EL SUEÑO DE MARTINA

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*Pov Martina*

Despertamos en la fría cama del pueblo de Clau, hicimos las maletas, desayunamos y nos fuimos, a la de ojos claros no le hacía ninguna gracia despedirse de su "familia", por lo ocurrido la noche anterior.

Nos montamos en el coche tras meter las maletas en el maletero, y pusimos rumbo de nuevo a Madrid. Habían pasado 8 meses desde que Clau y yo habíamos empezado a salir, y aún sentíamos las mismas mariposas del primer día. Tras este periodo de tiempo, fui llevando cosas poco a poco a casa de la de ojos claros, que era la más grande de las dos, para por fin vivir juntas. Con la casa que yo dejaba atrás, no dudé en alquilarla, para así ganar un dinerillo extra.

Íbamos de camino a Madrid, hablando de cómo íbamos a decorar el salón, ya que aparte de la más grande, la casa de Clau estaba apenas sin decorar, porque era nueva. Estábamos pasando un buen rato aunque fuera en el coche, que tras la movida del día anterior, unas risas no venían mal. Entonces caí en un profundo sueño. Lo último que recuerdo es un coche 4x4 metiéndose en nuestro carril, y colapsando contra nosotras. Pronto abrí un ojo, y me ví en la playa, pero no de cualquier forma.

Iba vestida de blanco, con un vestido de princesa. ¿Me estaba acaso casando? ¿Con quién?

De pronto vi a mi padre cogerme del brazo, pero también me vi a mi. Era como si yo estuviese allí como si fuera un fantasma, yo podía ver aquello, pero nadie me veía a mí. Vi a mi padre guapísimo, con un esmoquing que le hacía parecer un pingüino. Empezó a andar conmigo del brazo por un suelo que cubría la fina arena de la playa, o bueno, más bien dicho, de la Cala. Andamos por aquel suelo mientras a nuestro alrededor había un montón de gente, y yo tenía a dos niñas elevando la cola de mi blanco vestido para no mancharlo. Tras desfilar por aquel precioso pasillo, con la cristalina agua del mar de fondo. Llegué hasta el altar, y tras retirarse mi padre, vi cómo mi yo del altar, miraba a su derecha. Vi a Clau, con esos preciosos ojos emocionados, llenos de lágrimas. Todo transcurrió muy rápido, como si aquella boda hubiera pasado entera y concluido en menos de 5 minutos.

Vi pasar a cámara rápida un montón de momentos con Clau, incluida la luna de miel. De pronto el tiempo se paró en seco, dejándome en una nueva escena. Vi a la de ojos claros, sentada en el sofá de casa, pero esta vez nerviosa. Tras estar sentada, mientras movía su pierna de una forma estresante, se levantó y empezó a dar vueltas de un lado al otro del salón. Vi cómo mi yo de entonces salió tímidamente del baño, con algo en las manos. Tras fijarme, me di cuenta de que era un test de embarazo. ¿En serio? ¿Le había sido infiel a Clau? ¿Tan gilipollas había sido? Eso era lo único que pensaba, hasta que vi que la de ojos claros se dirigió hasta mi yo de entonces, y le dejó un beso en la frente. Vi cómo ambas se sentaban en el sofá, con el test boca abajo. Minutos después le dieron la vuelta, y ambas comenzaros a llorar mientras se abrazaban. Puedo recordar que en el periodo de tiempo que pasó a cámara rápida por mi mente, veía a ambas muy tristes, completamente desoladas. De verdad me pregunto porqué sería.

Otra vez el tiempo comenzó a acelerar, pasando así de una forma muy rápida. Casi no me dio tiempo a ver casi nada, lo único que vi con claridad fue un parto. La rapidez del tiempo disminuyó derepente otra vez, y lo que vi me pareció lo más tierno del mundo.

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MARTINA: Cariño, coge las palomitas y llévaselas a mamá.

XXXX: Mami, mamá está poniendo la peli. Dijo una preciosa criatura, de pelo castaño, ojos claros, con mi misma nariz y la misma boca que Claudia.

MARTINA: Entonces déjalas encima de la mesita, acabo de preparar el chocolate y voy, ¿Vale cariño?

XXXX: Vale mami.

Clautina. El comienzo de una historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora