Fiel soledad

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La soledad aburre pero no traiciona.

Ella permanece contigo, aún cuando no lo desees. Más en las noches. Esas noches en las que no puedes pegar el ojo por pensar en cosas de mucha o poca relevancia; cosas que, al fin y al cabo, te atormentan tanto que te quitan el sueño.

Esas noches son las más peligrosas. Uno se hace preguntas, las elabora y las contesta solo.

A veces eso es bueno, y a veces no tanto.

Una vez leí por ahí una frase que decía: “En la soledad no se encuentra más que lo que a la soledad se lleva”. Desconozco al autor, pero cuánta razón tiene.

Las personas llevan de todo a la soledad: sentimientos, pensamientos, aflicciones, preocupaciones.

¿Y yo? Yo llevo a la soledad un dolor en el pecho que no me deja dormir; llevo las lágrimas que durante el día no dejo salir; llevo los gritos silenciosos; llevo las palabras que no llego a decir; llevo todos mis problemas; llevo las pocas ganas que me quedan de seguir...

Y la soledad me recibe, acunándome entre sus brazos, en un silencio reconfortante y al mismo tiempo insoportable. Ella es mi única amiga, ella conoce todos mis secretos, ella es la que ha estado siempre ahí para mí; jamás me ha fallado.

La soledad es todo lo que tengo.

—V.S.

Retratos en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora