Capítulo 3

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Cinco días después de despertar, dieron a Julieta de alta en el hospital, pero a ella no le importaba si estaba en su casa o internada en los dos lugares, una inmensa oscuridad la rodeaba, de la cual no sabía si saldría y nada de lo que dijera la gente la haría sentir mejor, en esos cinco días estuvo casi muda, a base de ruegos comía, Manuel y Regina estaban preocupados por ella.

La llegada a la casa no fue diferente, Tião, ya repuesto fue por ella y Regina,

—Ya llegamos a la casa mi amor, aquí estamos en la sala, están Mercedes, Ximena y Lucas

—Hola, señorita Julieta, nos alegra que haya vuelto, ¿cómo está? –dijo Mercedes

—Ciega Mercedes, solo hay oscuridad a mi alrededor, no podré tocar el piano nunca más, quizás mi carrera esté arruinada, pero aparte de eso estoy muy bien –dijo con ironía

—¿Quieres comer mi amor? –dijo Regina

—Le podemos preparar alguno de sus platos favoritos si gusta –dijo Ximena

—No gracias, quisiera volver a ver, pero no creo que tengas una receta para revertir cegueras Ximena, llévenme a mi cuarto por favor, quiero estar sola

—Yo te llevo hija –dijo Regina

—La señorita nunca me había hablado así, ella siempre fue tan dulce .dijo Mercedes cuando Julieta y Regina se fueron

—No es contigo Mercedes, está deprimida por haber perdido la vista

—Señor Manuel, nosotros lamentamos lo que sucedió con la señorita ella no se lo merecía –dijo Tião

—Todos debemos ayudarla

—Cuente con nosotros señor

—Se los agradezco, porque más que empleados son mi familia

Cuarto de Julieta

—Fuiste grosera con Mercedes –dijo Regina cuando estuvieron solas

—Dime por qué debería ser amable, dame una razón para serlo

—Julieta, sé que lo que te pasa es muy duro

—No, no tienes la más remota idea mamá, no sabes como es que todo a tu alrededor sea sombras, oscuridad y tinieblas, tener miedo a caerte a cada paso que des y tener la sensación de estar acabada, no saber qué será de tu vida, ser una inválida –dijo gritando

Regina no sabía qué decir, solo abrazó a su hija fuerte queriendo eliminar su dolor mientras ella lloraba en sus brazos.

—Si pudiera te daría mis ojos Julieta o cambiaría de lugar contigo, tu papá también, estoy segura de que sabes eso

—Debí hacerte caso e irme con ustedes a la casa del gobernador, fue mi culpa perdóname

—No tengo nada que perdonarte amor, fue un accidente

—En el que Tião perdió una pierna, si hubiera ido con ustedes él habría vuelto a su casa y...

—Julieta no te atrevas a culparte por la discapacidad de Tião, la culpa fue del otro conductor no tuya, ¿me escuchaste?

—No puedo evitarlo mamá

—No amor, han sido muchas emociones en estos días cuando todo esté más tranquilo te darás cuenta de que como Tião, eres una víctima –dijo ayudándola a sentarse

—¿Dónde está Osorio mamá?

—Ha estado muy ocupado en estos día, por eso no ha podido venir

—Después de despertar no fue a verme ni una sola vez

—Él fue a verte los dos meses que estuviste en coma inducido pero nunca entró al cuarto

—¿Por qué?

—No lo sé, quizás no podía verte mal

—Si Osorio hubiera estado en coma habría ido a verlo todos los días, incluso le estaría componiendo una canción

—Ya lo sé mi amor, pero tú eres una persona y él es otra, si quieres le digo que venga

—No, quiero que sea cuando él quiera no por obligación ni lástima, ¿él sabe que estoy ciega?

—Sí, pero solo él aparte de los empleados, no queríamos que estuvieran los periodistas en la entrada cuando llegáramos a la casa

—Gracias mamá

—Sé que ya preguntamos pero, ¿segura de que no quieres comer?

—No mamá, me gustaría descansar un rato –dijo acomodándose para dormir

—Está bien, descansa amor

—¿Puedes quedarte aquí, hasta que me quede dormida? Como hacías cuando era pequeña

—Claro que sí –dijo acariciando el cabello de su niña

Regina tomó la mano de su hija y la observó dormir, en un momento levantó sus ojos al cielo y silenciosamente pidió a Dios que le devolviera la vista, pues no se lo merecía, al verla tan serena, nadie creería que estaba pasando por esa situación tan difícil.

Cuando Julieta se quedó dormida, Regina bajó a la sala donde estaba Manuel quien al verla se levantó:

—¿Cómo está Julieta? ¿Ya más tranquila?

—Sí, está durmiendo ahora, quiso desesperarse pero pude calmarla, se siente culpable por lo que le pasó a Tião y también me preguntó por Osorio

—Claro, era obvio

—No tuve el corazón para decirle que desde que le dijimos sobre su ceguera no sabemos donde está, definitivamente en las peores circunstancias descubrimos cuando un amor o amistad es verdadero

—Tal vez Osorio sí ame a Julieta, pero no puede afrontar lo que le pasa

—No lo justifiques Manuel, con su ausencia está demostrando que no quiere a Julieta y quizás estaba detrás de su fama, pero esto no se quedará así

—Regina, no podemos obligarlo a venir

—Lo sé, pero le debe una explicación a Julieta, conociendo a nuestra hija seguirá preguntando por él hasta que aparezca, seguramente me pedirá ir a su casa

—Está bien Regina, para que estés tranquila mañana buscaré a Osorio en casa de sus padres y le pediré que venga a hablar con Julieta

—Por favor

Mientras esto sucedía, Julieta dormía en su habitación, ignorante de la conversación que se estaba desarrollando en el piso de abajo, soñaba que iba cabalgando por una llanura al atardecer, en su caballo Soberano, con el viento soplando en su cara, se sentía libre como si todo fuera posible, además de tocar el piano su otra pasión era montar a caballo y lo disfrutaba igual o incluso más, como debía estar en la ciudad componiendo y presentándose, eran muy pocas las veces que veía a Soberano, quien se encontraba en el valle del Café, pero cuando se veían disfrutaban sus paseos.

—¿Qué opinas Soberano, volvemos a casa o continuamos hasta el amanecer?

El caballo relinchó opinando que quería la segunda opción, Julieta estaba de acuerdo, sus padres se enojarían, pero no importaba, quería disfrutar de esa experiencia hasta el final, como todas las demás, no pudo evitar sonreír.

Ojos de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora