«Sempiterno; que durará siempre, que, habiendo tenido principio, no tendrá fin.»
✔ Relación poliamorosa
✔ Todos los personajes son de S. Meyer, a excepción de Alessa.
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A la mañana siguiente, me sentía fatal. No había dormido bien, tenía una jaqueca horrible y todo mi cuerpo dolía inexplicablemente. También me sentía extrañamente cansada, como si hubiese corrido todo un maratón sin descanso ni preparación previa, con el cansancio y el dolor después de la corrida.
Tuve que ayudar a Bella a darse una ducha rápida y a cambiarse, podía notar que la anestesia había pasado, si las leves muecas en su rostro eran evidencia de algo.
-¿Cómo estás? -pregunté con voz suave, aunque mi reacción no había sido la esperada ni me sentí orgullosa de mi misma. Ayer casi había perdido a mi hermana, mi otra mitad. No importa cuántas veces peleemos, no importa cuántas veces se aleje de mi...seguía siendo mi hermana melliza.
Edward esperaba a Bella en el instituto, como siempre, pero su rostro evidenciaba que algo no iba bien. En sus ojos había un no sé qué oculto que me hacía sentir insegura y me asustaba.
La mañana transcurrió muy despacio. Me moría de ganas de ver a Jasper.
Cuando salí de clases, fui directo al local de los Newton, donde tendría que cubrir también el turno de Bella por su repentina "caída" de ayer.
Me sentí lo bastante dueña de mí misma para poder salir del coche y caminar hacia la tienda. Mike Newton se me había adelantado; sonrió y me saludó cuando entré. Tomé mi chaleco mientras le dedicaba un leve asentimiento.
Mike interrumpió mis pensamientos. -¿Qué tal fue tu cumpleaños? -Ay -murmuré-. Me alegro de que haya pasado. Mike me miró por el rabillo del ojo como si me hubiera vuelto loca.
El trabajo me absorbió. Quería ver a Jasper otra vez. Imploré que hubiera superado lo peor de aquel trago -fuera lo que fuera- para cuando nos volviéramos a encontrar. No es nada, me dije una y otra vez, todo volverá a la normalidad.
Por supuesto, eso no era exactamente ser nada, estaba realmente furiosa por lo sucedido en nuestro cumpleaños. Pero no estaba enojada con Jasper.
Cuando salí del trabajo y, al llega a casa, me encaminaba deprisa hacia la puerta principal y empecé a llamar antes de haber traspasado del todo el umbral. -¿Papá? ¿Bella?
Mientras hablaba, escuché la sintonía característica del Sports-Center procedente de la televisión. -¡Estoy aquí! -contestó papá a voz en grito.
