer su boca porque tenía que hacerlo. El era demasiado tentador, con su ropa abierta, su pelo alborotado y su mirada de desconcierto. El cuerpo de Tao se ablandó y se flexibilizó al momento, fusionándose con el de Kris musculoso y firme. Su boca estaba caliente y seductora, sus pezones presionaban el vientre desnudo de Kris.
Kris levantó la cabeza, su pulgar recorrió su labio inferior, su garganta y el pezón derecho. —Estas cuevas son profundas y tienen muchos kilómetros. Es fácil perderse y desaparecer. Pocos humanos se acercan a este lugar. Tiene fama de ser peligroso. —Kris no dejaba de acariciarle su suave piel—. Sácate los téjanos. El le sonrió.
—Creo que eso es peligroso. ¿Por qué querría hacer algo que sin duda va a ponerme en apuros? Kris le acarició la cintura, siguió el dibujo de cada una de sus costillas bajo su piel satinada. Podía notar cómo temblaba.
—Porque te deseo. Porque tú quieres complacerme. Tao se rió en voz alta, sus cejas se curvaron hacia arriba.
—¿De verdad? ¿Es eso lo que quiero hacer? Él asintió solemnemente.
—Estoy seguro. El se apartó de Kris, incitándole deliberadamente.
—Ya veo. No lo sabía, gracias por decírmelo.
—De nada —respondió él con tono grave y siguiendo todos sus movimientos con la mirada. Tao era grácil y seductor, una ninfa que le invitaba a seguirle. Su cuerpo se agitó y con cierta aflicción buscó las piscinas que podían ser más seguras para observarla. Él se metió en la más cercana, se estremeció al notar las burbujas que parecían dedos que le acariciaban su sensible piel. Su risa provocadora le perseguía, alcanzando sus terminaciones nerviosas e inflamándolas. Tao notó una corriente inesperada de fuerza. Kris era un ser casi invencible, pero podía verle temblando, oír el latido de su corazón incluso con el ruido de las cascadas. Todo eso por el. Se bajó los pantalones, exhibiendo su esbelto cuerpo, su incitante triángulo de fuego, provocándole burlonamente. Su camisa voló hasta llegar al suelo y levantó los brazos hacia el cielo, un seductor tentando los cielos. El cuerpo de Kris se endureció ante el espectáculo. Su oscura mirada no se perdía ningún balanceo, ningún movimiento rítmico de su agraciado cuerpo. Tao se metió lentamente en la piscina, dejando que las burbujas del agua lamieran su cuerpo como si fueran una sugerente lengua. Se adentró hasta el centro y terminó zambulléndose como una nutria resbaladiza. Kris se sentó en el borde de la roca, con las piernas bajo el agua y las burbujas lamiéndole hasta las caderas. Observó cómo el nadaba hacia él, su cuerpo resplandecía en el agua, rompiendo la superficie y volviendo a desaparecer. Tao sacó la cabeza y sus enormes ojos verdes repasaron todo su cuerpo. Él estaba muy quieto, como si fuera una estatua de piedra. Sus músculos estaban bien definidos y marcados y su cuerpo preparado para el ataque. Una sensual sonrisa se dibujó en las comisuras de la boca de Tao. El nadó lentamente hacia Kris.
—De modo que piensas que quiero complacerte.
—Sin duda alguna. —Su voz se manifestó como un grave gruñido. Ya le costaba hasta respirar. El le sonrió, sexy, provocador, muy femenino.
—Tienes razón, quiero complacerte. Pero, ¿cómo sé que no has utilizado tus poderes mentales para hipnotizarme y todo esto es idea tuya, en lugar de mía? Él tuvo problemas en recobrar la voz y cuando la encontró era como gravilla.
—No me importaría hipnotizarte para hacer que cumplieras mi voluntad, pero creo que puedes complacerme sin necesidad de hacerlo. —A él le costaba pensar, su mente era una nube de erotismo. El agua lamía sus caderas a medida que el se acercaba. Su pecho acarició sus piernas, enviando olas de fuego por su torrente sanguíneo. El le forzó a abrir las piernas y se acomodó entre las mismas. Le puso la barbilla encima de una pierna.
—He de pensar en la mejor forma de complacerte. Tú tienes todo tipo de ideas interesantes en la cabeza. He de buscar la mejor ¿no te parece?
—Su respiración era cálida como la seda, dándole más vida a su endurecido cuerpo. La lengua de Tao captó una gota de agua y la saboreó. Kris gruñía por el placer que recorría todo su cuerpo. Sus piernas rodearon el cuerpo desnudo de Tao, acercándolo tanto a él que su suave boca quedó al nivel de su aterciopelado y palpitante miembro. Él se movió deliberadamente hacia delante. Las burbujas estallaban a su alrededor; el pelo de Tao flotaba por encima de las piernas de Kris, se enredaba, uniéndolos cada vez más. Kris se dio cuenta de que estaba reteniendo la respiración, que ya no podía tomar aire. El tacto de la boca de Tao era como seda caliente. La mente de Kris parecía disolverse, su cuerpo temblaba y su corazón explotaba. Notaba como si sus entrañas se estuvieran haciendo pedazos. Su cuerpo ya no le pertenecía, ya no estaba bajo su control. Tao interpretaba con su boca vibrantes notas que encendían todavía más su pasión. Él sólo podía observarlo indefenso, atrapado en la red de la belleza y el amor. Kris tomó su cabeza entre sus manos, recogiendo su pelo mojado entre sus dedos. Nadie, ni nada en todos los siglos que había vivido le había preparado para la intensidad de la emoción que el le hacía sentir. Ahora sabía lo que significaba la expresión «morir por alguien». Kris le levantó la barbilla con el pulgar para mirarlo a los ojos, así podía penetrar fácilmente en su alma. Tenía que ver lo que realmente sentía después de todos sus errores y torpezas en su relación. Lo levantó y lo abrazó con una exquisita ternura, acunándolo con una desatada fuerza, como si quisiera cobijarlo eternamente en su corazón. La boca de Kris se desplazaba sobre la satinada piel de Tao recogiendo las gotitas de agua.
—Ámame, Tao, ámame así. Estás en el aire que respiro. No temas.
—Sus manos recorrían su esbelta figura, acariciaban cada línea de su cuerpo, descubriendo cada recodo secreto. Al levantarlo y acercársele más, el agua se escurrió del cuerpo de Tao cayendo sobre el de Kris, caliente y apasionado. La boca de Tao estaba en el cuello de Kris, dándole amorosos y delicados besos que le conducían a la locura. Esta vez él era tierno y amoroso, tomándose su tiempo, disfrutando de poder tocarlo, de poder poseerlo siempre que quisiera y cómo él quisiera. El agua les salpicaba y envolvía sus cuerpos como si fuera una manta. Kris volvió a acariciar su brillante pelo, le besó los párpados, las mejillas, las comisuras de sus labios. Cada centímetro de su cuerpo le pertenecía y lo adoraba con ternura. Cuando por fin el cuerpo de Kris volvió a poseer al de Tao, los ojos de ambos reflejaban el mismo mensaje, el alma de Tao estaba marcada con el nombre de Kris, con su tacto, para toda la eternidad.
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~Dark Desire~ [Kristao] #2
FanfictionTao tiene que dejar su trabajo como cirujano en Estados Unidos y huir a través de toda Europa, perseguido por unos fanáticos que asocian los síntomas de su extraña enfermedad con el vampirismo. De alguna manera, se siente atraído hasta los Cárpatos...