Déjame cuidarte

376 10 2
                                    

*Pov Clau*

Pasó dos semanas desde que empecé a salir con Martina. Cada día era perfecto. Martina cuidaba hasta el más mínimo detalle. Me hacía sentir en mi máximo esplendor. Íbamos a su casa, y otras veces a la mía. En un par de semanas nos dio tiempo a hacer un montón de cosas, aunque siempre llevando cuidado de que no nos fotografiaran juntas por la calle, todavía no queríamos formalizar nada a los fans.

Me levanté un día más como cualquier mañana, y mientras estaba desayunando, alguien tocó al timbre. Abrí la puerta, y como era de esperar, era Martina.

-Buenos días ojos bonitos. Me dijo entrando y dejando un beso en mis labios.

-Hombre, ¿Y tú qué haces aquí?

-Te tengo una sorpresa. Continuó.

-¿Ah, sí? Dije más coqueta.

-Sí. Dijo arrimándose a mí con claras intenciones provocativas.

Martina se juntó de tal forma a mí, que dejó su boca a escasos milímetros de la mía. No pude evitarlo y le besé apasionadamente.

Ella me siguió el beso, y tras minutos de provocaciones claras entre ambas, me pegó a la pared y empezó a quitarme la camiseta.

-Martina para, para, no puedo. Dije apartando a la castaña.

-¿Qué? ¿Porqué? Dijo la castaña extrañada.

-Tengo la regla y unos dolores horribles. Dije mientras me daba un cólico.

-Joder... Bueno mira, tengo algo que seguro que te parece bien. Me contestó.

*Pov Martina*

Estaba con la temperatura por las nubes, pero si no puede ser, pues no puede ser. Además, Clau me había dicho que tenía fuertes dolores menstruales, y yo tenía el remedio perfecto para eso.

-Anda Clau, enciérrate en tu cuarto unos 20 minutos y tómate esta pastilla. Le dije ofreciéndole una pastilla para aliviar el dolor.

-Lo de la pastilla vale, pero ¿Lo de encerrarme?

-Ya lo verás, tú hazlo y ahora voy a buscarte. Dije dirigiéndole a su dormitorio. Ponte un capítulo de alguna serie de netflix y te prometo que cuando se acabe entro a por ti. Continué.

Así lo hizo, se encerró en su cuarto, poniendo netflix en la pequeña tele que tenía allí,  yo me dirigí a la cocina y busqué cacao en polvo para hacer chocolate caliente. Lo encontré y empecé a hacerlo. A la vez busqué la receta para hacer pancakes y los hice a la par del chocolate. 5 minutos antes de terminar de hacer el chocolate, también hice palomitas, y puse a hervir agua.

Bajé las persianas del salón, saqué dos mantas del armario, y llevé dos tazones de chocolate, dos pancakes para cada una, y un bol enorme de palomitas. También vertí el agua hirviendo dentro de una bolsa de agua caliente.

Pasaron entre 20 y 23 minutos y fui en busca de la de ojos claros.

-Cierra los ojos Clau. Dije poniendo mis manos tapando sus ojos.

La guié hasta el salón y di paso a que abriera sus ojos.

-Joder Martina que nivel ¿Esto lo has hecho tú sola, ahora mismo?

-Siéntate anda, tienes chocolate, pancakes, palomitas y una bolsa de agua caliente para aliviar tus dolores, póntela en el abdomen. Además, te dejo elegir peli. Dije sonriendo y ofreciéndole en mando de la tele.

-Bueno vale, pero sólo acepto si te sientas aquí a mi lado para darnos mimos. Es lo único que me apetece ahora mismo. Y, bueno, me vas a llamar infantil, pero quiero ver la bella y la bestia, era mi peli favorita cuando era peque. Dijo sonriendo.

Cogí el dvd de la Bella y la bestia, y lo puse. Tras esto me acerqué al sofá, me senté al lado de la de ojos claros, y le di al play.

-Ven peque, acurrúcate aquí, conmigo. Dijo Clau extendiendo el brazo.

-Ey, no no no, hoy me toca a mí cuidar de ti. Respondí

-Pero Martina si con esto ya es suficiente. Dijo mirándome con esos preciosos ojos.

-Déjame cuidarte, Clau. Dije apoyando  su cabeza en mi pecho.

-Gracias, te quiero. Dijo dándome un leve beso.

-Yo sí que te quiero. Dije devolviéndole el beso.

Cuando ya tenía la cabeza de Claudia en mi pecho, le solté el pelo y le empecé a masajear en la zona capilar, que sé que le encanta. Nunca había tenido una sensación tan bonita. Tenía una sensación de estar con la persona correcta, en el lugar correcto. Tenía una sensación de estar formando mi propio hogar. Nos comimos todo lo que había preparado, y vi que Claudia tenía un poco de chocolate a un lado de su labio inferior.

-Clau, tienes chocolate. Dije medio riendo.

-Aiba ¿Dónde? Preguntó.

-Espera. Dije echándole una sonrisa. Lamí la zona donde tenía el chocolate.  Ahí. Dije aún relamiéndome.

-Tsh. Soltó riéndose.

Paso el rato, un rato muy ¿familiar? No lo sé, sólo sé que uno de los mejores de mi vida. Terminó la película y apagué la tele.

-Gracias peque, esto me ha encantado. Confesó.

-Pues esto aún no ha terminado. Sonreí.

-¿Cómo? Preguntó extrañada Claudia.

-Ya te he dicho antes que tenía una sorpresa para ti ¿No te acuerdas?

-Sí, pero creía que la sorpresa era esta, no me puedo imaginar una mejor sorpresa. Siguió la de ojos claros.

-Ah, bueno, entonces no te interesarán estos billetes de avión a la ciudad del amor, osea a París, con alojamiento en un hotel 5 estrellas y todos los gastos pagados, supongo. Dije en ironía.

-¿Qué?¿Qué dices, Martina esto va enserio? Preguntó mientras se le iluminaba la cara.

*Pov Clau*

Efectivamente, Martina había reservado una semana en París, en un hotel 5 estrellas de los que tienen jaccuzi al lado de la cama.

El viaje iba con todos los gastos pagados y el hotel estaba frente a la torre Eiffel.
Nunca nadie había hecho algo así por mí, ni siquiera mis padres en las vacaciones de verano. Tengo mucho que agradecer a Martina. La forma en la que se preocupa por mí, es simplemente maravillosa. Con ella me siento segura, en paz conmigo misma, tranquila.
Ella se había convertido en mi lugar favorito, y seguro.
La castaña se había convertido en mi familia, en mi hogar, y no podía estar más contenta.

Clautina. El comienzo de una historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora