Capitulo 20

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López— contestó Santana atendiendo su celular media dormida.

Lo siento, Tana. Soy yo— habló Blaine— Kurt acaba de llamar, tenes que venir a la agencia.

—¿Que pasó?— gruñó mientras se levantaba— ¿Que hora es?

—Las seis. Encontraron a la hermana de Kitty, pero es mejor que te de la noticia acá. ¿Estás con Britt? Avísale que venga también.

—No estoy con ella, ella está en su habitación— contestó dirigiéndose a donde se encontraba la rubia para despertarla— Ahora vamos.

—Nos vemos.

Santana suspiró antes de entrar a la habitación de la rubia porque sabía con lo que se encontraría.

Brittany durmiendo desnuda.

Y si bien le encantaba esa vista, era mucha tentación. Para ambas.

Así que en vez de entrar, solamente tocó la puerta, hasta que escuchó como la rubia preguntó que pasaba.

—Siento despertarte— susurró abriendo la puerta, mirándola a los ojos, para no mirar su cuerpo— Hay que ir al trabajo.

—Noooo— se quejó— Es nuestro día libre.

—Era— bromeó.

—¿Qué pasó?

—No sé, me llamó Blaine y dijo que vayamos.

—Lo odio. Te odio— murmuró riendo, con los ojos cerrados.

—Nunca podrías hacerlo, soy muy encantadora— respondió.

—Demasiado— dijo, tratando de que sonara sarcástico, y luego abrió sus ojos para mirarla— Buen día.

—Buen día, rubia— sonrió, y Britt empezó a estirarse, haciendo que la sabana con la cual estaba tapada se deslizara un poco por su cuerpo.

Y también haciendo que a Santana se le desviaran un poco sus ojos, y recorra con ellos el cuerpo de su ex.

—Britt...

—¿Hmm?— contestó disimuladamente.

—¿Te acordas que dijimos ser solamente amigas?

—Si— la miró, sin molestarse en esconder la sonrisa que se le escapó al ver el estado de la latina.

—¿Podemos olvidarlo por un rato?— preguntó con la voz ronca.

—Hay que ir al trabajo— contestó riendo, y Santana suspiró.

—Tenes razón— murmuró cerrando la puerta, y dirigiéndose a ducharse, con agua fría.

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—Tantos días allá y tienen información en nuestro día libre— se quejó Britt tomando un sorbo de café, mientras que caminaban hacia la oficina.

—Ya estás acá, Pierce, deja de quejarte— rió Santana, asintiendo a modo de saludo a un grupo de agentes.

—No me digas Pierce, odio que me llames por mi apellido— volvió a quejarse— Por lo menos cuando estamos a solas— dió un sorbo a su café.

—¿Realmente te molestó que te interrumpiera las horas de sueño, eh?

—Me molestó que me interrumpan el sueño que estaba teniendo— sonrió guiñándole un ojo, y Santana se quedó quieta en el lugar, mientras que la rubia con su sonrisa en la cara siguió el camino— Vamos, agente López.

EXPLOSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora