Capitulo 29

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Santana se despertó sola y se sintió medio rara sin saber por qué, pero luego de un momento reconoció el perfume en la almohada que estaba abrazando y de a poco se le empezaron a venir los recuerdos de anoche a la cabeza.

—¿Que hiciste, Santana?— murmuró.

Estaba enojada con ella misma por llamar a su ex estando borracha, pero también estaba dolida por despertar y que ella no esté a su lado, aunque no la culpaba.

Al no poder dormir más, se levantó y se fue a dar una ducha rápida antes de ir a desayunar, y los recuerdos de anoche en esa habitación la hicieron sonreír.

Luego, se quiso dirigir hacia la cocina a preparase un café, pero cuando pasó por la sala de estar la vio a ella.

La rubia estaba sentada en el sillón mirando la televisión, aunque Santana se jugaría la vida a que solo los ojos de Britt estaban prestando atención y que su mente estaba en otro lugar.

—Hey— saludó Santana apoyándose en el marco de la puerta, y Britt volteó a mirarla.

Y la latina casi se desmaya de lo preciosa que estaba.

—Hola— sonrió— no quería irme hasta que te despiertes.

—Gracias— rodeó el sillón, y se sentó a su lado,
aunque un poco alejada— ¿Desayunaste?

—Si, hace cinco horas, ya es la hora del almuerzo— dijo divertida.

—¿Tanto dormí?— preguntó mirando su reloj, y la rubia asintió— Britt... yo... me quiero disculpar principalmente por lo idiota que fui en este último tiempo, y por llamarte anoche...
también te quiero agradecer eso, se que no estamos en nuestro mejor momento... pero aún así viniste a buscarme y te quedaste a cuidarme.

—Está bien, San. Lo hice por que quería— respondió— Sabes que siempre te voy a cuidar.

—¿Podemos tener una tregua?— preguntó Santana sonriendo a medias— ¿Hasta mañana?

—San, te adoro, pero no puedo olvidarme todo lo que pasó entre nosotras estas semanas. El cómo me trataste... o directamente no lo hiciste...— negó con su cabeza— me lastimó muchísimo.

—Lo sé, y lo siento. Se que nos debemos una buena charla, pero en estos momentos tengo una resaca infernal. Tengamos la tregua, por favor.

—Está bien.

—¿Te puedo invitar a almorzar?

—Un almuerzo no se le niega a nadie— respondió— Pero con la condición que después me acompañes a ver una casa.

—¿Casa? ¿no sería mejor un departamento?

—No para el futuro que tengo planeado— contestó, y antes de que la latina conteste, agregó— Vayamos a comer.

—A tus órdenes— contestó riendo.

Las chicas de dirigieron a almorzar a un lugar de comidas rápidas ya que a ambas se les antojaba una hamburguesa.

Su tregua iba bien, y las dos actuaban como si nunca hubiera existido ningún problema entre ellas.
Charlaban y se reían como dos viejas amigas que se tenían que poner al día, y eso les generó felicidad.

—¿Por qué ayer cuando te conté lo de la donación de ovulos a Blaine dijiste "creo"?— hizo el gesto de las comillas.

—¿Cómo?

—Dijiste como que era una buena noticia, pero después agregaste creo.

—¿Así que te acordas de todo, eh?

EXPLOSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora