Capítulo 20

59 7 3
                                    

Al día siguiente Julieta tuvo el alta del hospital, la vida había adquirido un nuevo sentido para ella, camino a su casa observaba los lugares que recorría como si fuera la primera vez que los veía, existe un refrán que dice: Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde y Julieta no podría estar más de acuerdo con este, ahora prestaba atención a los mínimos detalles que la rodeaban: el azul del cielo, una flor, un pájaro cantando, la sonrisa de un niño mientras jugaba, todo aquello que por meses solo podía imaginar y reconocer por el oído, el tacto, olfato y gusto y que gracias a Dios y a Aurelio volvía a ver.

—Qué diferente es este retorno del hospital al anterior –le comentó Julieta a Aurelio mientras iban camino a la mansión, el médico y sus padres se quedaron en la mansión Sampaio en el tiempo que Julieta estuvo internada, pues no la conocían y para familiarizarse con ella pues seguirían frecuentándola –mi papá me guio hasta el coche donde mamá esperaba, estuvimos todo el trayecto en silencio estuve deprimida en esos días, no quería visitas, la pasaba encerrada en mi cuarto, sino fuera por mis papás me habría deprimido sin remedio

—Ya no pienses en eso mi amor –la confortó Aurelio –fue una prueba muy dura que gracias a Dios ya pasó, verás que seremos muy felices como cuando estuvimos en mi casa allá en el valle, nadando en el río, paseando con Emperador y Basil

—Qué días aquellos, quiero volver al valle Aurelio –se acurrucó en su pecho –volver a ver a Soberano, conocer a Emperador, Basil, nuestros lugares y a tu hermana Christine

—¿Estás segura de que quieres conocer a Christine? –Aurelio la miró con asombro

—Sí claro, es mi cuñada, debo conocerla, ¿por qué? ¿Tú no quieres que yo la conozca? ¿No es agradable?

—Claro y como te dije antes, es tu mayor admiradora, eso me preocupa, amo a Christine pero tengo miedo de que te acose y no quiera dejarte en paz

—Estoy acostumbrada a esos admiradores, pero esta es especial, seremos familia, tranquilo, ya sé, invítala a mi próximo recital y ahí le contamos toda la historia, de que nuestras familias se conocen y nuestra relación

—Bien, Dios mediante cuando lleguemos a la mansión le escribiré una carta, ¿cuándo es tu próximo recital?

—No lo sé, debo hablar con Olegario sobre los detalles, conseguir un lugar, además siempre compongo una nueva melodía para cada concierto, supongo que cuando esté lista

—¿Has pensado en una melodía?

—Sí, quisiera dedicarla a esas circunstancias que son oscuras, como mi ceguera y aunque duren un tiempo, llegará un momento en que se volverán luminosas y felices, ¿qué te parece?

—Hermoso –dijo besando sus manos

—Además, debo presentarte como mi novio, es muy importante para mí

—Lo harás a su debido tiempo no hay prisa

Ese tiempo llegaría más rápido de lo que nuestros amantes imaginaban, pues al llegar a la mansión se encontraron con una multitud de periodistas esperando a Julieta para interrogarla sobre la operación, resulta que un encubierto en el hospital descubrió que la pianista fue operada y obtendría el alta ese día, dio el aviso a sus compañeros y ahí estaban esperando, se abalanzaron sobre el coche en cuanto lo vieron, Aurelio le sugirió escapar si ella lo deseaba, pero Julieta no quería esconderse más, entonces bajó y enfrentó a los periodistas, quienes la rodearon ansiosos:

—Señores buenos días, aquí estoy para aclarar todas sus dudas, pueden comenzar a preguntar

—¿Por qué fue operada señorita Julieta? –disparó un periodista

—Como ustedes saben hace unos meses sufrí un accidente, pues en ese accidente perdí la vista, la operación fue para recuperarla y como notan puedo ver perfecto

—¿Quién fue su doctor?

—Un gran especialista, Aurelio Cavalcante, mi novio

—¿Y su relación con Osorio Bittencourt? ¿Cuándo terminaron? ¿Fue por causa del doctor?

—Él no tuvo nada que ver y en cuanto a mi ruptura con el joven Bittencourt no daré comentarios al respecto

—¿Cuándo podremos conocerlo?

—Ahora mismo –Aurelio se bajó y se colocó al lado de Julieta –soy yo, Aurelio Cavalcante, oftalmólogo con especialidad en cirugía

—¿Cómo conoció a la señorita Julieta?

—Acabo de graduarme como médico, vine aquí a Brasil para ejercer, la familia de la señorita Sampaio y la mía son cercanas, mi madre me pidió que la atendiera

—¿Piensan casarse? –preguntó un periodista

—Si lo decidimos les avisaremos –contestó Julieta sin saber que Aurelio ya había decidido, la noche después de la operación, él fue a la mansión pues debía hablar con sus padres y los de Julieta, las parejas estaban en el comedor cuando Aurelio llegó:

—Buenas noches

—Buenas noches hijo –dijo Afranio

—No te esperábamos –dijo Regina -¿quieres cenar? Le pediré a Mercedes que ponga un plato

—No es necesario, debo volver al hospital pronto, vine porque quiero conversar con ustedes, señor Manuel, doña Regina

—¿Ocurre algo con Julieta? –preguntó Regina preocupada

—No doña Regina, Julieta está bien, yo venía por otro motivo

—¿Cuál?

—Quiero pedirle a Julieta que se case conmigo, pero necesitaba hablar con ustedes primero para pedirles su permiso y bendición

—¿Ella sabe que estás aquí? –preguntó Manuel

—No, quiero sorprenderla, pero también hacer las cosas bien, por eso estoy aquí, para pedirles, en presencia de mis padres la mano de Julieta, ¿aceptan?

Su corazón latió con fuerza mientras esperaba la respuesta de sus suegros, una cosa era ser el novio y otra el marido, Manuel se levantó y avanzó hacia Aurelio y sonriendo le extendió la mano, el doctor correspondió:

—Aurelio, si Julieta está de acuerdo bienvenido a la familia, será un gusto tenerte como yerno

—De mi parte tampoco –dijo Regina sumándose al abrazo –estoy tan feliz

—Ven abrázame consuegra –exclamó Victoria feliz

—Se salieron con la suya señoras –bromeó Afranio -unir a nuestros hijos

—Nosotras no hicimos nada –contestó Regina –se enamoraron, es todo

—¿Tienes alguna idea para proponerle matrimonio? –preguntó Afranio

—Sí, pero para eso necesito su ayuda, ¿puedo contar con ustedes?

—Desde luego

—Me alegra que hayas enfrentado a los periodistas para que decidieran irse –dijo Manuel –estábamos decidiendo si llamar a la policía

—Era necesario papá, ya había huido bastante, lo bueno es que ya pude decir que Aurelio es mi novio, era importante para mí

—¿Cómo te sientes al ser el novio de una celebridad? –preguntó Victoria

—No me esperaba nunca, pero tampoco me importa, yo amo a Julieta por lo que es –dijo besándole la mano

—Y tú no estuviste mal, hablaste con los periodistas como si lo hicieras siempre

—Seré un médico famoso y el novio de una celebridad debo ensayar, aunque sí estuve nervioso

—Pues no se notó –dijo Julieta con orgullo –los manejaste muy bien mi amor

—¿Y ahora qué piensan hacer? –preguntó Victoria

—Volver al valle para comenzar a prepararme para el recital y mostrarle a mi novio la canción que compuse para él –dijo besándolo

—Estaré ansioso por escucharla –dijo al tiempo que pensaba –y también para pedirte matrimonio

Ojos de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora