«Sempiterno; que durará siempre, que, habiendo tenido principio, no tendrá fin.»
✔ Relación poliamorosa
✔ Todos los personajes son de S. Meyer, a excepción de Alessa.
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Al día siguiente, Bella pasó bastante tiempo pegada al teléfono, aparentemente su amigo Jacob también había enfermado y todavía no se recuperaba, no le di mayor importancia y seguí con mi día.
Desayune sola mientras pensaba qué hacer de mi vida, debía volver al instituto, desgraciadamente.
Escuché el timbre de la puerta sonar y supe quién era, camine hasta la puerta y abrí.
—No puedes vivir sin mí, ¿eh? —bromee con una sonrisa ante un ansioso Pietro.
—Por supuesto que no, querida —habló teatralmete colocando una mano en su pecho —, eres la razón de mi existencia.
Dijo con dramatismo, reí levemente ante de sus estupideces y lo invite a pasar.
—Saldré, tengo que resolver ciertos asuntos —dijo sin especificar, supuse que debía ser una misión en la Dimensión de las Brujas.
—Ten cuidado —dije mientras lo abrazaba, pasando mis brazos por su cintura.
—Lo tendré —murmuró contra mi cabello dejando un casto beso.
—Que la Madre te acompañe, te cuide y te bendiga —murmuré contra su pecho fornido.
—Y que la Magia brille e ilumine tu camino —respondió con una sonrisa tensa, me preocupaba. ¿Qué lo tenía así?
(...)
—¿A dónde piensas ir? —interrogue al ver a Bella con una mochila y lista para salir.
Ella tartamudeo sin decir algo coherente. —Voy con Jessica —balbuceo.
—No me mientras, Isabella Marie —dije con amenaza, ella se sonrojo con fuerza y una mirada de culpabilidad apareció en su rostro.
—Quiero ir al bosque —murmuró por lo bajo, evitando mirarme.
Suspire masajeando mis sienes —Iré contigo —dije mientras tomaba una chaqueta, ella me miró con sorpresa.
—Creí que ibas a detenerme —dijo mientras las dos salíamos de casa.
—Eres tan terca que probablemente saldrías por la ventana, prefiero acompañarte y evitar quedarme sin hermana —respondí con sequedad.
—Gracias —dijo con timidez —. ¿Cómo estuvo el intercambio?
No parecía saber qué decir.
—Estuvo bien, fue divertido aprender chino —dije con una sonrisa divertida, no mentía. Pietro había dicho que tenía que aprender distintos idiomas.
—¿En serio? ¡Genial!
A los pocos minutos nos encontrábamos en el ya conocido (para Bella) y embarrado camino que llevaba a ningún sitio en particular. Conducía con las ventanillas bajadas todo lo deprisa que era razonable para su vehículo mientras disfrutaba del viento sobre mi rostro. El día estaba nublado, pero casi seco, un tiempo realmente bueno en el caso de Forks. Después de aparcar en el lugar, Bella tuvo que estudiar la aguja de la brújula y las marcas del mapa —ahora gastado— durante un cuarto de hora largo. Nos adentramos en los bosques una vez que estuvo razonablemente segura de seguir la línea correcta de las coordenadas.
