20. No eres mi familia

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—¿Estás bien?—le pregunté a Jennie mientras la ayudaba a levantarse de un ataque.

—Estoy bien. ¿Tú estás bien?— me preguntó viéndome preocupada.

Aparté la mirada. Nada está bien y nada lo estaría hasta que acabe con él. Quizás ni siquiera tengo el poder suficiente para enfrentarlo o talvez lo estoy sobrevalorando.

De repente una de los monstruos ataca a mi padre atravesando su estómago con su mano puntiaguda.

—¡NO!—chillé y corrí atacando al mismo dragón.

No puede ser. No. Paren ya. ¿Cómo es posible que un rey de la magia sea derrotado tan fácilmente?

—Padre no...—sus ojos estaban vacíos.

Ni siquiera me pude despedir porque su cuerpo estaba ahí pero él ya no.  Sentí mis oídos pitar. Mis ojos se cerraron lentamente y sentí que caí al suelo.

.

Cuando abrí los ojos no pude ubicarme, solo sabía que estaba en algún tipo de celda. Al parecer no serví de nada al desmayarme y me encerraron con Jennifer. Ella no se veía muy bien. Tenía algunas moretones en los brazos. Su labio inferior estaba partido. Bajé la mirada al darme cuenta de que era mi culpa, la había dejado sola.

Ella miró en mi dirección y se levantó soltando un quejido de dolor. Al parecer se había lastimado el tobillo.

—¿Estás bien?— preguntó sin obtener respuesta.

Aparté la vista.

.

Eshle sostuvo mis manos entre las suyas. Hasta que comenzó a arrastrarse y gritar. Tomé su mano para atraerla a mí pero algo o alguien jalaba sus pies. La solté sin poder evitarlo. La había dejado ir. Soy una terrible hermana.

Abrí los ojos y noté que por mi rostro resbalaban lágrimas saladas. Fue solo una pesadilla.

Jennie dormía la otra esquina de la celda. Se veía muy tranquila.

—Buenos días.— dijo un hombre extraño parado fuera de los barrotes.

Al abrir la celda entró y puso una pulsera en la muñeca de ambas. La reconocí por los libros, anulan la magia.

—Para que no intenten nada.

Jennie tenía la mirada perdida el el suelo.

Caminamos por los pasillos vacíos, que ahora parecían tan fríos. Era increíble la cantidad de sangre derramada. Dejamos de andar al llegar a una habitación que se veía muy sombría.

Allí estaba él con su repugnante sonrisa. Ese maldito que destruyó mi familia.

—Bienvenidas.— dijo con una sonrisa arrogante.— Me aburría, así que no se me ocurrió nada mejor que invitarlas a jugar.

—Eres un maldito.—murmuró Jennie.

—Te escuché.— le respondió con una ceja arqueada.— La verdad ni me interesas tanto, que se encargue Chad de cerrarte el pico.

El tipo de antes la golpeó en el estómago haciendo que escupiera sangre. Me sentí impotente por no poder hacer nada. La golpeó varias veces y hasta podría jurar que escuché alguna que otra costilla romperse. Ella soltaba quejidos y se removía de dolor. Hasta que se detuvo porque ella había caído al suelo desmayada.

—Demasiado fácil.— la miró con desprecio.—Así es mejor, reunión familiar.

—Hace mucho tiempo dejaste de ser mi familia.— le dije con desprecio.

—Los lazos de sangre no se pueden romper. — miró a la chica alta de ojos miel y cabellera castaña que miraba al suelo detrás de él.— Te presento a tu prima. Chery, Maryan. Mayran, Chery.

—Es Dashery, inútil.

—Como sea. No me hables con ese tonito.— miró manos como si fueran lo más interesante del mundo.— En fin, no te hago esperar más. Te traje aquí para probar que mi hija es digna de estar a mi lado. No se puede esperar mucho de una mitad humana.

Me sorprendió escuchar eso ya que dicen que hace muchos años no viene ningún humano a esta dimensión. ¿Eso significaba que ese demente había estado cruzando el portal?

—Maryan, quiero que la mates de la manera más lenta y dolorosa que se te ocurra.

—Padre...— se calló cuando vió su mirada desafiante.

Se acercó lentamente. Ví como levantaba su manos temblorosas hacia mí pero no tan cerca como para tocarme. Tenía el mismo poder que su padre.

Con un simple pensamiento me rompió la mano derecha. Solté un quejido leve pero pensé que podría aguantar. Rompió uno a uno todos mis dedos de mi izquierda. Si mi hermana pasó por esto, yo también podía. Podía romper cada hueso de mi cuerpo porque ya no quedaba nada.

—Alto, no puedo más.—dijo ella de repente.

Escuché una carcajada de parte del hermano de mi madre.

—Sabía que eras tan inútil como tú progenitora. Chad...

—Sí.— respondió este caminando hacia nosotras para llevarnos de vuelta a la celda con una nueva acompañante.

—Me decepcionas, Maryan, ya no podremos casarnos.

—Ni en mil vidas querría casarme contigo.

Nos encerró de nuevo y se fue con una expresión de molestia.

Maryan se acercó a mí.

—Perdóname. Tenía miedo.— me dijo con la cabeza baja.

—Solo llévate a Jennifer y lárguense de aquí mientras puedan.

—Él no es tan estúpido. No haría todo este espectáculo por nada. Es una trampa para que lo llevemos a los escondites de emergencia. Además de que solo estaba buscando una oportunidad para deshacerse de mí.

—Lo sé. Pero lo que no sabe es que tengo un amuleto de mi madre.— le hice un gesto con la cabeza hacia mi cuello sin poder usar las manos.— No es tan inteligente después de todo. Esto oculta tu ubicación, es como si no existieras cuando lo llevas. Si no te ven no estás ahí.

—Bien. Vámonos de una vez.

—Yo no puedo irme, solo sería una carga. Además no tengo nada por lo que luchar.

—Siempre hay algo por lo que luchar. Pero si así lo quieres, así será. Pido permiso para tomar tu amuleto. Prometo que lo cuidaré y de una u otra manera te lo pienso devolver.

—Váyanse ya, pronto va a oscurecer.

—¿Cómo lo sabes?

—Solo lo sé.

The True Queen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora