Cuando volvimos al castillo, el rey y mi hermano aún no llegaban.
Me acomodé para leer en el comedor. Un libro que en algún momento me mostró mi padre. En él estaban todos los hechizos creados por las antiguas reinas. Cada una lo tuvo en su momento como un diario.
—¿Crees que lo que hay ahí funciona?—preguntó Daniela
—No lo sé. Solo hay una manera de averiguarlo.—le dije y la tomé del brazo izquierdo.
Corrimos hacia las escaleras.
—¿A dónde van?—gritó Mylo haciendo que Keidan y Clein pasaran a mirarnos también.
—A hacer magia.— le respondí enseñandole el libro.
—¿Qué? No. Eso es peligroso para alguien que nunca ha utilizado magia.— dijo Keidan.
—Se puede decir que ya lo hice.
—Alto ahí.— advirtió Clein mirándome de manera acusadora.
Dani y yo nos miramos un momento y luego corrimos escaleras arriba.
Se escuchaban los pasos apresurados detrás de nosotras hasta que llegamos a la habitación de Eshle que era la única que tenía la puerta abierta al final de un pasillo.
Cuando entramos cerré la puerta rápido y puse una silla para que no lograran abrir.
—Muy bien, escoge el hechizo que quieras. Tú dime lo que tengo que hacer.— le dije a mi amiga dándole el libro.
—Todos son interesantes y no sabría escoger.
—Da igual. Solo cierra los ojos y toca uno.—hizo lo que le dije y me acerqué para ver el que escogió.
—¡Abran la puerta de una vez!—escuché la voz de Clein— Se supone que estamos para protegerlas. Uzar la magia sin tener conocimientos sería algo muy estúpido de su parte.
Hasta el más mínimo objeto pequeño que había en la habitación de mi hermana se levantó. Pequeños botecitos de pintura y pinceles quedaron suspendidos en el aire con algunas cosas más.
La puerta se abrió y lo que sea que estuviera sosteniendo las cosas abandonó el lugar. Todo cayó al suelo convirtiendo a Clein, Keidan y Mylo en una pintura abstracta. Daniela y yo fuimos salvadas por un brusco movimiento que hice con las manos. Con él creé un escudo invisible.
—¿Ya ves lo que te dije?— preguntó Keidan.
—Al menos sabemos que funciona aunque levantar cosas en el aire sea algo un poco inservible.—le dije a Daniela.
—Ese hechizo no se trataba de levantar las cosas. Se trata de soltar esas cosas en tu cabeza para que cuando te vieras vulnerable crearas un escudo. Ese es el problema de la magia, no siempre sabes cómo va a aparecer.
—¿Qué pasó aquí?— preguntó mi hermana menor viendo el desastre de su habitación.
—La inresponsable de tu hermana y su cómplice malvada. Eso pasó.— le dijo Mylo.
—¿Malvada?.— le reclamó Daniela
—Siento haber utilizado tu habitación como escena del crimen, pero ellos nos perseguían y esta era la única habitación con la puerta abierta.
—Chicas: uno, chicos: cero— se burló Daniela mostrando la lengua.
—No lo dejaré pasar, tienen que limpiar mi habitación.—dijo sonriendo.
—Venganza.— me dijo Clein.
—No lo creo, Calvin Klein.—le enseñé la lengua y me devolvió el gesto.
—Infantiles— dijo Keidan girando los ojos.
Señalé el suelo y todo estuvo en orden de vuelta. Excepto los tres, a quienes decidí dejarles la pintura como regalo.
—Por lo menos ya superaste la primera etapa de la magia.—me dijo Clein intentando que no sonara como un cumplido.
—Por lo menos te salió bien. Allá abajo mientras no estaban y se hizo el desastre. Daria intentó hacer pops con sus propias manos. Le funcionó pero saben a rayo.
—Nunca tuve una tarea tan difícil como controlarlas.—comentó Mylo.
—Bien hecho, mana.— chocamos palmas.
—Muy bien, todos fuera de mi habitación. Y ustedes — mi hermana señaló a los guardaespaldas—a bañarse.
—Me dijo que me bañe.— susurró Mylo con un puchero señalando a mi hermana.
—Ven aquí.— le dijo Dani con voz infantil. El corrió hacia donde ella estaba y la envolvió con sus brazos.
Tomé mi teléfono y les saqué una foto.
—Para la historia.— auncié.
—Listo. Largo de mi cuarto.— dijo Eshle por milésima vez.
—Cálmese señora.—le dijo Keidan.
—La vejez le está afectando.—respondí.
—Tú sí que eres una vieja.— me dijo ella empujándonos hacia la puerta.
ESTÁS LEYENDO
The True Queen
FantasyTodo reino puede caer abajo. Puede perderse en la oscuridad. Puede ser testigo de el caos y la destrucción. Pero siempre habrá una verdadera reina que logrará levantar su reino y ser su luz. No siempre el narrador es el protagonista. N/A:Está histor...