Me siento horrible. No sé cómo rayos es que aún me mantengo en pie.
Con cada día que pasa mi salud mental empeora. He tenido más alucinaciones, cada una siendo peor que la anterior. Ya casi no duermo, por miedo a cometer una atrocidad como lo que le hice a Robin mientras estaba dormida y atrapada en una pesadilla... Si es que era una pesadilla.
Realmente no sé qué es lo que sucede conmigo, pero no estoy bien.
Al finalizar la clase de pintura, el profesor Anderson me llamó para preguntarme si todo estaba bien, porque había notado que ya no lograba pintar nada en clase y eso le preocupaba; además de que me había notado distinta. Me aconsejó ir a hablar con la consejera de la universidad, por si había algo que me estuviera afectando.
Si tan sólo supiera...
Al principio estuve algo reacia, pero decidí tomar su consejo. Cuando estuve con la consejera me sentí muy incómoda, la mujer me atacaba con preguntas que, por mucho que traté, me costaron responder o respondía a medias. La conclusión a la que llegó la consejera fue que se trataba de otro caso de estrés por la universidad. Me dijo que me tomara unos días, para descansar y despejar la mente; también me dio una tarjeta con su nombre y número de contacto, por si necesitaba alguna otra cosa.
Al salir del despacho, me encontré a Leon. Aparentemente estaba esperando su turno para ver a la consejera. Él me saludó con una pequeña sonrisa. Quise devolver el saludo de alguna forma, sin embargo, en ese instante tuve otro ataque. Una enorme grieta apareció en la pared junto al despacho de la consejera y mientras más la observaba, más grande se hacía. Manos en avanzado estado de descomposición salieron de la grieta en la pared, arañando con las uñas el concreto. Una de ellas tomó mi brazo con firmeza, tirando de mí hacía las demás, que se estiraban para capturarme. Antes siquiera que pudiese gritar de horror, una voz me trajo de vuelta a la realidad.
La voz de Leon.
Miré en su dirección y me percaté de que era su mano la que sujetaba mi brazo, como si intentara darme soporte alguno; o como si quisiera mantenerme anclada a la realidad. Me preguntó si estaba bien. Se veía claramente preocupado. Traté de sonreírle y decirle que todo estaba bien, pero no pude mentir. No me sentí capaz de nada.
Quedamos en vernos mañana en la noche para hablar.
—Sam.
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Retratos en la oscuridad
Gizem / GerilimSam es una estudiante de arte que escribe notas para recordar cosas importantes que pasen en su vida, o simplemente para llevar un registro de su día a día. Pero hay notas extrañas entre las suyas y no parecen coincidir con las demás... ...