15 de octubre

46 20 10
                                    

Las últimas dos semanas han sido espléndidas. Bueno, dentro de lo cabe, porque realmente espléndidas serían si me hubiera ganado la lotería.

Como sea, desde la vez que Leon descubrió dónde trabajo, no ha dejado de ir ahí ni un sólo día. Ya me aprendí cómo le gusta el café.

Me invitó a salir mañana en la noche. Como en una cita, sí... Iremos al museo de arte, el lugar perfecto, si alguien me lo pregunta.

También hablé con Nathan. Me llamó para saludar y decirme que tenía planeado volver a la ciudad en un par de días, cosa que me tiene muy contenta. Aún no le he hablado de Leon, creo que es un poco pronto todavía.

Con respecto a Robin, hoy estuvo actuando muy extraño. Cuando llegué a casa no me recibió como lo hace siempre, ni siquiera estaba en la sala. Al final lo encontré en mi habitación, estaba sentado a un lado de la cama, mirándola con fijeza; parecía una de las figuras de porcelana de mi difunta abuela, daba miedo. Lo llamé y fue como si hubiera vuelto a la vida. Corrió hacia mí y me saltó encima para lamer mi cara y, después de cumplir su objetivo de babearme, se perdió por el pasillo con rumbo a su cama para perro, en la sala de estar.

“¿Será que vió a un espíritu?”, pensé. Porque he oído que los perros pueden ser más susceptibles a ver ese tipo de cosas. De igual forma, dormiré con un crucifijo al lado, sólo por si acaso.

—Sam.

Retratos en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora