Capítulo 19

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Tomoyo:

Ese hombre que acaba de salir de mi oficina es tan interesante, lo veo desaparecer como una estúpida, es la primera vez que me pasa esto con un hombre.

Kimura Chung es el hombre más apuesto e interesante con el que me he topado hasta ahora, sus ojos grises que combinan con sus cabellos negros lo hacen ver cómo un bombón.

Cuando me llegó la propuesta de uno de sus subordinados es que analice y saque mi presupuesto con respecto a su pedido. Me pareció muy interesante lo que pedía, desde uniformes con el logo de su negocio, hasta manteles, centros de mesa e incluso algunas bolsas con el logo del negocio.

Sin querer averigüe un poco sobre "Cerezos y Fresas", un nombre muy peculiar e interesante para la franquicia de pastelerías que este hombre es el dueño. Incluso acá en Tokio tiene uno.

Debo reconocer que tiene arte y magia en sus manos al crear tantas cosas deliciosas, a veces que en las tardes me he dado un gusto al sentir un manjar tan rico como de los que venden ahí.

Incluso a mi madre también le he dado a probar algunas delicias y ha quedado satisfecha. En esos momentos es que echamos tanto de menos a Sakura. A pesar de haberla buscado por todos lados ha sido imposible ubicarla, es como si la tierra se la hubiera tragado.

A pesar de no estar a mi lado, llevo perfectamente en mi mente el tiempo de embarazo que tiene. Esta con casi cuatro meses, y de seguro que se verá mucho más bella con su barriguita, pero me pongo ansiosa con solo pensar que está sola, sin comida, sin un techo donde pasar la noche.

El detective que ha estado tratando de ubicarla me dijo hace unos días que logró conseguir una pista acerca de una mujer que estuvo en el terminal ese día que ella se fue de mi casa sin dejar rastro. Coincide con las características de mi prima, pero ha pasado más de un mes y lograr saber con exactitud a dónde se fue y si es ella puede tomar un mes más y eso hasta más tiempo.

A pesar de pagar para que todo se agilice no hay cambios, mi secretaria entra y me anunció que tengo una visita. Pero al decirme de quién es me pongo sería.

—Que pase por favor—sale y al hacerlo ingresa una cabellera azulina, una sonrisa torcida y bajo sus lentes unos ojos azules que me brindan intensidad así como misterio y suspicacia, algo que ya estoy acostumbrada—. Joven Hiragizawa que sorpresa.

—Sigues saludándome con formalidad, hace cuánto que nos conocemos y tratamos—se lleva su mano al mentón y yo solo hago una línea con mi boca, de verdad que este tipo es una molestia—¡Ah sí! Desde ese día que chocamos por accidente en el aeropuerto.

—No me recuerdes mi mala suerte—mascullo por lo bajo—¿Y ahora que se le ofrece?

—Ya sabes que quiero—se acerca de una manera seductora, algo que a mí no me mueve nada—. Vine por una respuesta a mi invitación.

Sonrió incómoda, me alejo de él ganándome una sonrisa divertida de su parte, juro que muero por estampar mi mano en su cara, pero lamentablemente no puedo hacer eso por ahora. Ese día que choqué con él en el aeropuerto regresaba de Inglaterra, ya que había hecho un contrato millonario.

No se si para mala o buena suerte la familia con la que hice ese contrato fue la de este fulano, su hermano menor está próximo a casarse, para ser exactos la boda será en menos de dos meses, mi trabajo consiste en diseñar la ropa de los novios, así como los manteles de las mesas, souvenirs y todo lo que se necesita en una boda de ensueño.

El novio por causas laborales es que no puede estar al pendiente de todos los preparativos así como la novia, es por ello que el señor Hiraguizawa padre se comprometió en encargarse de todo. Pero lamentablemente un accidente al caer aparatosamente de unas escaleras de tijera lo han dejado inmóvil por lo menos tres meses.

𝙐𝙣 𝙍𝙚𝙜𝙖𝙡𝙤 𝙙𝙚 𝘼𝙢𝙤𝙧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora