Claudia Salas y Martina Cariddi, dos grandes actrices que tienen que interpretar el papel de dos personajes que se aman, pero... Se quieren sólo en la ficción?
-Clau estoy acojonada. Esque a mí los aviones me dan pánico. Dije mientras temblaba.
-Ya veo ya, estas blanca. Me respondió. Anda ven, estate tranquila. Continuó mientras me abrazaba.
Me acurruqué el sus brazos, y apoyé mi cabeza en su hombro izquierdo. Aquello era para mí la definición de paz.
-Bueno ¿Llevas todo? Dni, móvil, cartera... Me preguntó la de ojos claros.
-Sí, lo llevo todo. Respondí.
-Pues venga, el taxi está abajo esperando.
Bajamos y nos montamos en el taxi. Este nos llevó hasta la puerta del aeropuerto y le pagamos lo correspondiente.
-Martina tranquilizate, estás más blanca que la pared.
-Yo...yo, tengo que ir al baño. Dije echando a correr.
-Peque! Dijo Clau corriendo tras de mí.
Entré en el baño, me junté al retrete y comencé a vomitar.
-Martina...¿Estás bien? Dijo la de ojos claros tocando la puerta del cubículo donde estaba metida. Joder, has vomitado, los nervios ¿No? Dijo retirándome el pelo de la cara.
Yo asentí y ella me cogió una mano mientras me miraba.
-Podemos no ir, si no quieres. Yo quiero que estés bien. Me dijo con esos preciosos ojos.
-No, yo quiero ir a París, quiero ir, contigo. Dije antes de darle un beso.
Ella me sonrió.
-Entonces vamos, hay que embarcar. Me dijo devolviéndome el beso.
Embarcamos y tras un buen rato nos montamos en el avión. Clau sujetó mi mano durante la hora y tres cuartos de vuelo, y me tranquilizó cada segundo. Bajamos del avión y me dí cuenta de que no era para tanto, había pasado tanto miedo para tan poco trago... que me sentía idiota.
-¿Estás bien, peque? Me preguntó preocupada.
-Sí. Dije sonriente. Bienvenida a la ciudad del amor, Clau. Dije dando un beso en sus labios.
*Pov Claudia*
Salimos del avión, y Martina llamó a un taxi. Me quedé mirándola asombrada de lo bien que hablaba francés.
-Ey, no te emociones, que lo he buscado en el traductor, yo sólo sé decir J t' aime. Lo mío es más bien el italiano. Dijo riendo.
Eché a reir junto con ella, y el taxi llegó. Martina le mostró una foto del hotel, y el conductor nos llevó hasta aquel precioso hotel. Martina le pagó, y entramos dentro. Mediante el traductor, Martina indicó a la recepcionista cual era nuestra habitación. Fue una situación bastante graciosa, ya que ninguna se enteraba de lo que le decía la otra. Hasta que por fin vino el encargado, que sabía castellano, y nos dio la llave de nuestra habitación.
Subimos a la parte más alta del hotel, la 9 planta. Había unas vistas preciosas, incluyendo la torre Eiffel. Nuestra habitación contaba con una cama de tres metros de ancho, por cuatro de largo. Tenía un jacuzzi al lado con vistas a unos jardines espectaculares. Nos recibieron con champagne, una cesta llena de gominolas, y... chocolate para fundir, si si, habéis leído bien.
-No me lo puedo creer. Dije cogiendo ls tabletas de chocolate.
-Se ve que esto se ha vuelto un icono sexual. Dijo la castaña riendo. Habrá que probarlo, ¿no? Dijo ella.
-Por mí bien, pero ¿se puede saber dónde lo fundinos? Dije sentándose en la cama.
-Pues... ¡En aquel micoondas! Respondió Martina señalando un microondas que había al lado de una máquina de café.
-Oye peque, y esto no lo habrás pedido tú expresamente ¿No? Dije juntandome a ella con la mirada pillina.
-¿Yo? No, para nada, que me pongas a mil no quiere decir nada. Dijo dejando sus labios a milímetros de los míos
-Ya, bueno pues yo voy a deshacer las maletas, y tú... Tú podrías ir llenando ese jacuzzi y sirviendo el champagne. El chocolate puede esperar. Dije aprtándome.
Ella asintió un tanto frustrada y comenzó a llenar el jacuzzi.
-Ah, pero peque, baja las persianas, no quiero que nadie nos vea juntas.
-Joder Clau, estamos todo el puto día escondiéndonos, parece que te avergüenzas de mí. Dijo retirándome la mirada.
-Sabes de sobra que no es por eso. Es por la prensa, aún no hemos formalizado nada y no me apetece que la gente se entere por los cotilleo antes que por nosotras. Dije dirigiéndome hacia ella.
-Pues formalicemoslo. Dijo de pronto..
-¿Cómo?
-Joder Claudia, que yo te quiero querer y darte besos sin el miedo de que alguien nos pueda ver, o filtrar la prensa. Me encantaría set un icono de lesbiana. Dijo.
-Vale. Respondí.
-¿Vale? ¿Vale qué? Preguntó.
-Que lo vamos a formalizar. No quiero que pienses que me avergüenzo de ti. Dije dándole un pico.
-Gracias. Dijo susurrando. Y ¿Cómo lo hacemos? Preguntó.
-Primero vamos a meternos en ese jacuzzi, y a disfrutar un poco. Dije antes de darle un beso en la frente.
Ella asintió y llenó el jacuzzi. Pasamos un rato estupendo, tranquilo, relajado, cómodo y divertido. Ella era toda mi felicidad, ya no puedo imaginar una vida sin ella. Estuve planteando una forma bonita de hacer pública nuestra relación, y se me ocurrió una perfecta.
Pasaron los días, concetramente 3, 3 magníficos días con Martina en la ciudad del amor. Habían sido 3 de los mejores días de mi vida. Había pasado de todo, incluso habíamos formalizado ya nuestra relación, pero durante ese tiempo no nos metimos en las redes sociales, porque sabíamos que tendríamos un montón de mensajes. Estabamos durmiendo, a punto de iniciar otro nuevo día en París, cuando Omar Ayuso me llamó.
- Buenos días maricón, que buena energía por la mañana eh.
Él rió.
-Veo que ya te has enterado. Le dije.
-Como para no, sois la portada en todas las revistas del corazón. La publicación que subisteis la he visto después de las revistas. Continuó.
-¿Cómo que en las resvistas? Pregunté levantándome de la cama.
-Espera, te mando una foto. Continuó Omar.
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-Lo estáis petando, tenéis más seguidores que el reportaje de la boda del rey, os lo juro. Toda España está revolucionada con la noticia. Habéis hecho felices a millones de personas, y según los artículos, habéis animado a un montón de adolescentes a hablar con sus personas cercanas acerca de su orientación sexual. Prosiguió.
-Hostia puta. Dije flipando. Eh, Omar, te tengo que dejar ¿vale? Que se está despertando mi bella durmiente. Le dije.
-Vale, chao xoxo.
-Adiós maricón. Dije colgando.
-Hombre Martina, que tal ¿Cómo has dormido? Pregunté nerviosa.
-Yo bien, pero... ¿Qué te pasa Clau? Estas más blanca que yo en el aeropuerto. Dijo soltando una risita.